La democracia en los partidos
La elevada participaci¨®n (el 81% del censo de socialistas madrile?os) en la consulta interna del pasado domingo para elegir al candidato a la presidencia de la comunidad, que dio la victoria a Tom¨¢s G¨®mez sobre Trinidad Jim¨¦nez por casi cuatro puntos, muestra la fuerza de arrastre de las primarias cuando los militantes son invitados a tomar las decisiones colectivas. Pero el art¨ªculo 6 de la Constituci¨®n, seg¨²n el cual la estructura y el funcionamiento interno de los partidos deber¨¢n ser democr¨¢ticos, es interpretado por sus dirigentes no como un mandato vinculante, sino como una exhortaci¨®n program¨¢tica. Asociaciones voluntarias financiadas con dinero p¨²blico, los partidos limitan el ejercicio de derechos fundamentales de sus afiliados como la libertad de expresi¨®n (para hacer p¨²blicas sus opiniones cr¨ªticas), la libertad de asociaci¨®n y reuni¨®n (para formar tendencias y corrientes dentro de las organizaciones), y la tutela judicial efectiva (para recurrir contra las sanciones disciplinarias).
Las primarias pueden crispar las diferencias en los partidos, pero no las inventan
Las primarias son convocadas rara vez en el PSOE (14 citas para las elecciones del pr¨®ximo 22 de mayo) y no est¨¢n ni se les espera en el PP (pese a los esfuerzos de ?lvarez Cascos en Asturias); UPyD anuncia su prop¨®sito de aplicar en adelante sin restricciones ese procedimiento. Las elecciones internas partidistas importadas de Estados Unidos ser¨ªan en Espa?a una v¨ªa democratizadora si esa pr¨¢ctica nacida en un sistema presidencialista lograse un acomodo dentro del r¨¦gimen parlamentario y fuese exigible en todas las formaciones pol¨ªticas. Al fin y al cabo, el art¨ªculo 23 de la Constituci¨®n reconoce el derecho de todos los ciudadanos a acceder en condiciones de igualdad a los cargos p¨²blicos y a participar en la vida pol¨ªtica de manera directa o por medio de representantes electos.
La eventual generalizaci¨®n de las primarias tal vez ayudara a conseguir que los partidos no sean los bienes cuasipatrimoniales de unos dirigentes reproducidos por cooptaci¨®n. Los porcentajes de afiliaci¨®n partidista respecto a los votos ciudadanos son hoy raqu¨ªticos; el censo del PSM (18.000 afiliados) representa poco m¨¢s del 1% de los ciudadanos que respaldaron al PSOE en las legislativas de 2008 (1.400. 000 personas).
Las primarias suelen ser acusadas de fracturar a los partidos y romper su unidad interna. Pero ese razonamiento invierte las relaciones de causa y efecto, presentando como semilla lo que es su fruto y como consecuencia lo que es su origen: en realidad, se limitan a sacar a la luz divisiones internas sofocadas por dirigentes que tratan de beneficiarse de su enterramiento. Sin duda, un torpe tratamiento de las primarias puede exasperar y crispar las discrepancias dentro de los partidos, pero en ning¨²n caso las inventan.
La designaci¨®n de Trinidad Jim¨¦nez por el presidente del Gobierno como cabeza de lista auton¨®mica del PSOE y las presiones ejercidas en paralelo sobre Tom¨¢s G¨®mez para que renunciara a su candidatura fueron presentadas inicialmente como el mandato obligatorio de una encuesta -sin paternidad conocida- realizada 10 meses antes de los comicios de mayo que situaba a la ministra de Sanidad muy por delante del secretario general del PSM. Pero la resistencia de Tom¨¢s G¨®mez a dejarse torcer el brazo en ese pulso y su exigencia de que se celebrasen primarias -aceptada por el presidente Zapatero- hicieron cambiar el terreno del debate desde la demoscopia electoral a la m¨ªstica de la unidad partidista. Dos pesos pesados del Gobierno, los ministros Blanco y Rubalcaba, irrumpieron como elefantes en cacharrer¨ªa para culpar al secretario general de los socialistas madrile?os por hacer el juego a la derecha y por ser el hombre que dijo 'no' a Zapatero.
La imprudente interferencia del presidente del Gobierno en el vidrioso proceso de la designaci¨®n del candidato (m¨¢xime despu¨¦s de sus err¨®neas apuestas por Trinidad Jim¨¦nez en 2003 y por Miguel Sebasti¨¢n en 2007 para la alcald¨ªa de la capital) y su pifia como profeta del desenlace de las primarias le presentan como el gran derrotado por la victoria de Tom¨¢s G¨®mez. Sin embargo, no es ni el ¨²nico ni el principal responsable de ese tropiezo, que refleja su p¨¦rdida de autoridad dentro del PSOE a medida que los sondeos le van siendo desfavorables. La asociaci¨®n de maledicentes formada por los ministros Blanco y Rubalcaba conculc¨® con sus bastos ataques a Tom¨¢s G¨®mez las reglas de juego limpio. Y el aire risue?o, dicharachero y meloso de la ministra de Sanidad, con sus adolescentes llamamientos a la ilusi¨®n y el apasionamiento en la vida pol¨ªtica, fue neutralizado por el bregado, opaco y discreto ex alcalde de Parla. De aqu¨ª al 22 de mayo de 2011 tirios y troyanos tendr¨¢n la oportunidad de curar las heridas abiertas en esta batalla, a menos que la pasi¨®n les ciegue.
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