Democracia partidaria
Tom¨¢s G¨®mez me llam¨® especialmente la atenci¨®n cuando, en 1992, tras ganar las primarias a Rosa Alcal¨¢ para la candidatura del PSOE en Parla le propuso, primero, formar parte destacada de su equipo y, despu¨¦s, ganadas las elecciones la eligi¨® como teniente de alcalde. Doce a?os antes yo hab¨ªa defendido en el 29? Congreso Federal del PSOE que el necesario perfeccionamiento democr¨¢tico del partido requerir¨ªa actitudes de este tenor. No se tom¨® en consideraci¨®n mi propuesta, pero a?os despu¨¦s surg¨ªa una persona en Parla que trabajaba con ese respeto democr¨¢tico. Me agrad¨® en extremo.
Posteriormente, cuando coincidimos en la ejecutiva del PSM, me mostr¨® su preocupaci¨®n por encontrar una materia que pudiera ser objeto de su tesis doctoral. Su inter¨¦s me produjo tambi¨¦n una agradable sensaci¨®n.
Despu¨¦s, tras las victorias electorales, lleg¨® su ratificaci¨®n congresual sucesiva como secretario general del PSM. Yo finalizaba mi etapa como presidente del PSM.
En estos a?os, Tom¨¢s ajust¨® su trabajo a lo que entend¨ªa que eran sus prioridades. No hab¨ªa especiales problemas. Pero de pronto, el cielo se viene encima de G¨®mez. Hab¨ªa sustentado razonadamente su posici¨®n ante distintos miembros de la ejecutiva federal y ante nuestro secretario general y presidente del Gobierno. Hemos de agradecer a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y a Tom¨¢s G¨®mez que optaran por lo m¨¢s democr¨¢tico que contemplan nuestros estatutos: hay dos candidatos, luego debe haber elecciones primarias.
Su m¨¦rito, en ese momento, fue ser coherente y leal con sus promesas ante los afiliados y simpatizantes, respetando a su partido, y a la decisi¨®n colectiva. Mantuvo su criterio ante el secretario general del PSOE, seguro de su lealtad, sin que le atara maquinaci¨®n alguna como se fabula con resentimiento.
Pero volvamos a la discrepancia: en nuestra organizaci¨®n madrile?a existe un clima de saturaci¨®n ante propuestas salvadoras, es decir, supuestos ganadores que llegan fundamentados en distintos prestigios, ll¨¢mese popularidad u otras virtualidades que no han tenido repercusi¨®n electoral ni ideol¨®gica significativa. Hoga?o se atiende a encuestas no conocidas, anta?o no se atend¨ªa a las conocidas. ?Cuesti¨®n de ¨¦pocas!
De pronto, se soport¨® una catarata de descalificaciones inaceptables para Tom¨¢s y para quienes creemos que es el candidato adecuado ahora. Un compa?ero relevante ha llegado a decir que "a?oraba el tiempo del ordeno y mando en el partido" y a?adi¨®: "Esto tendr¨¢ consecuencias". Parecer¨ªa una amenaza, pero es inimaginable. Es simplemente una afirmaci¨®n poco afortunada, que se contradice con la notable inteligencia del autor. Solo cabe pensar que el trabajo intenso agota y determina que se aborden las primarias de Madrid con nerviosismo desproporcionado.
Tambi¨¦n alguien dijo que Tom¨¢s era el candidato de la derecha. No hay m¨¢s que leer y o¨ªr a los portavoces de la derecha estos d¨ªas, que editorializan y recomiendan vehementemente a los socialistas madrile?os pens¨¢rselo dos veces antes de votar a G¨®mez, para recomendarle al autor de dicha aseveraci¨®n que se compre otra br¨²jula de orientaci¨®n pol¨ªtica?
Los madrile?os requieren propuestas razonables, no demag¨®gicas. Que cada cual cumpla con sus responsabilidades. Lo que ayuda a alcanzar la presidencia de la Comunidad es un proceso de primarias como el que vivimos, que ha supuesto un revulsivo porque la extensi¨®n de las mec¨¢nicas democr¨¢ticas es una demanda real que est¨¢ siendo muy positivamente apreciada tanto entre los afiliados como entre la ciudadan¨ªa.
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