?Para qu¨¦ tengo amigos?

Mar¨ªa Vilalta

"M¨¢s all¨¢ de las diferencias superficiales, los amigos te apoyan cuando m¨¢s los necesitas"

42 a?os. Separada y con dos hijas. Coordina proyectos de comunicaci¨®n. Tras su separaci¨®n matrimonial encontr¨® la fortaleza para seguir adelante gracias al apoyo de sus amigos y familia.

"Hace seis a?os me separ¨¦ de mi marido. Super¨¦ aquella adversidad gracias al cari?o y la compa?¨ªa de mis dos hijas -que son mi motor, mi ilusi¨®n y mi legado- y de mi familia y mis amistades. A su lado me sent¨ª arropada, lo que me dio fuerzas para levantarme y seguir mi camino. Fue un regalo poder compartir mi estado de ¨¢nimo con personas de confianza, que estaban ah¨ª para escucharme y animarme. Gracias a mis amigos me fue mucho m¨¢s f¨¢cil comprender y aceptar el cambio que aquella ruptura supon¨ªa en mi manera de vivir la vida. No me cabe la menor duda de que todo habr¨ªa sido mucho m¨¢s dif¨ªcil y doloroso si hubiera tenido que afrontar aquellas circunstancias en soledad. A ra¨ªz de aquella experiencia he aprendido que un verdadero amigo es el que sabe comprenderte, siendo capaz de ponerse en tu lugar, sin juzgarte. Nuestra forma de ser y de comportarnos en el presente es el resultado de las experiencias y el aprendizaje interior que realizamos frente a las adversidades. Aunque todos somos ¨²nicos y diferentes, siempre podemos compartir(nos) y disfrutar de nuestra mutua compa?¨ªa. El reto es gozar de la amistad con flexibilidad. Hay amigos con los que puedes mantener una conversaci¨®n profunda y sin embargo no compartes gustos ni opiniones en otras ¨¢reas de la vida. Unos son madrugadores y otros trasnochadores. Unos son deportistas y otros m¨¢s apalancados. M¨¢s all¨¢ de estas diferencias superficiales, los amigos son los que te ofrecen su apoyo, su sonrisa, su silencio, su conversaci¨®n y, en definitiva, su tiempo y su presencia cuando m¨¢s lo necesitas. De hecho, para m¨ª los verdaderos amigos son aquellos que te hacen crecer, mejorar y madurar en este camino de aprendizaje que es la vida. As¨ª, la amistad es el arte de saber cuidar al otro, que es el querer m¨¢s puro, pues los verdaderos amigos solo se desean lo mejor el uno al otro".

"Hay peque?os detalles que dicen mucho m¨¢s que cualquier palabra grandilocuente sobre la amistad"

"La amistad basada en el inter¨¦s, la obligaci¨®n y la necesidades utilitarista y egoc¨¦ntrica"

"La verdadera amistad se construye cuando no existe la necesidad, tan solo el goce de compartir con el otro"

El p¨¢jaro tiene su nido. La ara?a tiene su tela. Y el ser humano tiene la amistad". Son palabras del poeta ingl¨¦s William Blake (1757-1827), que, como tantos otros escritores, fil¨®sofos y sabios, reflexion¨® sobre el lugar sagrado que pueden ocupar los amigos en nuestra existencia. Todo depende de los pilares (nuestras creencias y valores) sobre los que construimos este v¨ªnculo, que inevitablemente va cambiando en la medida en que cambiamos la relaci¨®n que mantenemos con nosotros mismos.

Aunque se le parezca, no es lo mismo la amistad que mantienen los ni?os que la que comparten los adolescentes. Ni tampoco la que desarrollan muchos adultos, que dista bastante de la que cultivan las personas maduras e independientes emocionalmente. En todos estos casos, las motivaciones que nos llevan a relacionarnos con nuestros amigos son muy diferentes, as¨ª como las formas de practicar la amistad y los resultados de satisfacci¨®n que finalmente cosechamos.

De hecho, hay tantas maneras de entender y de vivir la amistad como seres humanos habitan en este mundo. En general, la palabra "amigo" no es m¨¢s una etiqueta que le ponemos a una persona con la que compartimos de manera especial un momento dado de nuestra vida. Y, como se?ala Mar¨ªa Vilalta, esta flexibilidad tambi¨¦n est¨¢ presente en la cantidad (duraci¨®n) de tiempo que compartimos y en la calidad (profundidad) que le damos a este v¨ªnculo afectivo. Tanto es as¨ª, que hay personas que consideran a sus amistades como parte de su familia, e incluso otros que afirman abiertamente no tener amigos.

Rafael Manzanera

"Soy un hombre afortunado: mi mujer es mi mejor amiga"

57 a?os. Casado y con tres hijos. M¨¦dico. Los amigos han sido una parte fundamental de su vida, pues le han ayudado a convertirse en la persona que es hoy.

"Al pensar en la amistad me vienen a la cabeza, espont¨¢neamente, veinte personas con las que a lo largo de mi vida he construido un profundo v¨ªnculo afectivo. Sin duda alguna, se trata de uno de los tesoros m¨¢s preciados de mi vida. Recuerdo c¨®mo siendo todav¨ªa un ni?o, algunos amigos y amigas me ayudaron a compensar mis carencias y a llenar mi soledad. A veces eran personas muy parecidas a m¨ª, y otras, muy distintas, tanto en origen como en condiciones sociales. A su lado me sent¨ªa muy querido. Tanto, que me llenaban el coraz¨®n de esperanza, permiti¨¦ndome so?ar y vislumbrar el futuro con alegr¨ªa y optimismo. Algo despu¨¦s, en la juventud, nuevos amigos me ense?aron a gozar de la vida cotidiana, del deporte, la m¨²sica, el cine y el teatro. Juntos aprendimos a valernos por nosotros mismos, implic¨¢ndonos en la sociedad en la que viv¨ªamos. Ya en la universidad y?en el ¨¢mbito laboral, pude compartir con ellos mis problemas y afrontar situaciones dif¨ªciles. Entonces descubr¨ª que los verdaderos amigos est¨¢n presentes en el goce y en el dolor. Para m¨ª, la amistad es una de las cimas m¨¢s elevadas que podemos alcanzar como seres humanos: implica honrar y encarnar valores como la lealtad, la confianza y el amor. He descubierto que los amigos con los que en alg¨²n momento de tu existencia conectaste emocionalmente, incluso una vez se han ido para siempre, permanecen en tu coraz¨®n. Y qu¨¦ decir de mi mejor amiga y compa?era del alma: mi mujer, lo mejor que me ha pasado nunca. Soy muy afortunado, pues conectamos a todos los niveles: mental, emocional, f¨ªsico y espiritual. Adem¨¢s, a estas alturas de la vida estoy aprendiendo a reinventarme, reinventando as¨ª mi manera de relacionarme con ella y con el resto de mis amigos. Para todos ellos solo tengo palabras de agradecimiento. Conocerlos ha hecho que mi existencia haya sido m¨¢s plena y llena de sentido".

Los primeros amigos que hacemos en nuestra vida los conocemos en la guarder¨ªa, todav¨ªa en pa?ales. Juntos aprendemos a hablar, a leer, a escribir, a dibujar y a compartir. En ese estado de inocencia disfrutamos los unos de los otros casi sin darnos cuenta. En este contexto de "amistad infantil" apenas tenemos la oportunidad de elegir con qui¨¦n nos relacionamos. Y no solo eso. Al carecer de la capacidad de complicarnos emocionalmente la existencia, el juego y el cari?o son el motor de todas nuestras relaciones. Y, al igual que le sucede a Rafael Manzanera, muchos de nosotros seguimos llevando en nuestro coraz¨®n a estos amigos de la infancia.

Con los a?os, algunos de estos compa?eros nos acompa?an tambi¨¦n en las aulas del colegio y del instituto. Ya no compartimos l¨¢pices de colores, sino tabaco y bromas afiladas. A su lado nos sorprende ver c¨®mo a los chicos nos crece el mostacho, y a las chicas, los pechos. Y de c¨®mo nos salen granos en la cara, al tiempo que empezamos a entrar en conflicto con nuestros padres, que, resignados, nos repiten una y otra vez que estamos en "la edad del pavo".

Inseguros y desorientados, nos adentramos en la denominada "amistad adolescente", que suele caracterizarse por formar parte de un grupo de amigos con quienes nos sentimos plenamente identificados. De hecho, en muchas ocasiones, "al estar tan faltos de confianza y autoestima, entre todos los miembros se crea una personalidad colectiva, que no solo promueve un pensamiento ¨²nico, sino que tambi¨¦n limita la esencia individual de cada persona", explica el reconocido soci¨®logo italiano Francesco Alberoni, autor de La amistad.

La "amistad adolescente" tambi¨¦n se caracteriza por tener un mejor amigo, con quien desarrollamos un v¨ªnculo basado en una dependencia excesiva. En algunos casos "podemos llegar a volvernos adictos a la compa?¨ªa de esa persona, al igual que sucede con los miembros del grupo", sostiene Alberoni. En su opini¨®n, "la mayor motivaci¨®n de este tipo de amistad suele ser la b¨²squeda de placer y diversi¨®n".

Amparados por el c¨¢lido refugio que representa nuestro grupo de amigos, "cuando somos adolescentes tratamos desesperadamente de posponer enfrentarnos a nuestra sombra". Es decir, "a nuestro miedo a la soledad (por no ser nuestro mejor amigo), al vac¨ªo (por no saber disfrutar sin est¨ªmulos externos) y a la libertad, lo que pone de manifiesto que tememos tomar las riendas de nuestra vida", afirma este experto.

Nuria Gonz¨¢lez Novoa

"La amistad es el mayor acto de generosidad desinteresada hacia otra persona"

30 a?os. Soltera. Trabaja en 'marketing'. Tras quedarse sin trabajo, pudo comprobar qui¨¦nes eran sus verdaderos amigos.

"A veces es necesario que nos pase algo malo para que nos demos cuenta de qui¨¦nes son realmente nuestros amigos. Ahora est¨¢ muy de moda tener 500 'amigos' en Facebook, crey¨¦ndonos afortunados porque cuando montamos una fiesta no nos faltan invitados, ni tampoco invitaciones a todo tipo de eventos. Pero ?cu¨¢ntos de esos 'amigos' nos dejar¨ªan dinero si lo necesit¨¢ramos? ?Cu¨¢ntos de esos 'amigos' tirar¨ªan de sus contactos para ayudarnos a encontrar trabajo? ?Cu¨¢ntos de esos 'amigos' estar¨ªan a nuestro lado si perdemos a un ser querido? Seguramente la lista se reducir¨ªa considerablemente. Lo digo por experiencia. Hace unos meses me qued¨¦ sin trabajo. Fue un palo terrible, teniendo en cuenta la situaci¨®n de incertidumbre en la que nos encontramos. Mi autoestima acab¨® por los suelos. Durante este tiempo me he llevado algunas sorpresas -buenas y malas- sobre qui¨¦nes cre¨ªa que iban a estar a mi lado, dada la estrecha relaci¨®n que ten¨ªamos, y qui¨¦nes finalmente lo han estado. Las mejores sorpresas han venido de las personas con las que tal vez hab¨ªa compartido menos tiempo y m¨¢s gratamente han respondido. Hay peque?os detalles que dicen mucho m¨¢s que cualquier palabra grandilocuente sobre la amistad. Me refiero a ese amigo que te ofrece su ayuda para encontrar trabajo sin ped¨ªrselo; a ese otro que te saca de casa cuando no quieres salir, pero sabe que lo necesitas, e incluso a un tercero que te invita cuando en realidad est¨¢ peor que t¨² econ¨®micamente, pero tiene trabajo y t¨² no... Todos estos actos se hacen de manera desinteresada. Para m¨ª, el desinter¨¦s es la ra¨ªz de la verdadera amistad. Y esta es como una semilla que se planta y se cultiva, pero para que crezca y d¨¦ sus frutos hay que observarla, mimarla, escucharla y hablarle al o¨ªdo. Solo as¨ª podemos saber lo que el otro necesita y poder d¨¢rselo, logrando que la amistad dure muchos a?os".

Lo curioso de la "amistad adolescente" es que se sabe cu¨¢ndo empieza, pero no cu¨¢ndo termina. En algunos casos, "la presi¨®n ejercida por el grupo es tan alta y la autoestima de sus miembros tan baja, que estos se siguen reuniendo con la misma frecuencia, incluso cuando la media de edad ha superado la treintena", apunta el soci¨®logo Francesco Alberoni. Como en cualquier otra relaci¨®n afectiva construida sobre el apego emocional, tomar la decisi¨®n de romper con el grupo es un asunto dif¨ªcil y, en ocasiones, doloroso.

De hecho, "se sabe de personas que siguen fichando por no soportar el sentimiento de culpa que implica sentir que se est¨¢ abandonando a los amigos", subraya Alberoni. En otros casos, "este v¨ªnculo se mantiene por una cuesti¨®n de comodidad e inercia, en la que la persona carece de una alternativa social m¨¢s acorde con sus nuevas necesidades". Es entonces cuando, tal y como explica Nuria Gonz¨¢lez Novoa, confundimos la relaci¨®n que mantenemos con nuestros compa?eros de fiestas y aventuras adolescentes con la verdadera amistad.

Eso s¨ª, dado el car¨¢cter insostenible de este tipo de v¨ªnculo, con los a?os estos grupos cerrados de amigos suelen irse desmembrando. Y lo hacen poco a poco, "en la medida que cada uno de los miembros va conectando de forma individual con otras motivaciones, como pueden ser el compromiso sentimental y familiar, la carrera profesional o, simplemente, el sentir que han quemado una etapa y que es hora de pasar p¨¢gina", sostiene Alberoni. Y concluye: "As¨ª es como finalmente la din¨¢mica establecida por el grupo deja de tener sentido para sus miembros, provocando que en muchos casos se pierda el inter¨¦s y la necesidad de seguir en contacto con estos amigos".

Mario Mata

"Basar tu autoestima en un grupo de amigos es?una c¨¢rcel para la verdadera amistad"

Madrid. 28 a?os. Soltero. Comercial publicitario. A ra¨ªz de un intenso sufrimiento se dio cuenta de que basaba sus relaciones de amistad en la dependencia. Ahora ha aprendido a relacionarse desde la libertad.

"Mi relaci¨®n con la amistad ha pasado por dos etapas muy diferentes: la primera comenz¨® siendo ya adolescente y concluy¨® a los 25 a?os. Entonces formaba parte de un grupo cerrado de amigos, con los que cre¨ªa que iba a compartir el resto de mi vida. Sin darme cuenta, manten¨ªa una relaci¨®n basada en la dependencia excesiva, el control y el af¨¢n de posesi¨®n. Cuando alguno de mis amigos se enamoraba, me sent¨ªa amenazado. Tem¨ªa que saliera del grupo, poniendo fin a nuestra amistad. Con el paso del tiempo, mis amigos fueron encontrando pareja, relacion¨¢ndose con otras personas de su entorno y, en ocasiones, y¨¦ndose a vivir fuera de nuestra ciudad. Todos estos cambios me afectaban much¨ªsimo. Los viv¨ªa como desenga?os amistosos. En mi mente solo parec¨ªa haber espacio para un pensamiento de lo m¨¢s limitador: 'mis amigos me estaban traicionado'. Solo ahora me doy cuenta de que estaba apegado a mi grupo de amigos. Por eso sufr¨ªa tanto cada vez que no actuaban como yo esperaba o necesitaba que lo hicieran. Sin ellos me sent¨ªa muy poca cosa. Mi falta de autoestima me llevaba a necesitar el reconocimiento y el apoyo del grupo para sentirme valorado y seguro. Finalmente, el sufrimiento me llev¨® a conocerme m¨¢s a fondo, pudiendo as¨ª replantear mi definici¨®n acerca de la amistad. Ahora ya no me relaciono con mis amigos desde la dependencia, sino desde la libertad y el respeto mutuo por la propia individualidad. He superado la necesidad de formar parte de un grupo cerrado. Ya no pido ni exijo ni espero nada. S¨¦ que cada uno de nosotros somos un ser completo que necesita llevar su propio rumbo. Lo mejor de todo es que ahora disfruto m¨¢s plenamente de mis amigos. Ese es sin duda el signo m¨¢s evidente de que compartimos un v¨ªnculo de verdadera amistad".

Una vez superada la "amistad adolescente", muchos de nosotros empezamos a cultivar la denominada "amistad adulta". Y esta tiene mucho que ver con la manera en la que hemos sido condicionados por la sociedad. Es decir, con las creencias, los valores y las aspiraciones que promueve el sistema monetario sobre el que se edifican el resto de organizaciones, instituciones y estructuras socioecon¨®micas que tanta influencia tienen sobre nuestro estilo de vida.

En este contexto, el fil¨®sofo Stephen R. Covey explica que la "amistad adulta" est¨¢ limitada por tres motivaciones que suelen condicionarnos de forma inconsciente. La primera es el inter¨¦s personal, que se refleja sobre todo en las relaciones que mantenemos en nuestro ¨¢mbito profesional. No en vano, "nuestra existencia se asienta sobre un sistema que nos incentiva a competir entre nosotros para ganar un salario que nos permita pagar nuestros costes de vida", sostiene Covey, autor de Los siete h¨¢bitos de la gente altamente efectiva.

Esta es la raz¨®n por la que "normalmente tomamos decisiones guiados por nuestro instinto de supervivencia, marginando por completo nuestros valores y nuestra conciencia ¨¦tica". As¨ª, "muchas personas etiquetan como 'amigo' a aquellas personas que les aportan, directa o indirectamente, alg¨²n tipo de beneficio profesional o econ¨®mico", a?ade este experto. Por eso, "en cuanto se termina el inter¨¦s, suele desaparecer la relaci¨®n de amistad".

La segunda motivaci¨®n que m¨¢s condiciona nuestros v¨ªnculos afectivos en la edad adulta es la obligaci¨®n. Y esta se da, en general, en nuestro ¨¢mbito social y familiar. "Muchas personas se relacionan entre s¨ª no porque quieran o les apetezca, sino porque sienten que tienen que hacerlo y deben hacerlo. En cada n¨²cleo familiar se han establecido una serie de ritos y tradiciones, muchos impuestos por la propia sociedad". Cenas navide?as, bodas, bautizos, cumplea?os, aniversarios, fiestas mayores y un largo etc¨¦tera componen esta lista de compromisos sociales que aunque nunca hemos asumido, se da por hecho que hemos de cumplir. Si bien a muchos acudimos con alegr¨ªa, a otros vamos con cierta pereza y resignaci¨®n.

Por ¨²ltimo, Covey reflexiona sobre los v¨ªnculos que creamos por necesidad. "Esta motivaci¨®n inconsciente est¨¢ basada en la falsa creencia de que nuestra autoestima y nuestra felicidad dependen de la relaci¨®n que mantenemos con los dem¨¢s, especialmente con nuestra pareja y amigos". Tal y como ha descubierto Mario, esta necesidad pone de manifiesto que "todav¨ªa no hemos aprendido a ser felices por nosotros mismos y que seguimos sin haber resuelto nuestras carencias y conflictos internos", apunta Covey. De ah¨ª que sin darnos cuenta solamos apegarnos emocionalmente a seg¨²n qu¨¦ personas. La paradoja es que "mientras necesitamos y dependemos de nuestros amigos, somos incapaces de amarlos". He ah¨ª la cuesti¨®n. La "amistad adulta" basada en el inter¨¦s, la obligaci¨®n y la necesidad es utilitarista. Es decir, "utiliza a los amigos como un medio para conseguir nuestros fines ego¨ªstas y egoc¨¦ntricos", afirma Covey.

Mar¨ªa Asunci¨®n, 'Sussi', Rodr¨ªguez Vilert

"Los amigos te ayudan a convertirte en la mejor versi¨®n de ti mismo"

54 a?os. Viuda, con tres hijos. T¨¦cnico superior de la Universidad de Girona. La muerte de su marido la sumergi¨® en una crisis existencial, de la cual se ha redescubierto a s¨ª misma, as¨ª como a nuevos amigos.

"La vida tiene diferentes etapas. A m¨ª me gusta imaginarla como un viaje en tren. En este trayecto he descubierto que la relaci¨®n con los amigos puede cambiar a causa de una crisis existencial. Sobre todo porque esta suele dar como resultado una nueva forma de ver, comprender e interactuar con la vida. En este sentido, la muerte de mi esposo me hizo sentir, adem¨¢s de dolor, un vac¨ªo interior, algo desconocido para m¨ª. Mis amigos pod¨ªan comprender mi duelo, pero no mi b¨²squeda. A su lado empec¨¦ a sentirme "rara". Dicen que cuando el alumno est¨¢ preparado aparece el profesor. Eso fue precisamente lo que me sucedi¨®. Al adentrarme en el desarrollo personal, tambi¨¦n apareci¨® una compa?era con la que hablo el mismo 'idioma'. A d¨ªa de hoy es una querida e ¨ªntima amiga m¨ªa. Si bello es poder compartir, en mi caso fue, adem¨¢s, profundamente liberador. Para m¨ª, la amistad surge de forma espont¨¢nea. Es una relaci¨®n especial entre dos o m¨¢s personas que se sienten unidas por una vivencia en un momento particular, por medio del que establecen un clima de confianza, de comprensi¨®n y de respeto. Esta relaci¨®n puede, o no, permanecer durante nuestro viaje. En mi tren imaginario suben y bajan amigos constantemente. Y en cada etapa de la vida est¨¢n justo los que necesito. Ahora tengo dos tipos de amigos: 'los del coraz¨®n', aquellos con los que he compartido la mayor parte del viaje, que han sido, son y ser¨¢n mis amigos para siempre. Y mis nuevos amigos, 'los del alma', aquellos que la vida ha ido obsequi¨¢ndome, con los que estoy despertando en esta b¨²squeda para vivir de forma consciente y amorosa desde mi verdadera esencia. No es que unos sean mejores ni peores. Son diferentes. En mi coraz¨®n hay lugar y amor para todos. Cada uno de ellos, a su manera, me ha ayudado a aceptarme y quererme tal como soy. Y a mantener la ilusi¨®n por continuar con este apasionante viaje".

A pesar de ser diferentes, la "amistad adulta" y la "amistad adolescente" se construyen ambas sobre la necesidad y las expectativas. De ah¨ª que "las personas que practican este tipo de amistad cosechen conflictos, frustraciones y decepciones, pues de forma inconsciente esperan que sus amigos se relacionen con ellas de una determinada manera", sostiene el fil¨®sofo Stephen R. Covey. Y a?ade: "El sentir que un amigo nos est¨¢ fallando es un signo inequ¨ªvoco de que nuestra relaci¨®n esconde una sutil forma de control y esclavitud".

Y entonces, ?qu¨¦ es la amistad? Etimol¨®gicamente, su origen procede del vocablo latino amicus (amigo), que viene del verbo amare, que significa amar. En paralelo, tambi¨¦n se dice que se trata de un vocablo griego compuesto por a y ego, cuyo significado es sin mi yo. Es decir, que la amistad implica amar a nuestros amigos, m¨¢s all¨¢ de nuestros deseos, necesidades y expectativas, tal y como explica Mar¨ªa Asunci¨®n, Sussi, Rodr¨ªguez Vilert. As¨ª, para "poder construir este tipo de relaciones hemos de resolver primero nuestros miedos, carencias y conflictos internos, superando as¨ª nuestras creencias y limitaciones egoc¨¦ntricas", se?ala Covey.

De hecho, esta transformaci¨®n personal es la base sobre la que se asienta la "amistad madura". La paradoja es que solo podemos disfrutar plenamente de nuestros amigos cuando no los necesitamos ni dependemos emocionalmente de su compa?¨ªa. "Al forjar nuestros v¨ªnculos afectivos desde la libertad, gozamos de nuestras amistades sin movernos por el inter¨¦s, la obligaci¨®n ni la necesidad", apunta Covey. Y concluye: "La ausencia de deseos y expectativas nos permite respetar y aceptar a nuestros amigos tal y como son, anim¨¢ndoles y apoy¨¢ndoles incondicionalmente para que sigan su camino".

Gregory Norris-Cervetto

"Es imposible tener amigos de verdad cuando sigues enemistado contigo mismo"

27 a?os. Casado y sin hijos. Profesor, escritor y traductor. El af¨¢n de encontrar la soledad le llev¨® a viajar solo al extranjero, trabajando durante cuatro a?os en pa¨ªses como Kazajist¨¢n, Vietnam y Etiop¨ªa.

"A los 19 a?os me sent¨ªa tan vac¨ªo que sol¨ªa juntarme con un grupo de amigos que no me satisfac¨ªa para tratar de evadirme de mi malestar. Al cumplir los 22 a?os me di cuenta de que acumulaba mucho dolor en mi coraz¨®n por todas las amistades que hab¨ªa perdido a causa de mis conflictos internos no resueltos. Ten¨ªa miedo de no estar a la altura de lo que los dem¨¢s pudieran esperar de m¨ª. Y por m¨¢s que lo intentara, era incapaz de dar y recibir amor. Me hab¨ªa convertido en un trozo de hielo. Movido por una obsesiva necesidad de soledad, decid¨ª dejarlo todo: mis estudios universitarios, mi familia y mi red social. Es incre¨ªble c¨®mo el af¨¢n de soledad puede llevarte a sitios tan oscuros. En Almaty (Kazajist¨¢n), cada ma?ana me cruzaba con personas demacradas por la droga en la escalera de mi hostal. Enseguida capt¨¦ la advertencia: tambi¨¦n aquella gente se sent¨ªa sola, muy sola. Comprend¨ª que la soledad como huida era tan enfermiza como la amistad por necesidad. M¨¢s tarde encontr¨¦ trabajo en Hanoi (Vietnam), donde logr¨¦ asentarme durante un a?o. Me hab¨ªa embriagado tanto de soledad que en aquella ciudad encontr¨¦ una amistad profunda, como nunca antes la hab¨ªa buscado. Se trataba de una chica vietnamita. All¨ª descubr¨ª que dos personas de contextos culturales diferentes pueden ser amigos si son conscientes de sus condicionamientos. Aquella amistad era pura: no esperaba nada m¨¢s de lo que suced¨ªa. M¨¢s tarde me fui a trabajar dos a?os y medio a Addis Abeba (Etiop¨ªa), donde sent¨ª que emocionalmente empezaba de cero. Fue en este pa¨ªs donde consolid¨¦ grandes amistades, logrando en el proceso encontrar al amigo que m¨¢s necesitaba: yo mismo. As¨ª fue como aprend¨ª a comprometerme desde el coraz¨®n, pudiendo conectar con lo m¨¢s esencial del otro. Poco despu¨¦s, la vida me brind¨® un regalo tan maravilloso como inesperado: mi esposa, con quien estoy aprendiendo a amar aut¨¦nticamente. Desde hace unos meses he vuelto a Barcelona. Para m¨ª, la amistad es un intercambio transparente y honesto de amor y apreciaci¨®n en el cual no hay lugar para las obligaciones ni las expectativas. Parad¨®jicamente, la verdadera amistad se construye cuando no existe la necesidad, tan solo el goce de compartir del otro desde la libertad".

Tal y como ha constatado Gregory Norris-Cervetto, la "amistad madura" trasciende el tiempo y el espacio. As¨ª, "cuando nos encontramos con un verdadero amigo, incluso despu¨¦s de meses o a?os sin verlo, nuestro coraz¨®n se llena de alegr¨ªa e ilusi¨®n", afirma Mitch Albom, autor de Martes con mi viejo profesor. "La confianza cosechada nos permite retomar el v¨ªnculo y la conversaci¨®n de una forma sorprendentemente f¨¢cil y fluida". Es entonces cuando "nuestra mutua compa?¨ªa se convierte en un goce en s¨ª mismo, donde no caben la hipocres¨ªa ni los silencios inc¨®modos".

Con el tiempo y la experiencia, la "amistad madura" nos permite cultivar la cualidad de la "amigabilidad". Es decir, ser amigable con las personas que se cruzan en nuestro camino. "Si bien solo podemos estar unidos en amistad a unas cuantas personas, podemos desarrollar la amigabilidad hacia todo el mundo", se?ala Albom. Y concluye: "La pr¨¢ctica diaria de esta actitud amable y amorosa es la llave que abre las puertas de la abundancia, la plenitud y la prosperidad dentro de nuestra gigantesca red de relaciones".

En esta misma l¨ªnea apunta uno de los cuentos m¨¢s bellos que se han escrito sobre la amistad. Hab¨ªa una vez un chico de 13 a?os que paseaba por la playa con su abuelo. Hubo un momento en que el chaval lo mir¨® con insistencia y le pregunt¨®: "Abuelo, ?qu¨¦ puedo hacer para conservar un amigo que he tenido mucha suerte de encontrar?". El hombre reflexion¨® unos instantes, se inclin¨® hacia el suelo y recogi¨® arena con sus dos manos. Con las dos palmas hacia arriba, apret¨® una de ellas con fuerza, haciendo que la arena se colara entre sus dedos. Y cuanto m¨¢s apretaba, m¨¢s arena se escapaba. En cambio, la otra mano permanec¨ªa bien abierta: all¨ª se hab¨ªa quedado intacta la arena que hab¨ªa recogido. El chico observ¨® maravillado el ejemplo que le acababa de mostrar su sabio abuelo. As¨ª fue como comprendi¨® que cuando intentamos retener y encerrar una amistad estamos en el camino de perderla, mientras que cuando la tratamos con respeto, confianza y libertad podemos llegar a mantenerla para siempre.