Discriminar por decreto
Israel exigir¨¢ a los no jud¨ªos un juramento de lealtad al Estado sionista para nacionalizarse
Las marchas y contramarchas de ofertas, trueques y preacuerdos para la negociaci¨®n en el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª es tan compleja, contradictoria y casi siempre f¨²til que si no se tratara de un problema del que depende la paz en la zona, habr¨ªa que considerarlo un mero baile diplom¨¢tico.
El ¨²ltimo movimiento del jefe de Gobierno israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu, es una oferta. Si la Autoridad Palestina (AP), que preside el moderado Mahmud Abbas, asume una pr¨®xima ley en la que se exige que los no jud¨ªos juren "lealtad al Estado jud¨ªo" para naturalizarse ciudadanos, el l¨ªder sionista extender¨ªa la moratoria, que expir¨® el 26 de septiembre, sobre la expansi¨®n de asentamientos en los territorios ocupados, pero solo en Cisjordania, lo que permitir¨ªa seguir edificando, como hasta ahora, en la Jerusal¨¦n ¨¢rabe.
La AP hab¨ªa interrumpido las negociaciones de paz, iniciadas a mediados del mes pasado, exigiendo que cesara la construcci¨®n de viviendas, con el argumento, muy razonable, de que una de las partes no pod¨ªa seguir devorando el territorio objeto de disputa, en el que el Gobierno palestino pretende aposentar un d¨ªa su Estado soberano.
Fuentes del Gobierno de Abbas han rechazado ya, aunque en t¨¦rminos de una cierta ambig¨¹edad, la propuesta israel¨ª, que no solo es discriminatoria sino de grav¨ªsimas consecuencias. El reconocimiento de Israel como Estado jud¨ªo cerrar¨ªa la puerta a la futura admisi¨®n de pocos o muchos de los cuatro millones de refugiados, descendientes de los 900.000 que fueron directa o indirectamente expulsados de Palestina en el curso de dos guerras, las de 1948 y 1967; abrir¨ªa tambi¨¦n la puerta a la deportaci¨®n del mill¨®n y pico de palestinos que hoy son ciudadanos de Israel. Un Estado jud¨ªo no es lo mismo que un Estado para los jud¨ªos, puesto que en el primero no cabr¨ªa quien no perteneciera a esa comunidad, m¨¢s hist¨®rica y religiosa que racial o ling¨¹¨ªstica, mientras que en el segundo, que es el actual, s¨ª puede vivir una minor¨ªa ¨¢rabe. Y tambi¨¦n es una medida discriminatoria, porque equivale a que un Estado exija, por ejemplo, como requisito para acceder a la nacionalidad, una profesi¨®n de fe cat¨®lica o de cualquier otra religi¨®n. Argentina, sin llegar tan lejos, exigi¨® hasta las modificaciones constitucionales de 1991 ser cat¨®lico para llegar a la presidencia.
El presidente estadounidense hab¨ªa pedido a Netanyahu una nueva moratoria, aunque solo de dos meses. Lo que hace pensar que lo que preocupa a Barack Obama es que su atribulado partido, el dem¨®crata, llegue a las elecciones del 2 de noviembre, que renuevan la C¨¢mara baja y un tercio del Senado, al menos con las conversaciones en marcha. Una moratoria que no sea total -y la anterior ten¨ªa m¨¢s agujeros que un colador- prolongada y sin nuevos costes, como el reconocimiento de la judeidad del Estado, servir¨¢ de poco. Por eso el baile diplom¨¢tico est¨¢ abocado a una accidentada carrera de obst¨¢culos.
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