El s¨ª y el no
Se ha acabado la diversi¨®n para los amantes de apuestas que empe?aron sus euros por Tom¨¢s G¨®mez o por Trinidad Jim¨¦nez. No han faltado entre ellos las apuestas guiadas por apetitos y deseos de los varones atra¨ªdos por la seducci¨®n de una y las mujeres fascinadas con los atractivos del otro. Ni los machistas que prefirieron al var¨®n y no a la hembra por un mero asunto de g¨¦nero tanto como las feministas que hicieron lo contrario por lo mismo. Tampoco los amantes del glamour se abstuvieron de analizar cu¨¢l de los dos ofrec¨ªa mejor figura. En la ¨²ltima edici¨®n de la Pasarela Cibeles los modos de vestir del uno y de la otra fueron tenidos muy en cuenta para apostar. Los especialistas en marketing pol¨ªtico no han sido ajenos a esta diversi¨®n, prestos al estudio de qui¨¦n de los dos respond¨ªa a un discurso m¨¢s eficaz. Y si entre los socialistas los hay m¨¢s izquierdosos y menos, o m¨¢s derechosos y m¨¢s, tambi¨¦n estos habr¨¢n apostado, seg¨²n hicieran los candidatos a candidato un gesto u otro, dijeran esto o aquello. Y es que los dispuestos a adscribirse siempre a una cofrad¨ªa, se trate de lo que se trate, de Espa?a, de Madrid o de Aguirre y Gallard¨®n, seguro que han disfrutado tambi¨¦n en esta contienda ofrecida por los socialistas con barullo de feria.
Los seguidores del socialismo hist¨®rico y del ejemplo ¨¦tico siguieron el consejo de Peces-Barba
Pero ha acabado la fiesta. Una fiesta en la que los partidarios de la obediencia jer¨¢rquica miraron a los ojos de Jos¨¦ Blanco y entendieron enseguida cu¨¢l deb¨ªa ser para ellos la elegida. Pero los seguidores del socialismo hist¨®rico y del ejemplo ¨¦tico miraron a Gregorio Peces-Barba y siguieron el consejo del ilustre profesor. En medio de todo -tambi¨¦n los elitistas tomaron partido- apareci¨® cierta vieja guardia del PSOE, no se sabe si a arreglar cuentas con alguien, a favor de s¨ª mismos, o a favorecer a Jim¨¦nez, suponiendo que apoyaban a G¨®mez, mientras la joven guardia o la guardia del poder apoyaba a veces a G¨®mez, con los ¨ªmpetus entusiastas que suelen arredrar al que se pretende estimular, convencidos sin duda de que apoyaban a Jim¨¦nez. El propio ministro de Interior, convencido de apoyar a Trinidad, result¨® un decisivo apoyo para el secretario general de los socialistas madrile?os.
Los devotos de Zapatero no dudaron de cu¨¢l ten¨ªa que ser su posici¨®n siguiendo la palabra del maestro, y los detractores del presidente, los de su casa y los de fuera, disfrutaron apunt¨¢ndose a la opci¨®n que pusiera m¨¢s en compromiso al l¨ªder socialista. Se dir¨ªa que los que en este trance apoyaban m¨¢s a Zapatero, incluido el propio Zapatero que no ocult¨® su preferencia, hac¨ªan un flaco favor al presidente. Pero a unos y a otros debi¨® sacarlos de duda Esperanza Aguirre cuando dijo que Jim¨¦nez y G¨®mez eran lo mismo, es decir, Zapatero. Y la verdad es que en este caso ninguno de los dos candidatos a candidato os¨® poner un pero a la previsible manifestaci¨®n de Aguirre: ambos se declararon seducidos por el liderazgo de Zapatero. Deber¨¢n agradecer, pues, a la incontenida presidenta su relativa discreci¨®n en la campa?a de las primarias, sin hacer da?o con un posible apoyo suyo a aquel de los dos al que pudiera temer m¨¢s.
Todos los bandos han prometido ser desde el domingo una pi?a con el inequ¨ªvoco vencedor, Tom¨¢s G¨®mez, pero mucho gusta al espa?ol sentirse de su equipo y enfrentarse al otro como para que ahora, pelillos a la mar, traicionen sus bander¨ªas. As¨ª que los acostumbrados al conmigo o contra m¨ª, unidos ahora a la manifestaci¨®n del victorioso, es posible que se hayan prometido no olvidar. Pero otro tanto ocurrir¨¢ con los medios. Por supuesto, con los no destacados por su amor al PSOE, a los que las primarias les ha llevado a interesarse con ins¨®lita generosidad por el bien de los socialistas, y tambi¨¦n para los pocos que, dese¨¢ndole al PSOE que le vaya bien, tienen su corazoncito y en consecuencia su m¨¢s o menos disimulada preferencia.
Ahora dicen unos que lo que toca es decidir entre Aguirre y Tom¨¢s G¨®mez, pero dicen otros que en todo caso, y pase lo que pase, perder¨¢ Zapatero. Lo de Zapatero no toca en 2011, pero es obvio que camina a 2012 con una chinita madrile?a en el zapato. No se sabe si se la ha puesto ¨¦l mismo por masoquista o se la han colocado los s¨¢dicos que bien lo quieren. Dijo Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, de cuya lealtad al presidente no cabr¨¢ dudar, digo yo, que G¨®mez pasar¨¢ a la historia por haber dicho no a Zapatero. Lo que queda por ver es si a Zapatero le favorecen m¨¢s los que le dicen s¨ª que los que se atreven a decirle no. Es posible que Rubalcaba crea saberlo, pero la realidad, como pas¨® el domingo, se atreve a veces a desmentir incluso a Rubalcaba.
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