Destellos del Broadway barcelon¨¦s
Soy paraleleb¨ªpedo: a los cuatro a?os ya recorr¨ªa el Paralelo. De la mano de mi abuela, peinadora y amiga de Raquel Meller, ¨ªbamos a llevarle la tartera a mi abuelo, que tocaba el viol¨ªn (y el piano, y el tromb¨®n de varas) en el Espa?ol de Los Vieneses, en el C¨®mico de Joaqu¨ªn Gasa, en el Apolo de Colsada. Siempre sab¨ªamos d¨®nde encontrarle: o en el foso de la orquesta o en el cine Hora, para echar una cabezadita entre funci¨®n y funci¨®n. Compart¨ªamos la tartera bajo el cartel eterno de Esp¨¦rame en la luna y luego volv¨ªa al tajo, hasta las mil. Conoc¨ª aquel fulgor de lentejuelas y piernas (a mis ojos) descomunales, y las risas, y la m¨²sica, y los bares que no cerraban nunca, pero tambi¨¦n los fosos infernales donde los m¨²sicos se asfixiaban, y los camerinos apestando a sudor, y las jornadas esclavistas: durante a?os, lustros, siglos, mi abuelo y sus cuates se cascaron dos funciones diarias. Solo libraban un d¨ªa al a?o, el Viernes Santo, cuando ni siquiera se pod¨ªa silbar en la calle so pena de multa.
El Paralelo, como toda gran empresa, era una m¨¢quina de picar carne humana, y Los Vieneses a?ad¨ªan al picaje la precisi¨®n austroh¨²ngara. Dirigidos por el triunvirato Arthur Kaps-Franz Joham-Herta Frankel, Los Vieneses fueron los incontestables monarcas del Paralelo y las primeras figuras legendarias de mi infancia. Ocupaban, contaba mi abuelo, una planta completa del Hotel Oriente, en las Ramblas. Hac¨ªan espect¨¢culos suntuos¨ªsimos, lubitschianos, siempre con la palabra "Viena" en el t¨ªtulo, a guisa de talism¨¢n: hileras de fracs relucientes, rubias con cabello de huevo hilado y muslos de mantequilla fresca (eran a?os de racionamiento) y ni?os acordeonistas, coros de marionetas, pistas giratorias, escenograf¨ªas dise?adas por el gran Ert¨¦. Se afincaron en el Espa?ol y llegaron a comprarlo. En el C¨®mico mandaba Joaqu¨ªn Gasa, con el viejo Alady, rey de la pasarela, como director esc¨¦nico: era un productor "a la americana", aunque sus espect¨¢culos intentaban seguir el patr¨®n de las variedades francesas del Olympia o Bataclan.
El Apolo era feudo de Colsada, que m¨¢s que empresario parec¨ªa un apoderado taurino, y el t¨¢ndem Luis Cuenca-Pedro Pe?a lideraba un estilo amamantado (nunca mejor dicho) en el Mart¨ªn y La Latina. Al fondo, el Molino de Johnson y Escamillo y Olga Vidalia, con sus procacidades ingenuas, con la humildad del variet¨¤ italiano, y naranjadas en platea y vino espumoso (disfrazado de champ¨¢n) en los palcos.
?Cu¨¢ndo comenz¨® el declive? Buena pregunta. En los sesenta, los viejos del lugar (mi abuelo, por ejemplo) hablaban con nostalgia de los treinta y del gran Manolo Sugranyes y sus extraordinarias revistas, todas con t¨ªtulos dobles: Yes-Yes, Kiss-Kiss, Oui-Oui. Luego te enterabas de que el imperio de Sungranyes dur¨® cinco a?os, y los todav¨ªa-m¨¢s-viejos te dec¨ªan que la verdadera edad de oro hab¨ªa sido la de Ferr¨¢n Bay¨¦s, el mentor de Sugranyes, y los bisabuelos dec¨ªan, a su vez... Cortemos la espiral. El Paralelo, que hab¨ªa sido la gran avenida insomne de los veinte y los treinta, reemergi¨® en los cincuenta porque la gente segu¨ªa empe?ada en ser un poco feliz a un precio tolerable y se fue a pique en los primeros sesenta. Mi abuelo se?alaba dos culpables: la televisi¨®n y el seiscientos. Y ten¨ªa raz¨®n. El publicista V¨ªctor Sagi convenci¨® a Los Vieneses de que la televisi¨®n les permitir¨ªa ampliar el mercado con muchos menos costes, y as¨ª nacieron las variedades de Amigos del Lunes en los estudios de Miramar, con Johan y Re como maestros de ceremonias, a las ¨®rdenes de Kaps, y con estrellas invitadas del calibre de Marlene Dietrich, Ludmilla Tcherina o Josephine Baker. Fue su cima y su sentencia: ?para qu¨¦ ir al teatro, si pod¨ªas verles gratis por la tele? Poco m¨¢s tarde lleg¨® el "coche utilitario" y los barceloneses comenzaron a salir a escape los fines de semana. Cambi¨® el ocio, cambiaron los gustos. En 1962 cay¨® el C¨®mico. Poco m¨¢s tarde, el Nuevo se convirti¨® en el primer Cinerama de Barcelona. Y al Molino solo iban los muy viejos. O los muy progres: o sea, nosotros. Durante los setenta y los ochenta, los mozos y mozas de mi generaci¨®n todav¨ªa hac¨ªamos la ruta que enlazaba la Bodega Bohemia con la Bodega Apolo, aunque a veces la nostalgia de las viejas glorias se hac¨ªa irrespirable, pero era barato, estaba vivo y cerraba tarde. Luego, como casi todo el mundo, cambiamos de calle. Se deja de ir a una zona como se deja de ir a un bar, como la gente dej¨® de ir de juerga a Atlantic City o los Catskills.
Hoy el Paralelo recuerda a una calle de las afueras de una ciudad de provincias, y tres teatros (Apolo, Victoria, Condal) suscitan poca m¨ªtica. Empresarios y gestores culturales dejaron que se hundieran El Molino y el Arnau. Ten¨ªan raz¨®n: no eran rentables. O sostenibles. El Ayuntamiento vendi¨® (o cedi¨®, no s¨¦) el Espa?ol a la SGAE. Arteria Paral¡¤lel, el nuevo local, es un espacio estupendo, todav¨ªa nebuloso, pero de alg¨²n modo (como Nit de Sant Joan, su espect¨¢culo de apertura) es el anti-Paralelo, el Paralelo liofilizado. En cuanto al nuevo Molino, habr¨¢ que ver si de su capullo saldr¨¢n mariposas o polillas de dise?o. A fin de cuentas, lo que importa es lo que se inventa, no lo que se recalienta.
Geograf¨ªa futura de una m¨ªtica avenida
- El Molino. Ma?ana reabre sus puertas totalmente renovado despu¨¦s de 13 a?os de cierre con un espect¨¢culo inaugural sorpresa a cargo del director del grupo The Chanclettes. La empresa Ociopuro ha invertido 15 millones en el proyecto. Acoger¨¢ un festival de burlesque, otro de tangos y los martes lo dedicar¨¢ a flamenco bajo la direcci¨®n de la cantaora catalana Mayte Mart¨ªn.
- Arteria Paral¡¤lel. La sala es de titularidad municipal pero la gestionar¨¢ la SGAE durante 10 a?os. Se inaugur¨® el 20 de septiembre con Nit de Sant Joan.
- Los resistentes. La avenida no tiene ning¨²n cine, pero ya cuenta con los teatros Vict¨°ria, Apolo y Condal. El Arnau (casi en ruinas y en manos de una iglesia cat¨®lica china) podr¨ªa recuperarse con la intervenci¨®n municipal. En el solar del viejo Tal¨ªa, que lleva a?os abandonado, se especula con abrir otro teatro.
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