"La Guerra Civil ha de ir ya al trastero"
"Entre sus lectores incondicionales m¨¢s lo que aporta el galard¨®n, de 300.000 ejemplares no bajaremos", echan sus c¨¢lculos unos directivos de Planeta mientras controlan desde la lontananza el marat¨®n de entrevistas que Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) mantiene apenas 10 horas despu¨¦s de haber obtenido los 601.000 euros del 59? Premio Planeta. Y es que Ri?a de gatos. Madrid, 1936, a la venta el 5 de noviembre, parece contener la p¨®cima del ¨¦xito: trama detectivesca, iron¨ªa marca de la casa y el trasfondo de los meses previos a la Guerra Civil. Todo apunta a una novela de gama alta de uno de los escritores m¨¢s reputados hoy en las letras espa?olas.
Pregunta. A los 35 a?os de la aparici¨®n de su referencial y premiada La verdad sobre el caso Savolta obtiene el Planeta. No est¨¢ mal el triple salto...
"Primo de Rivera era un memo, pero sobre ¨¦l se construy¨® 40 a?os un pa¨ªs"
Respuesta. No hay que darle muchas vueltas. S¨ª, esa novela fue importante para m¨ª y parece ser, dicen, para las letras espa?olas de los setenta, pero las cosas son como son; hubo un componente de oportunidad: si hubiera salido en 1973 o en 1977 quiz¨¢ no hubiera tenido el impacto que logr¨®; por otro lado, presentarse al Planeta tiene hoy otras lecturas a las de hace unas d¨¦cadas, han cambiado mucho las cosas: cuando empec¨¦, escribir era un vicio solitario y elitista, ahora es un trabajo, una profesi¨®n que incluso se ense?a; yo no conoc¨ªa a un solo autor, hoy salen por televisi¨®n y forman parte de la red social, lo que tiene un punto de peligrosidad, de tentaci¨®n egoc¨¦ntrica y narcisista que, por edad y capacidad, a m¨ª no me afectar¨¢.
P. No hab¨ªa tocado la Guerra Civil, ?por qu¨¦ ahora?
R. Es un tema que fui a buscar por todo lo de la Ley de Memoria Hist¨®rica. Me interesaba ver c¨®mo era la Guerra Civil antes de la Guerra Civil, cuando nadie sab¨ªa que lo acabar¨ªa siendo, c¨®mo se fue haciendo d¨ªa a d¨ªa, ver la dimensi¨®n del desconcierto, de la ignorancia de lo que pod¨ªa pasar y constatar c¨®mo la escalada de discursos acab¨® condenando a la gente a hacer cosas que quiz¨¢ no quer¨ªan o no sab¨ªan... Y as¨ª te das cuenta de que esa desgracia la movieron generales borrachos, seudofascistas sin ideas claras, revolucionarios que no sab¨ªan ni lo que era la revoluci¨®n...
P. El joven ingl¨¦s despistado que llega al Madrid de la primavera de 1936 para tasar un cuadro se cruza con Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera. ?Por qu¨¦ ¨¦l y no el ambicioso Franco o el estrafalario Queipo de Llano?
R. Porque fuera de hagiograf¨ªas de la ¨¦poca, tiene poca bibliograf¨ªa y es un tipo interesant¨ªsimo, muy representativo de la ¨¦poca: un personaje muy corto de luces y perfectamente irresponsable, de f¨¢cil manipulaci¨®n; los historiadores coinciden en que era un memo, pero sobre ¨¦l se cre¨® la columna vertebral de un pa¨ªs durante 40 a?os, lo que dice poco de ese pa¨ªs.
P. ?Qu¨¦ tal lo del revisionismo hist¨®rico sobre ese periodo?
R. ?Ah, no! Lo de 1936 lo tengo muy claro: la culpa en una pelea la tiene quien la empieza; no valen excusas de que es que el otro hizo antes tal... Y quien la empez¨® fue un cabroncito bajito que todos conocemos.
P. ?Qu¨¦ ha de hacer la sociedad espa?ola con esta guerra?
R. Pues hallar su punto justo entre el olvido y una presencia constante pero no como la que desean y para lo que desean algunos. Ha de estar junto a la batalla de las Navas de Tolosa y la conquista de Granada, ha de colocarse en su lugar y eso comporta, con todo respeto, que parte de su sitio sea ir ya al trastero. Entre otras cosas, para evitar la trivializaci¨®n del tema y que se llegue a lo de ahora, cuando ya vale cualquier relectura del hecho.
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