Las vallas fronterizas de la UE
Han pasado cinco a?os desde que 11 inmigrantes murieron al intentar entrar por Ceuta y Melilla. Estas dos ciudades son los iconos de la comunidad cerrada, o complejo residencial, en que se ha convertido Europa
Se cumple un lustro de la crisis inmigratoria que situ¨® a las fronteras de Ceuta y Melilla bajo el foco global de atenci¨®n informativa. A finales de septiembre de 2005, centenares de inmigrantes subsaharianos trataron de acceder a la UE a trav¨¦s de los per¨ªmetros terrestres de las dos ciudades norteafricanas. Cinco de ellos cayeron v¨ªctimas de los disparos de las patrullas fronterizas. En total murieron 11 inmigrantes, y muchos m¨¢s resultaron heridos por el material cortante que coronaba las vallas.
La envergadura inusitada de los intentos de entrada, as¨ª como la de la fuerza utilizada por los guardias fronterizos, impactaron de lleno en el debate pol¨ªtico-medi¨¢tico nacional e internacional. Ahora, los cinco a?os de perspectiva ponen de manifiesto que lo acontecido represent¨® un punto de inflexi¨®n hist¨®rico con respecto al tratamiento de la inmigraci¨®n en el contexto de la UE.
Lo ocurrido represent¨® un punto de inflexi¨®n en el tratamiento de la inmigraci¨®n por la UE
Marruecos contribuye a la vigilancia de unas fronteras que considera ileg¨ªtimas y coloniales
En primer lugar, los sucesos evidenciaron de forma cruda que, en plena era de la globalizaci¨®n, grandes cantidades de personas persiguen entrar en otros pa¨ªses en b¨²squeda de refugio y/o de una vida mejor, pero no lo consiguen. Avalanchas, asaltos y ataques a las vallas fueron algunas de las met¨¢foras guerreras utilizadas para narrar lo sucedido. Sin embargo, a aquellos inmigrantes no les mov¨ªa la violencia, sino una compleja mezcla de esperanza y desesperaci¨®n. Sus intentos de entrada deber¨ªan ser interpretados como un cri de cour contra el blindaje de una parte del planeta donde no son bienvenidos, y que ilustran n¨ªtidamente las vallas de los enclaves africanos de la UE. Con dolor, lo acaecido en 2005 puso de relieve que la gesti¨®n de los flujos migratorios deb¨ªa trasladarse a la cima de la agenda pol¨ªtica Europea.
En segundo lugar, lo ocurrido marc¨® el inicio de un nuevo ciclo en cuanto a la pol¨ªtica de fronteras exteriores de la UE se refiere. Ceuta y Melilla son ahora los dos puestos fronterizos de la Uni¨®n m¨¢s intensamente securizados. Adem¨¢s, sorprendentemente, Marruecos contribuye con ah¨ªnco a la vigilancia de unas fronteras que considera ileg¨ªtimas y coloniales. Fue en 2005 cuando la UE emprendi¨® la carrera hacia la militarizaci¨®n de su per¨ªmetro. Durante el lustro transcurrido, se ha avanzado a gran velocidad hacia la creaci¨®n de un cuerpo europeo de guardias fronterizos y el presupuesto de Frontex se ha acrecentado de forma exponencial. Sin lugar a dudas, el perfil exterior de la UE no ha vuelto a ser el mismo.
El r¨¦gimen fronterizo de la UE discrimina a la gente sobre la base de su procedencia. Si se analiza la lista de pa¨ªses a cuyos ciudadanos se les exige un visado para entrar en la UE, y que con frecuencia no consiguen, sorprende ver que en ella aparece un n¨²mero significativamente alto de pa¨ªses musulmanes y/o en v¨ªas de desarrollo. As¨ª, de manera impl¨ªcita, existe una fuerte inclinaci¨®n hacia el filtraje en funci¨®n de la religi¨®n y del nivel de riqueza del forastero. La existencia de esta lista conlleva que ciertos inmigrantes sean arrojados al saco de la irregularidad y sean vistos como una carga a repartir entre los Estados miembros de la UE. No obstante, ser irregular o ser una carga no son rasgos innatos de nadie. Son los Gobiernos quienes definen y construyen estas categor¨ªas. El estrangulamiento de las v¨ªas de entrada a la UE genera un c¨ªrculo vicioso entre el incremento artificial de los irregulares y el incremento del p¨¢nico moral entre la poblaci¨®n. De dicho c¨ªrculo se nutren los pol¨ªticos populistas a la caza de votos y, en esta tesitura, el clima antiinmigraci¨®n se extiende por toda Europa. As¨ª lo atestiguan la creciente popularidad de la extrema derecha ultranacionalista y la coincidente ret¨®rica discriminatoria con respecto a los inmigrantes en general, y a los musulmanes en particular, que recorre pa¨ªses como Holanda, Suecia, B¨¦lgica, Dinamarca e Italia, o, por otra parte, pr¨¢cticas como la deportaci¨®n de gitanos rumanos en Francia.
Asimismo, a nivel global, desde 2005 el blindaje frente a la inmigraci¨®n ha pasado a ser una estrategia copiada por otras potencias occidentales, a menudo conectada de forma sospechosa con la ret¨®rica de la guerra contra el terror. Se han levantado nuevos muros entre, por ejemplo, Estados Unidos y M¨¦xico, e Israel y Palestina. Pero la estrategia de fortificaci¨®n frente a ciertas categor¨ªas de inmigrantes es moralmente err¨®nea, puesto que discrimina en funci¨®n del lugar de nacimiento, y no de las aptitudes y competencias que se poseen. Adem¨¢s, la estrategia ha demostrado ser ineficaz, ya que el n¨²mero de cruces ilegales no ha disminuido, sino que ha aumentado.
El cierre del paso a trav¨¦s de Ceuta y Melilla foment¨® el desarrollo de un perverso juego del gato y el rat¨®n entre inmigrantes y guardias fronterizos, y canaliz¨® los flujos hacia nuevas rutas m¨¢s peligrosas. En protesta por el silencio que acompa?a a las muertes de inmigrantes indocumentados fallecidos en su intento de acceder a la UE, el recuento de muertes es realizado por organizaciones alternativas, como United Against Racism o No Borders. Estimaciones aproximadas indican que el n¨²mero de muertos, desde el cierre de las fronteras exteriores del espacio Schengen en 1993, ronda los 13.000.
Mientras tanto, en Ceuta y Melilla, sobre el terreno y en contradicci¨®n con la ret¨®rica de invasiones criminales que acompa?a en ocasiones a la din¨¢mica inmigratoria, se est¨¢ forjando otra realidad territorial. Esta se caracteriza por una v¨ªvida y creciente interacci¨®n transfronteriza. Da cuenta de ello la intensificaci¨®n de los flujos de trabajadores y consumidores que discurren entre las ciudades espa?olas y las provincias marroqu¨ªes de Tetu¨¢n y Nador. As¨ª, la cotidianeidad en torno a las fronteras de la UE en ?frica se ha convertido en una suerte de ejercicio acrob¨¢tico. El d¨ªa a d¨ªa en estos escenarios fronterizos oscila entre la pol¨ªtica de reforzamiento del per¨ªmetro dise?ada por la UE e implementada por Espa?a, y el deseo de las ciudades aut¨®nomas de interrelacionarse con un entorno marroqu¨ª cuya econom¨ªa se encuentra lista para el despegue.
Sin embargo, pese a las nuevas transformaciones que se manifiestan sobre el terreno, la militarizaci¨®n del per¨ªmetro fronterizo no parece que vaya a disminuir, a raz¨®n del sentimiento antiinmigraci¨®n que anida en la UE. Cada vez m¨¢s, el r¨¦gimen fronterizo de la UE combina la liberalizaci¨®n de la movilidad laboral para los ciudadanos de la Uni¨®n en las fronteras interiores con la selecci¨®n estrat¨¦gica de inmigrantes de fuera de la UE, dando la bienvenida preferiblemente solo a los que a?aden valor econ¨®mico. As¨ª, m¨¢s que a la tan cacareada met¨¢fora de la fortaleza, la UE empieza a parecerse a una gated community. Es decir, adopta el perfil de una comunidad cerrada, un complejo residencial en el cual, impulsados por el miedo al crimen y la percepci¨®n de una potencial p¨¦rdida de bienestar e identidad cultural, los acaudalados se atrincheran, separ¨¢ndose del resto de la sociedad. De este modo, la UE no ayuda a reducir las diferencias de desarrollo, sino que las incrementa. De igual forma, aviva lo que ella misma ha definido como un problema, la inmigraci¨®n ilegal, y cimienta un r¨¦gimen de apartheid global.
Han transcurrido cinco a?os desde que 11 inmigrantes perdieron la vida cuando trataban de cruzar los per¨ªmetros terrestres de Ceuta y Melilla. En gran medida, la reacci¨®n de Espa?a y de la UE en su conjunto se fundament¨® en el endurecimiento de los controles y de la instalaci¨®n securitaria. En paralelo, cada vez m¨¢s, la migraci¨®n global es percibida como una amenaza, y no como una invitaci¨®n al replanteamiento de la responsabilidad global de la UE. Ante el recuerdo de los sucesos de 2005, desear¨ªamos poder decir: ?Nunca m¨¢s! Sin embargo, tememos que solo podemos concluir de forma pesimista. Nos asusta pensar que, en cuesti¨®n de tiempo, el episodio puede repetirse en alg¨²n otro segmento del ahora reforzado y elevado contorno exterior de la UE.
Henk van Houtum, Radboud University Nijmegen. Xavier Ferrer-Gallardo, Radboud University Nijmegen-Universitat Aut¨°noma de Barcelona.
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