Vientos a precio de ganga
Una tesis denuncia las escasas tarifas que se pagan por ocupar terrenos e¨®licos
En La?as, en el municipio coru?¨¦s de A Ba?a, disfrutan de la calma propia de una peque?a parroquia rural. Un silencio por el que teme C¨¢ndido Iglesias, ganadero, cuando habla de las muchas preocupaciones que le despierta la posibilidad de que sus tierras pasen a estar ocupadas por aerogeneradores. Si se construye el parque e¨®lico de Vilamarti?o -proyectado por la gallega Galenova sobre seis parroquias de A Ba?a y Val do Dubra-, su ganado pastar¨¢ bajo algunos de sus 19 molinos.
?l y sus vecinos supieron del parque cuando fue autorizado, en 2007. Y desde entonces hasta este verano, denuncian, no volvieron a tener noticias del proyecto. "Un d¨ªa llegaron representantes de una consultor¨ªa con los contratos redactados y con la amenaza de la expropiaci¨®n para urgirnos a firmar", explica Iglesias. Una situaci¨®n que provoc¨® que las dudas, la desconfianza y la sensaci¨®n de desamparo se extendiesen entre los afectados.
En algunos acuerdos de compraventa se abonan c¨¦ntimos por metro cuadrado
Los contratos est¨¢n repletos de desventajas para los propietarios
"Ese es el procedimiento habitual", lamenta la economista Rosa Mar¨ªa Regueiro, que acaba de presentar en la Universidad de Santiago de Compostela su tesis X¨¦nese e desenvolvemento do sector e¨®lico en Galicia (1995-2010): marco institucional, aspectos econ¨®micos e efectos ambientais. Regueiro ha estudiado a fondo los n¨²meros que han dejado 15 a?os de presencia de aerogeneradores en el paisaje gallego -desde que un decreto regulase por primera vez, en 1995, la implantaci¨®n de parques e¨®licos- para concluir que las carencias legislativas han modelado un sector en el que los grandes perdedores son los propietarios de los terrenos donde se asientan los parques, en los que han revertido muchos menos beneficios que en otros modelos de gesti¨®n.
La forma de compensaci¨®n predominante en Galicia es el alquiler o compra de los terrenos sobre los que se proyectan estas instalaciones. Y de ah¨ª surgen con frecuencia situaciones como la que denuncian en A Ba?a y Val do Dubra. "La primera perversi¨®n del sistema es la idea de que el suelo adquiere valor con la instalaci¨®n del parque. Y no es as¨ª: un parque se instala sobre un terreno porque ¨¦ste posee potencial e¨®lico", explica Regueiro. Pero estos terrenos -que normalmente son suelos r¨²sticos o forestales de bajo rendimiento, ya que la exposici¨®n a fuertes vientos reduce la vegetaci¨®n- son valorados de acuerdo a sus usos previos. Por eso, una de las propuestas que se derivan de la investigaci¨®n es la de crear una categor¨ªa especial de suelo para catalogar estas tierras, d¨¢ndole una valoraci¨®n adecuada a su potencialidad econ¨®mica.
Para dilucidar cu¨¢l es la retribuci¨®n justa para los propietarios de las tierras -"y de su viento", apostilla C¨¢ndido Iglesias- Regueiro propone en su investigaci¨®n un m¨¦todo de c¨¢lculo que, teniendo en cuenta las horas anuales de viento que se registran en un terreno y la inversi¨®n necesaria para la puesta en funcionamiento del parque, establece la compensaci¨®n m¨ªnima - dejando un amplio margen de beneficios para las e¨®licas- en seis euros por kilovatio instalado. Revisando contratos de los ¨²ltimos 15 a?os, se ha encontrado con que las retribuciones en Galicia oscilan entre uno y tres euros. Hay que tener en cuenta que el valor de seis euros se obtiene en los niveles m¨ªnimos de viento para la instalaci¨®n de aerogeneradores, establecido en torno a las 1.800 horas anuales. Y en algunos parques gallegos llegan a registrarse m¨¢s de 3.000.
Los n¨²meros tampoco son alentadores en el caso de la compraventa. En los contratos estudiados a lo largo de la investigaci¨®n pueden encontrarse valoraciones de c¨¦ntimos por metro cuadrado. El r¨¦cord negativo lo tienen terrenos en Muros pagados en 1997 a 22 c¨¦ntimos, y el precio m¨¢s alto registrado en estos ¨²ltimos 15 a?os se queda en los 2,24 euros alcanzados hace una d¨¦cada en As Pontes. Sobre la expropiaci¨®n -una amenaza frecuente- explica Regueiro que, de llegar a ese proceso, los precios son muy bajos.
A la desinformaci¨®n sobre los precios se suman otras peque?as trampas, advierte Regueiro. "La letra peque?a de algunos contratos incluye una cl¨¢usula que responsabiliza a los propietarios del desmantelamiento del parque al final de su vida ¨²til", advierte. Las empresas se van y el terreno vuelve a sus due?os con aerogeneradores y l¨ªneas de evacuaci¨®n incluidas.
No es la ¨²nica atadura que firman los propietarios. La mayor parte de los contratos contempla la posibilidad de que la empresa renuncie al contrato antes de su vencimiento sin que los propietarios reciban ninguna compensaci¨®n. No es un derecho rec¨ªproco. "E incluso llegaron a recogerse penalizaciones a los propietarios en caso de descenso de la producci¨®n", a?ade Regueiro.
Entre los peores modelos del mundo
El diagn¨®stico de Regueiro ante las carencias del sector e¨®lico gallego es claro: "Hace falta una concepci¨®n integral del sector, algo que aqu¨ª nunca ha tenido desarrollo legislativo". Y al analizar otros modelos implantados en Europa y en todo el mundo concluye que Galicia es uno de los peores lugares para poseer un terreno ventoso. En Dinamarca, Holanda, Lituania, Jap¨®n o China se obtienen m¨¢s beneficios.
"Dinamarca disfruta del modelo m¨¢s beneficioso para los propietarios", cuenta Regueiro, "porque ha desarrollado una ley estatal en la que contempla a todos los agentes: la administraci¨®n legisla, los propietarios son accionistas con voz y voto a trav¨¦s de las cooperativas que gestionan los parques, la industria desarrolla los aerogeneradores y las entidades financieras ofrecen apoyo econ¨®mico".
El resultado: la e¨®lica es hoy una energ¨ªa vista con buenos ojos por la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n danesa, no solo como alternativa a las energ¨ªas f¨®siles sino tambi¨¦n como un recurso econ¨®mico que ha revertido en el conjunto de la sociedad.
Pero en Galicia la implantaci¨®n de la energ¨ªa e¨®lica ha ido acompa?ada de un creciente desencanto. La sensaci¨®n de expolio que genera el modelo de compensaci¨®n, los constantes enfrentamientos partidistas, la opacidad alrededor de sus consecuencias medioambientales y una baja incidencia en el empleo han alimentado la desafecci¨®n. "Nunca se ha legislado en favor de los propietarios. Y la ¨²ltima ley es incluso regresiva en este aspecto", lamenta Regueiro.
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