"La ola roja nos arrancaba la piel"
Los afectados por el vertido en Hungr¨ªa esperan cirug¨ªa pl¨¢stica tras pasar m¨¢s de tres horas sumergidos en el fango abrasivo - El lodo t¨®xico ya ha llegado al Danubio
En la planta de traumatolog¨ªa del Hospital Provincial de Veszpr¨¦m, en Hungr¨ªa, se escuchan gritos. Salen de la habitaci¨®n en la que est¨¢ ingresada Eva Horv¨¢th, de 35 a?os. Tiene todo el cuerpo quemado y se duele de la cura que le practican las enfermeras. En la habitaci¨®n contigua, su marido, Karoly, de 38, gira el cuello como si le doliera a ¨¦l. Sobrecogido, pide que cierren la puerta para atenuar el volumen de los aullidos y poder contar, con medio cuerpo quemado, c¨®mo sorprendi¨® a su familia la ola de barro abrasiva. "Fue como una pel¨ªcula de Hollywood, como el tsunami que vimos por la tele pero en rojo. Cre¨ªamos que era una inundaci¨®n normal, hasta que al rato empec¨¦ a sentir c¨®mo el agua roja nos arrancaba la carne. Fue horrible".
"Nadie nos dijo que era t¨®xico. Fuimos a casa a cortar la luz", dice Karoly
"No volver¨¦, no dormir¨ªa sabiendo que los residuos est¨¢n ah¨ª arriba"
Karoly, que est¨¢ en una amplia estancia con otros cinco enfermos, es de las pocas personas del mundo a las que les ha pasado por encima un vertido de residuos t¨®xicos muy corrosivos. El lunes, volv¨ªa de pescar en la piscifactor¨ªa que hay junto al pueblo de Devecser, cuando se rompi¨® una balsa con restos de aluminio de una firma minera, que ha arrasado 40 kil¨®metros cuadrados de tres condados (Veszpr¨¦m, Gy?r-Moson-Sopron y Vals), dejando cuatro muertos, cinco desaparecidos, 150 heridos y varios cientos de evacuados de sus hogares.
"Nos dijeron que ven¨ªa una riada, y fuimos a casa corriendo a cortar la luz. Nadie nos dijo que era un producto t¨®xico". Karoly y su familia se vieron sorprendidos por la riada t¨®xica. "El agua ven¨ªa desde varias direcciones y llegaba a medir dos metros. Consegu¨ª subir a mi hija, de 11 a?os, a un primer piso, pero cuando volv¨ª a por mi mujer no pude moverme. El agua me llegaba a los hombros y me empujaba contra una pared". A partir de ah¨ª, "comenzaron a cruzar el pueblo troncos arrastrados por el agua, muebles flotando, coches y hasta un cerdo vivo". Sus dos caballos, asegura, chillaban y pateaban atados en el establo. "El sonido de los caballos es como de pesadilla, nunca lo olvidar¨¦".
Los vecinos de Devecser, como los de Kolontar, unos kil¨®metros r¨ªo arriba, pensaron que era una avenida cualquiera. "En esta tierra hay mucha bauxita, as¨ª que es normal que en una riada el agua se ponga roja. Jam¨¢s pens¨¦ que pod¨ªa venir de la balsa", resume Karoly. No tardaron en notarlo. ?l y su esposa estuvieron m¨¢s de tres horas sin poder moverse con el agua hasta el hombro. "Sent¨ªamos c¨®mo el agua nos arrancaba la piel". Karoly tiene las dos piernas vendadas, con quemaduras de primer y segundo grado y el torso salpicado de heridas.
Junto a ellos estaba su primo Janos, barrendero de 38 a?os, que luce un bigotillo, un aro en la oreja izquierda y el nombre de su ex mujer tatuado en el pecho. Hoy est¨¢ ingresado en la planta de dermatolog¨ªa del mismo centro. ?l est¨¢ menos afectado porque llevaba un impermeable que limit¨® las quemaduras en el cuerpo y se mueve en silla de ruedas por el centro. "La mujer de Karoly comenz¨® a flaquear y casi se ahoga. Pasadas m¨¢s de tres horas bajo el agua, la ola roja baj¨® y un tractor nos sac¨® con una pala", recuerda.
A poca distancia de all¨ª, aguantando los embates de la marea roja colgada de la puerta del garaje, estaba Imrene Gaifer, una en¨¦rgica mujer de 75 a?os. "Ten¨ªa tanto miedo que no me dol¨ªan las quemaduras", cuenta en otra habitaci¨®n del mismo hospital. Le han dicho que se tendr¨¢ que quedar meses ingresada porque tiene heridas muy profundas en las piernas y la espalda.
Imrene recuerda con tristeza la p¨¦rdida de su gatito Schwarzy, de sus pollos, de las ocho cajas de manzanas reci¨¦n recogidas y del arc¨®n frigor¨ªfico de 300 litros en el que ten¨ªa congelados 15 pollos para regalar a su familia en Navidad. Considera un milagro que el gallo se salvara y lamenta no haber huido por intentar subir al primer piso el cortac¨¦sped el¨¦ctrico.
Ni ella si sus vecinos de habitaci¨®n en el hospital saben que muy poca gente en el mundo ha estado sometida a un l¨ªquido corrosivo tanto tiempo y vive para contarlo. El vertido de la balsa de la empresa MAL ten¨ªa una acidez de 13 (en una escala de cero a 14). Eso implica que era enormemente abrasivo. Otros derrames similares, como el de Aznalc¨®llar (Sevilla), se produjeron en zonas deshabitadas. Cuando por fin el agua se fue, Karoly, vendedor de objetos de segunda mano que importa de Austria, recuerda que de la casa no quedaba nada: "Solo hab¨ªa una s¨¢bana limpia, en la que envolv¨ª a mi mujer para que la llevaran al hospital". Su hija est¨¢ ingresada en la UVI con quemaduras en el trasero, pero, seg¨²n Karoly, es m¨¢s por precauci¨®n que por la gravedad de su estado. Los tres tienen claro que no volver¨¢n a vivir a sus casas, ni cerca del arroyo Torna ni bajo las balsas de MAL: "No podr¨ªa dormir sabiendo que los residuos est¨¢n ah¨ª arriba. Ni salir de casa y dejar a mi familia ah¨ª", resume Karoly. Imrene asegura que ignoraba el contenido de las balsas: "Pens¨¦ que era algo s¨®lido, nunca un l¨ªquido".
El director general del hospital, Je¨¹n¨¹ Racz, no oculta la grave situaci¨®n de algunos de los pacientes: "Recibimos 29 afectados por la riada, de los que quedan siete ingresados. Algunos necesitar¨¢n cirug¨ªa pl¨¢stica para reparar las heridas". El resto hasta los m¨¢s de 130 que fueron hospitalizados fueron llevados a otros centros por todo el pa¨ªs. Racz explica que el caso m¨¢s grave que atendieron fue un ni?o de tres a?os con los dos ojos da?ados por el t¨®xico: "Fue trasladado a Budapest, donde esperan salvarle la vista", resume circunspecto este hombre serio, ex ministro de sanidad h¨²ngaro, en su despacho. Los especialistas a¨²n no tienen clara la composici¨®n del vertido ni por tanto son capaces de predecir los efectos sobre la salud a medio y largo plazo.
Mientras los enfermos se recuperan, el vertido sigue su curso al margen de las autoridades h¨²ngaras. El Ejecutivo admiti¨® ayer que en la confluencia del r¨ªo Raba con el Danubio (a unos 110 kil¨®metros de la fuga) se hab¨ªa detectado por la ma?ana una acidez de 9,3, muy por encima de lo tolerable para la fauna. Aunque ayer mismo por la ma?ana la direcci¨®n general de Desastres consideraba absolutamente imposible que la marea t¨®xica llegara al Danubio, se rindi¨® a la evidencia ante la aparici¨®n de peces muertos y de datos an¨®malos. Esa alcalinidad (todo lo que est¨¦ por encima de siete es un exceso en el r¨ªo) solo pod¨ªa proceder de los restos del vertido. Las autoridades comenzaron a medir la acidez del r¨ªo en Budapest. Consideran que ser¨¢n capaces de controlar el vertido antes de que pase de sus fronteras.
Efectos en el ecosistema
- Expansi¨®n del lodo. El vertido de lodos saturados de metales pesados de la empresa de aluminio MAL ha anegado alrededor de 40 kil¨®metros cuadrados en los que viven 7.000 personas. Hasta ahora ha causado cuatro muertos y alrededor de 150 heridos.
- Contaminaci¨®n del agua. Los an¨¢lisis de pH del agua contaminada que ha llegado al Danubio muestran un nivel de 9, muy por debajo de los resultados de ayer en el r¨ªo Marcal (con un ¨ªndice de 13), donde el vertido ha causado la muerte de toda la vida acu¨¢tica en un tramo de unos 40 kil¨®metros. A¨²n as¨ª, la alcalinidad se encuentra por encima de los niveles normales (entre 6,5 y 8,5).
- Cuenca del Danubio. M¨¢s de 60 millones de personas viven en la cuenca del Danubio en los 10 pa¨ªses que cruza. En los 2.800 kil¨®metros que recorre desde la Selva Negra hasta el Mar Negro, el gran r¨ªo y sus afluentes constituyen un rico ecosistema, en el que viven 5.000 especies animales y 2.000 vegetales.
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