Hacerse los suecos, jam¨¢s
Las ra¨ªces del populismo, que actualmente recorre Europa como los cuatro apocalipsis del mismo jinete juntos, est¨¢n en nosotros. Son lo peor de nosotros. No se puede ser un buen padre si quieres que expulsen de tu tierra a los padres de otros hijos, ni ser buen hijo si lo que deseas es deshacerte de los hijos de sus padres.
A veces me cruzo con parejas de trabajadores extranjeros con sus hijos. A menudo, demasiado a menudo, ¨¦l se va pavoneando de las hostias que le va a dar a ella cuando lleguen a casa, o directamente le est¨¢ propinando sacudidas a alg¨²n miembro de su prole. A menudo, demasiado a menudo, veo a trabajadoras extranjeras charlando amigablemente y dej¨¢ndose convencer por esos curitas evang¨¦licos de supermercado, esos meapilas onanistas que cada vez m¨¢s llenan nuestras aceras y contra los que nunca decimos nada (en general, son rubios). En tales ocasiones, la bruta que sigue en m¨ª, que sigue en nosotros, gritar¨ªa: "Vete a tu pa¨ªs, a pegar a tu mujer y a tus hijos; vete a tu pa¨ªs con tus supersticiones". Pero no. Hay que elaborar el pensamiento. Sobre todo, hay que pensar. Entonces es cuando digo, para mis adentros: "Menos pol¨ªticas superficiales y populistas sobre integraci¨®n ling¨¹¨ªstica, y m¨¢s educaci¨®n elemental e integraci¨®n en valores superiores, para compartirlos con aquellos que han venido a este pa¨ªs para salir de la miseria. Que salgan tambi¨¦n del atraso, que en eso consiste la buena hospitalidad".
"No tenemos ning¨²n motivo para arrojar las culpas de la crisis sobre los inmigrantes"
Esta mierda populista que acojona tanto porque sale a la superficie en pa¨ªses socialmente tan estructurados como Suecia u Holanda -y aqu¨ª, en el PP: no nos hace falta ultra derecha, teni¨¦ndoles en casa- se halla entre la gente y, que yo sepa, la ¨²nica forma de combatirla ha sido y sigue siendo la educaci¨®n, la cual no finaliza en la escuela. Como el buen m¨¦dico, siempre al tanto de los ¨²ltimos hallazgos, nuestra formaci¨®n como personas no debe detenerse jam¨¢s.
Esa formaci¨®n es la que nos permite, entre otras cosas, distinguir entre la socialdemocracia liberal (de derechas), la socialdemocracia moderada (de derechas en lo econ¨®mico, pusil¨¢nime en lo social) y la socialdemocracia de izquierdas, que es aquello que era Olof Palme, que en paz descanse (http://elproyectomatriz.wordpress.com/2007/12/04/olof-palme-asesinato-de-una-voz-incomoda/), a quien no asesinaron impunemente hace, cielos, 24 a?os. Quienes siguen a Henning Mankell han podido encontrar, en su novel¨ªstica, pesimistas s¨ªntomas del racismo que repunta en su pa¨ªs, y de all¨ª para abajo se extiende como una mancha asquerosa. Ni Suecia ni nosotros somos lo que ¨¦ramos.
Sin embargo, no tenemos ning¨²n motivo para hacernos los suecos -o hacer como los suecos, que tampoco tienen razones- en este momento de la historia europea. Ni para echar a ciudadanos europeos gitanos, ni para arrojar las culpas de la crisis sobre los inmigrantes, ni para acosar a los periodistas que en Espa?a denuncian la persecuci¨®n a extranjeros (pobres, claro), ni para aplaudir los comportamientos xen¨®fobos, ni para adoptar esa tibia actitud: "Es que t¨² no vives cerca de ellos, no tienes que sufrirlos". ?sta es una frase que ha seguido siempre a un incendio de viviendas de los otros, justificando el racismo con la docilidad envenenada del biempensante.
El mundo existe porque nos hemos ido moviendo desde que los primeros hombres y mujeres erguidos sobre sus dos patas salieron del continente africano para mejorar su situaci¨®n, hace millones de a?os. Desde que una ameba en una charca asom¨® lo que tuviera por cabeza para cumplir su destino de avanzar. Ahora que lo pienso, hay algo profundamente judeocristiano en nuestro rechazo del otro: la noci¨®n de la partida como castigo, como expulsi¨®n, grabada en nuestro subconsciente. A Ad¨¢n y Eva los ech¨® Dios del para¨ªso, pecar tuvo como resultado partir. Y la emigraci¨®n de Ca¨ªn se produce despu¨¦s de que le abriera la cabeza, con la quijada de un asno, al plasta de Ad¨¢n, su hermano ejemplar y, seguramente, acusica. Del mismo modo, en los westerns m¨¢s aplaudidos de Hollywood, los que se quedan, los colonos, los agricultores, son retratados como mejores que los vaqueros, los forajidos, que acaban mal, por mucho que nos gusten.
El ¨²nico viaje bien visto es el del turismo. Con todo tan bien organizado que nos sintamos como en casa.
www.marujatorres.com
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