Generosidad
La admiraci¨®n por uno o dos libros acertados de un autor no es rara, pero la fidelidad a toda una obra resulta menos usual. Mario Vargas Llosa ha sabido gan¨¢rsela como pocos autores contempor¨¢neos entre much¨ªsimos lectores de todo el mundo. Y ello aunque su caso cuenta con una dificultad a?adida: lo notorio de sus posturas pol¨ªticas, que han evolucionado profundamente a lo largo de los a?os.
Conozco no pocos adictos al gran novelista que despotrican contra sus elogios a Mrs. Thatcher o algunas otras tomas de partido, pero son los primeros que corren a la librer¨ªa en cuanto anuncian otro libro firmado por ¨¦l. En todo lo que narra Vargas Llosa hay una verdad y una trasparencia objetiva que derrotan a los resabios de cualquier ideolog¨ªa: es lo que podr¨ªamos llamar el amor art¨ªstico a lo humano, la profunda compasi¨®n (o simpat¨ªa, si preferimos la etimolog¨ªa griega) que comprende el desasosiego de sus semejantes y vibra literariamente con ¨¦l. Ese humanismo aut¨¦ntico, pr¨¢ctico, incluso misionero (porque nos hace c¨®mplices de la humanidad que a trav¨¦s de la lectura se nos descubre) constituye la urdimbre final de su visi¨®n del mundo. Incluso quienes discuten sus conclusiones ideol¨®gicas aceptan la suprema honradez de sus premisas narrativas: tal es su fuerza y su grandeza, tal es tambi¨¦n el reto -el "mas dif¨ªcil todav¨ªa"- que arrostra con cada uno de sus libros.
Incluso quienes discuten sus ideas aceptan sus premisas narrativas
El escritor comprometido est¨¢ presente sobre todo en sus art¨ªculos
La palabra, que a algunos parecer¨¢ anticuada y los desconcertados intentar¨¢n buscar en Wikipedia, es "compromiso". Y en nada se refleja de forma tan n¨ªtida el escritor comprometido Vargas Llosa como en sus art¨ªculos de prensa. Cuando uno ha conseguido un rinc¨®n period¨ªstico desde el que hacerse o¨ªr, la tentaci¨®n narcisista lleva a deslumbrar y no a iluminar: a sacarle maravillosamente los ojos al lector en lugar de abr¨ªrselos, que hubiera dicho Madame du Deffand. Hacerse valer con cualquier pretexto y elegir un tema caprichoso o erudito como el McGuffin sabiamente arbitrario con el que Hitchckok promov¨ªa sus enredos. A veces el resultado es muy divertido e inteligente, elegante, pero a otros no les basta. No le basta a Vargas Llosa, cuyo compromiso estriba en poner su excelencia literaria de articulista al servicio de lo m¨¢s ¨²til: describir lo complejo y perplejo de la realidad para potenciar los requisitos de la libertad. Por eso no le gustan los temas ingeniosamente anodinos o inocuos, sino aquellos que comprometen en el campo de liza y con los que uno se gana m¨¢s adversarios que admiradores. Acudir a la cita no en la balsa que se deja llevar por la corriente sino en el fr¨¢gil pero a¨²n as¨ª altivo esquife que remonta "contra viento y marea", seg¨²n sus propias palabras.
Aunque nadie me lo pida y sin pedir permiso, hablar¨¦ de m¨ª. El lema que en mi estima define a Mario es el de "generosidad". Es generoso en la opulencia de sus ficciones, dram¨¢ticas y sensuales, desesperadas y liberadoras; es generoso en su curiosidad que a nada renuncia, que todo lo explora y escudri?a, que lo mismo agota una biblioteca para documentar un libro que atraviesa el desierto para conocer Irak sin intermediarios; es generoso en su compromiso pol¨ªtico, cuando tan f¨¢cil es acertar siempre callando o manteniendo una cauta ambig¨¹edad como vemos todos los d¨ªas en quienes nunca arriesgan ni su comodidad ni su reputaci¨®n; es generoso siempre en su tratar de entender y no intentar desentenderse, en su contagioso af¨¢n de hacernos entender. Tiene la generosidad del talento y su talento es er¨®tico: o sea excitante pero tambi¨¦n procreador. Y ante la generosidad nada conviene salvo la desconcertada gratitud: tres d¨¦cadas despu¨¦s de mi inicial asombro al descubrirle, que sigue renov¨¢ndose libro tras libro, solo puedo decirle la palabra sagrada y que invoca lo sagrado: gracias. Y ten por segura la feliz felicitaci¨®n de tu fiel finalista del Planeta, Mario, ahora que est¨¢s en tu reino...
Babelia
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