El caso Lev¨¦
Es dif¨ªcil saber lo que buscaba ?douard Lev¨¦ al quitarse la vida d¨ªas despu¨¦s de entregar Suicidio a su editor. Tras leer r¨¢pidamente la novela, el editor debi¨® de advertir algo extra?o y, no sin inquietud, le pregunt¨® a Lev¨¦ si el libro no estaba anunciando su muerte. Lev¨¦ le contest¨® con evasivas, pero lo cierto es que poco despu¨¦s se ahorc¨®, dejando tras ¨¦l una obra bastante unitaria y abierta a tres dimensiones: la escritura, la fotograf¨ªa y la pintura. Como fot¨®grafo aspiraba a una especie de hiperrealismo existencialista. Una de sus mejores series, y que m¨¢s representa su actitud literaria y est¨¦tica, es la que dedic¨® al pueblo franc¨¦s llamado Angoisse (angustia). A Lev¨¦ no le gustaba alterar las fotograf¨ªas. "Ni embellezco ni afeo las cosas", confiesa en Autorretrato (451 Editores). Con esa disposici¨®n fotografi¨® Angoisse, sin aditivos de ning¨²n tipo. La serie produce una impresi¨®n extra?a, y por efecto del mismo nombre, todo en Angoisse parece impregnado de angustia: el bar, la iglesia, la discoteca, las zonas de recreo, el cementerio, la plaza, la entrada y salida del pueblo con letreros que dicen angustia. Su experiencia como pintor la resume as¨ª en Autorretrato: "Ejerc¨ª la pintura de 1991 a 1996. Pint¨¦ quinientos cuadros, vend¨ª unos sesenta, tengo cien almacenados, y el resto lo quem¨¦". Como escritor Lev¨¦ no se muestra menos sorprendente y ha dejado tras ¨¦l cuatro libros: Obras, Diario, Autorretrato y Suicidio. Obras consiste en una lista de obras posibles que no fueron realizadas: exposiciones, colecciones de museo, posibles obras de teatro, fotograf¨ªas, v¨ªdeos, instalaciones de todas las caracter¨ªsticas... El estilo de Lev¨¦ naci¨® con este libro escrito en un lenguaje despojado de emociones, que va dibujando una imagen del mundo agobiantemente desnaturalizada. Diario, su segundo libro, es tambi¨¦n enga?oso desde su mismo t¨ªtulo, pues se trata en realidad de un peri¨®dico donde todas las noticias (internacionales, de sociedad, de sucesos, de econom¨ªa, de deportes, de cultura, as¨ª como los anuncios y las gu¨ªas de cine, teatro y televisi¨®n) aparecen despojadas de nombres propios. El resultado es un extra?o relato, tan hiperrealista como abstracto, de nuestro mundo, con un efecto ir¨®nico parecido al que produce su primer libro. Despu¨¦s vinieron Autorretrato y Suicidio, que forman un d¨ªptico existencial. En Autorretrato Lev¨¦ configura un retrato poli¨¦drico de su persona, dej¨¢ndose llevar por el pensamiento involuntario m¨¢s que por la memoria involuntaria. Evitando los puntos y aparte, va tejiendo un texto sobre s¨ª mismo en el que hierven en una misma sustancia textual pensamientos, recuerdos, deseos, desilusiones, proyectos, frustraciones, acontecimientos, gustos, disgustos, aseveraciones, sentencias, miedos, angustias y meditaciones. Todo lo que ser¨ªa una persona pero desde todos los ¨¢ngulos, sucedi¨¦ndose ininterrumpidamente hasta el punto final. Ya pasado el ecuador de Autorretrato, Lev¨¦ empieza a dar posibles claves de interpretaci¨®n de su ¨²ltimo libro, Suicidio. Por ejemplo, en la p¨¢gina 90 confiesa: "Un d¨ªa le dije a mi psicoanalista: 'No disfruto de lo que poseo', y me ech¨¦ a llorar". M¨¢s adelante a?ade: "En ¨¦pocas de depresi¨®n me hago la imagen mental del entierro que sigue a mi suicidio, hay muchos amigos, tristeza y belleza, el acontecimiento es tan conmovedor que me entran ganas de vivirlo...". Parad¨®jico p¨¢rrafo donde la vida significa muerte, pues se supone que s¨®lo muertos podremos "vivir" nuestro propio entierro. En la ¨²ltima p¨¢gina de Autorretrato, el narrador habla de un amigo que se peg¨® un tiro en la cabeza, aparentemente sin justificaci¨®n. Suicidio va a versar justamente sobre ese amigo, ese suicidio, y ese mundo perdido y vuelto a encontrar en las infinitas esquinas del recuerdo y la obsesi¨®n. El relato est¨¢ concebido en segunda persona y adquiere desde el principio un aire interrogativo y conjetural. Lev¨¦ ir¨¢ enjuiciando el hecho desde diferentes planos del sentimiento y el pensamiento, conformando un retrato muy vivo de su amigo muerto, pero ya pasada la mitad de la narraci¨®n parece claro que se produce una osmosis entre Lev¨¦ y el suicida, y que ya es Lev¨¦ el que est¨¢ hablando de s¨ª mismo y de su posible muerte. Nos hallamos ante una novela inclasificable que te deja la cabeza en una dimensi¨®n donde lo especulado, lo deseado y lo temido parecen conformar una ¨²nica naturaleza, casi un ¨²nico destino. La vida y la obra de Lev¨¦ espantan por su simetr¨ªa, su limpieza, su redondez y su crueldad de samur¨¢i. Desde Mishima no se conoc¨ªa un empe?o tan definitivo en hacer de la vida y la muerte una experiencia tan acoplada a la obra como las dos mitades de un lenguado o las dos caras de Jano.
Suicidio
?douard Lev¨¦
Traducci¨®n de Julia Osuna Aguilar
451 Editores. Madrid, 2010
102 p¨¢ginas. 14,50 euros
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