?ltimos escritos del poeta incesante
La Biblioteca Nacional rinde tributo a Miguel Hern¨¢ndez a los 100 a?os de su nacimiento
Miguel Hern¨¢ndez, el poeta del pueblo. El poeta necesario, que dec¨ªa su compa?ero de c¨¢rcel, Buero Vallejo. El poeta pastor.
Era todo eso. Pero era, sobre todo, el poeta incesante; su vida, que la guerra trunc¨® dram¨¢ticamente, estuvo signada por el amor, la amistad y los papeles. Ni un d¨ªa sin l¨ªnea.
Quienes vean ahora en la Biblioteca Nacional la exposici¨®n que marca su centenario, y que se abri¨® ayer, entender¨¢n que Miguel Hern¨¢ndez no era solo un poeta intuitivo, un ser humano pendiente de la inspiraci¨®n: estudiaba, le¨ªa. Era como una esponja. Jos¨¦ Carlos Rovira, catedr¨¢tico de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Alicante, ha preparado esta exposici¨®n, que organiza la Secretar¨ªa de Estado de Conmemoraciones Culturales (SECC) con la Biblioteca Nacional, como un homenaje y como una reivindicaci¨®n.
En Madrid no falt¨® quien acogi¨® al poeta con desd¨¦n: como Garc¨ªa Lorca Por el contrario, fue amigo de Neruda, Aleixandre, Coss¨ªo y Bergam¨ªn
Salen a la luz sus cuentos in¨¦ditos, escritos en prisi¨®n en papel higi¨¦nico Las 200 piezas de la muestra incluyen manuscritos, dibujos, cartas y fotograf¨ªas
Hasta principios de los a?os 60 no se pod¨ªa publicar sus obras ni hablar de ¨¦l La familia ha pedido la revisi¨®n del proceso sumar¨ªsimo que le infligi¨® Franco
Hern¨¢ndez no era el pastor menesteroso, el poeta que ven¨ªa a Madrid a buscar auxilio para sus versos. Estudi¨® a G¨®ngora, estuvo atento a la pintura de su tiempo; frecuent¨® a Benjam¨ªn Palencia, aprendi¨® de Maruja Mallo. En 1934, cuando ten¨ªa 24 a?os y estaba en Madrid, llevaba en su carpeta, copiados, 60 poemas de C¨¢ntico, el libro que puso a Jorge Guill¨¦n en la vanguardia. Ah¨ª subraya Hern¨¢ndez "motivos de su propio mundo pastoril". Hac¨ªa m¨ªmesis, dice Rovira, pero no copiaba, recreaba a partir de esas influencias. Era, por decirlo as¨ª, "una m¨ªmesis transformadora", capaz de leer a Neruda y a Aleixandre, sus amigos, "y escribir luego sin que transpiren en esos versos los recuerdos de sus modelos".
Rovira ha preparado esta exposici¨®n con tal entusiasmo que ayer, antes de que las autoridades (la vicepresidenta Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega; la ministra de Cultura, ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde) hicieran de la ocasi¨®n una solemnidad que ten¨ªa m¨¢s fot¨®grafos que la muestra misma, cont¨® al trote la vida y la obra del poeta como si estuvi¨¦ramos asistiendo minuto a minuto a esa biograf¨ªa simb¨®lica del dolor de Espa?a.
As¨ª entramos en la ¨¦poca de formaci¨®n (la que Gonz¨¢lez-Sinde llam¨® ayer "tiempo de esperanza"), a partir de la contemplaci¨®n de Rub¨¦n Dar¨ªo o G¨®ngora, que tan decisivos fueron en la formaci¨®n del poeta. Dice Rovira que, en ese proceso de m¨ªmesis a que someti¨® el poeta su aprendizaje, le¨ªa y repet¨ªa a Rub¨¦n Dar¨ªo como si fueran los del nicarag¨¹ense versos que ¨¦l mismo hubiera escrito; y sin embargo, le¨ªda su escritura, no tuvieron nada que ver.
Desde ese periodo esperanzado Hern¨¢ndez pas¨®, casi sin soluci¨®n de continuidad, a la ¨¦poca en que le reciben, unos mejor que otros, en Madrid. Garc¨ªa Lorca le acogi¨® con desd¨¦n, quiz¨¢ porque unos y otros se lo presentaban como un poeta capaz de escribir tiras de versos con tanta facilidad como la suya. Pero aqu¨ª acendr¨® las amistades que dej¨® en Orihuela ("su pueblo y el m¨ªo": como Ram¨®n Sij¨¦) tanto como las que encontr¨® en la capital. "Y fue un amigo sincero, verdadero, en ¨¦l no hab¨ªa falsificaci¨®n"; supieron de esa amistad Pablo Neruda y Vicente Aleixandre, y se la devolvieron con igual hondura; como Jos¨¦ Mar¨ªa de Coss¨ªo, o como Jos¨¦ Bergam¨ªn. Hasta Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, "que pon¨ªa verde a todo el mundo", habl¨® bien de Miguel, de sus versos, a pesar de que el poeta de Orihuela puso por las nubes (en el diario El Sol) Residencia en la tierra.
La guerra lo puso todo patas arriba; el compromiso de Miguel no era reflejo de la propaganda, a la que entonces tambi¨¦n se entreg¨®, sino que respond¨ªa al latido de la cultura que fue adquiriendo. En la exposici¨®n hay una grabaci¨®n preciosa, que le hace Alejo Carpentier en Par¨ªs en 1937, cuando el poeta va camino de Mosc¨², a un festival de teatro; ah¨ª est¨¢, leyendo la Canci¨®n del esposo soldado. A¨²n lleva la esperanza en el macuto.
Ah¨ª est¨¢, en las trincheras; en la exposici¨®n es el hombre de las trincheras, y tambi¨¦n el personaje rodeado por la pintura de la ¨¦poca, que Rovira y su equipo han rescatado de los archivos de Luis Quintanilla o de la Escuela de Vallecas. Los frescos de Luis Quintanilla tienen ahora el valor de reconstruir "una imagen de dolor y de tragedia" que ya marca el descenso a los infiernos de la guerra, la c¨¢rcel, la condena a muerte, la conmutaci¨®n de la pena, la muerte.
Como dec¨ªa C¨¦sar Vallejo de la vida, a Hern¨¢ndez no le dio respiro el infortunio; hubo dos procesos contra ¨¦l; los documentos del segundo proceso se desvelan aqu¨ª, aportados por el escritor alicantino Enrique Cerd¨¢n Tato [a la vista de los hechos, la familia de Miguel Hern¨¢ndez ha solicitado al Tribunal Supremo la revisi¨®n y la nulidad del procedimiento sumar¨ªsimo realizado en su d¨ªa contra el poeta por defecto de forma, informa la agencia Efe].
Pero no le cay¨® solo la muerte. Quisieron imponerle el olvido. Hasta principios de los a?os sesenta del siglo XX no se pod¨ªa publicar su obra, no se pod¨ªa hablar de ¨¦l; y desde entonces a 1976 resultaba dif¨ªcil hacerlo en Espa?a, aunque Joan Manuel Serrat (que ahora ha rescatado versos de Hijo de la luz y de la sombra) lo puso en el mapa a pesar del franquismo, gracias a sus versiones musicales. La exposici¨®n refleja bien esa contumacia de la censura franquista; no pudieron borrar al poeta, y ¨¦l mismo, que jam¨¢s estuvo sin un papel, burl¨® esa vigilancia f¨¦rrea de los a?os en que a¨²n dur¨®, en la posguerra, escribiendo incluso en papel de retrete.
Rovira encontr¨® papeles de v¨¢ter donde Miguel escribi¨® cuentos para su hijo Manuel Miguel. "Al margen de que ¨¦l afirmara en una carta que eran traducciones de cuentos ingleses", dice el comisario de la exposici¨®n, "[son, sin duda] cuatro met¨¢foras expl¨ªcitas de libertad para que las leyese su hijo, met¨¢foras de alguien que, en su escritura y su vida, quiso dejar constancia sobre todo de su voluntad de ser libre". Ah¨ª se lee, por ejemplo: "Hasta la vuelta, peque?uelos / y que no os vay¨¢is a perder / en las estrellas de los cielos. / Venid siempre al atardecer".
En ese formato r¨²stico, convertido ahora en un facs¨ªmil que es al tiempo una denuncia de la despiadada persecuci¨®n que sufri¨® el poeta, el material pone los pelos de punta. "Hace unos meses", dijo ayer en su alocuci¨®n inaugural la vicepresidenta Fern¨¢ndez de la Vega, "entregamos a los familiares de Miguel Hern¨¢ndez la declaraci¨®n de reconocimiento y reparaci¨®n personal". Y dijo la representante del Gobierno en esta nueva reparaci¨®n p¨²blica a la ignominia que sufri¨® "el poeta necesario" del que habl¨® Buero: "No podemos acabar con los horrores que Miguel Hern¨¢ndez, como tantos espa?oles y espa?olas, sufri¨® en aquel tiempo de sombras, pero s¨ª podemos hacer justicia a su memoria, que es nuestra memoria".
Esos papeles de estraza son ahora como una bandera que se vuelve contra los que quisieron condenarle a la muerte y al olvido. En la Biblioteca Nacional est¨¢ la respuesta del propio Hern¨¢ndez contra toda la ignominia que sufri¨® sin dejar en ning¨²n momento de escribir hasta cuando no ten¨ªa con qu¨¦.
Tres etapas imprescindibles en la muestra
- Cuentos del papel de v¨¢ter. En la c¨¢rcel, Miguel Hern¨¢ndez escribi¨® los cuentos para su hijo en ese soporte (foto de arriba). Hasta ahora permanec¨ªan in¨¦ditos. Una met¨¢fora de libertad.
- La censura. A Miguel Hern¨¢ndez lo persiguieron m¨¢s all¨¢ de su vida; documentos de aquel acoso implacable explican en esta exposici¨®n la dureza de la represi¨®n franquista.
- La pintura. Al poeta le apasion¨® la pintura; tuvo amigos pintores como Benjam¨ªn Palencia, Maruja Mallo o Luis Quintanilla. La muestra exhibe unos frescos impresionantes de este ¨²ltimo.
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