Visita guiada al camale¨®n rojo
Bankuni¨®n abre sus puertas en la Semana de la Arquitectura en homenaje a Corrales
Tras su fino bigote Jos¨¦ Antonio Corrales era un hombre serio, hacia dentro. Con un tes¨®n adolescente trabaj¨® m¨¢s all¨¢ de cumplir los 88 a?os, siempre al pie del tablero, pasando de ordenadores y de modas. Hace 10 a?os explic¨® el edificio Bankuni¨®n, una de sus tantas obras firmadas junto a Ram¨®n V¨¢zquez Molez¨²n (A Coru?a, 1922-Madrid, 1993), frente a un nutrido p¨²blico. La visita est¨¢ conservada en la colecci¨®n de v¨ªdeos El arquitecto ense?a su obra. Entre sus parcas descripciones t¨¦cnicas, Corrales solo se permiti¨® una broma: "Todo en ¨¦l es muy innovador para hace 30 a?os", dijo, "por eso los taxistas lo llamaban 'la cafetera".
Este viernes d¨ªa 8 el camale¨®n rojo de la Castellana volver¨¢ a abrir sus puertas para ser explicado. A ¨²ltima hora, como homenaje a Corrales (Madrid, 1921-2010), fallecido el 25 de julio, fue incluido entre los 16 edificios que se visitan durante la 7? Semana de la Arquitectura (www.esmadrid.com). Con camisetas rojas con una gran A, Cristina Garc¨ªa, Elena Pelayo y Pablo M. Ib¨¢?ez son los tres precolegiados (acaban de terminar la carrera o est¨¢n a punto) encargados de explicar a quien se acerque el edificio que ahora aloja la sede de la Comisi¨®n Europea. Para preparar la media hora escasa que duran las visitas se han empollado el edificio a fondo. "Lo m¨¢s dif¨ªcil es organizar un discurso para un tiempo concreto", dice Pablo. "Y tienes que adaptarte al grupo", apunta Cristina, "dependiendo de si son arquitectos, pensionistas...". Con los legos intentan evitar t¨¦rminos como "resoluci¨®n del forjado" y coinciden en que los m¨¢s preguntones son los mayores. "Tienen la curiosidad de quien est¨¢ reaprendiendo y son muy agradecidos", dice Pablo.
"Las claves del edificio se las explicas igual a todo el mundo", contin¨²a Elena: la piel de aluminio anodizado cambia de color con la luz, la fachada de mediod¨ªa tiene unas gafas at¨¦rmicas para evitar el calor y, para conseguir plantas di¨¢fanas y flexibles (y as¨ª poder colocar despachos al antojo), los pilares se sacaron al exterior. Tambi¨¦n el aire acondicionado se coloc¨® en grandes tubos exteriores que marcan el ritmo de la obra; los sacaron para ganar la altura de los falsos techos y poder meter una planta m¨¢s sin sobrepasar la cota m¨¢xima permitida. "En su estilo hay toques discretamente posmodernistas", explica Pablo, "como la reconocible b¨®veda de ca?¨®n, y detalles hi-tech como dejar a la vista la gu¨ªa de la que se descuelga la g¨®ndola para limpiar la fachada".
El viernes ser¨¢ un marat¨®n: de 10.00 a 19.00, grupos de entre siete y 15 personas pasear¨¢n por el interior del edificio; adem¨¢s, a las 12.00, habr¨¢ una breve conferencia sobre Corrales en una sala situada en las antiguas cajas fuertes del banco. Los gu¨ªas han rebuscado todos los textos sobre el arquitecto y destacan dos art¨ªculos incluidos en el libro que se public¨® cuando Corrales y Molez¨²n ganaron en 1992 la Medalla de Oro de la Arquitectura. El primero lo escribi¨® Alejandro de la Sota. Es muy ameno en su descripci¨®n de ese matrimonio complementario que formaban la pareja de arquitectos, Corrales "trabajador nato, alegre trabajador... de inveros¨ªmil velocidad y perfecci¨®n" y Molez¨²n "el divertido Ram¨®n, el de los grandes ligues, con unas manos tan sensibles c¨®mo su esp¨ªritu". Cuentan quienes les conocieron que Corrales, ordenado y met¨®dico siempre iba con corbata, mientras Molez¨²n, extrovertido e intuitivo, vest¨ªa como un marinero. S¨¢enz de O¨ªza les describi¨® as¨ª en el segundo texto: "Han pasado por la arquitectura sin un grito ni un mal gesto... Sus obras declaman, recitan, lo que ellos no quieren expresar con palabras".
Corrales, un hombre profundamente religioso y progresista, tambi¨¦n se expres¨® en verso. Sus hijos publicaron una colecci¨®n en los noventa titulada Palabras ahora. Poemas de aire machadiano que se fijan sobre todo en el paisaje: "Polvillo de primor / estepilla encendida... / abierta al cari?o / Madrid". El arquitecto pas¨® tambi¨¦n sus ¨²ltimos a?os ordenando con mimo el archivo de su inmenso legado (su familia est¨¢ decidiendo a qui¨¦n se lo cede).
Entre su obra se cuentan joyas como la delicada Casa Huarte o el singular Pabell¨®n de Bruselas, que en 1958 supuso un soplo de modernidad que no fue bien recibido por la Espa?a de pandereta. Hoy languidece, olvidado y derelicto en la Casa de Campo. "Tengo la sensaci¨®n de que no est¨¢ comprendido ni valorado, incluso por los compa?eros", dijo en 2009 Corrales, que vivi¨® lo suficiente para ver c¨®mo una de sus grandes obras se desmorona. Est¨¢n bien las medallas, las conferencias y obituarios, pero quiz¨¢s el mejor homenaje ser¨ªa conservar en pie el regalo de tantos a?os de trabajo de un hombre serio.
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