Capear la econom¨ªa
Est¨¢n condenados los partidos en el Gobierno a perder las elecciones en periodos de crisis? Sabemos que la econom¨ªa incide en la fortuna electoral de los Ejecutivos, que son castigados por las recesiones y premiados en tiempos de bonanza. Es una regularidad estad¨ªstica ampliamente demostrada. Seg¨²n mis propios c¨¢lculos, realizados a partir del an¨¢lisis de 83 democracias a lo largo de 50 a?os, cuando las econom¨ªas se estancan, el partido o la coalici¨®n que detenta el poder pierde, por t¨¦rmino medio, cinco puntos porcentuales de voto.
Esta influencia de la econom¨ªa en la pol¨ªtica no parece l¨®gica, ni justa. Los ciudadanos saben que los Gobiernos tienen una capacidad limitada para modificar los resultados econ¨®micos, que dependen en gran medida de factores nacionales e internacionales, que escapan al control de los gobernantes. Pese a ello, los ciudadanos de muchos pa¨ªses, por razones insuficientemente analizadas, act¨²an como si sus Gobiernos fuesen los responsables del estado de la econom¨ªa.
?Qu¨¦ asuntos podr¨ªan blindar al Gobierno socialista de los estragos de la crisis de cara a 2012?
Como toda regularidad estad¨ªstica, el efecto de la econom¨ªa sobre el voto nos habla de lo que es probable, no de lo que es seguro. De hecho, la econom¨ªa, no siempre determina el desenlace de las elecciones.
En Espa?a, la econom¨ªa y la pol¨ªtica han ido m¨¢s frecuentemente por senderos divergentes que convergentes. En 1979, la UCD gan¨® sus segundas elecciones en plena recesi¨®n, mientras que se fue a la oposici¨®n en 1982, cuando la econom¨ªa no estaba ya en tan mal estado; en 1986, el PSOE renov¨® su mayor¨ªa absoluta con una econom¨ªa que empezaba a recuperarse, mientras que en 1989, cuando ya crec¨ªa a buen ritmo, el PSOE sufri¨® un importante retroceso. En 1993, los socialistas volvieron a ganar con una crisis terrible. Y en 1996, cuando por fin Espa?a ya hab¨ªa salido de la recesi¨®n, el PSOE afront¨® su derrota. En 2004, con una econom¨ªa en plena expansi¨®n, el PP perdi¨® el poder. ?nicamente en 2000 y 2008 (y en cierto sentido en 1986) los resultados electorales han sido relativamente "normales", en el sentido de que la evoluci¨®n de la econom¨ªa concuerda con el rendimiento electoral del partido en el Gobierno.
?Por qu¨¦ la econom¨ªa y la pol¨ªtica no van siempre a la par? Una posible explicaci¨®n es el ¨¦xito de estrategias partidistas cuyo objetivo consiste en desviar del ¨¢mbito econ¨®mico la atenci¨®n de los ciudadanos. De lo que se trata es de conseguir que los resultados econ¨®micos no protagonicen el debate p¨²blico. Para ello, han de surgir asuntos que la ciudadan¨ªa considere relevantes, que despierten m¨¢s consenso que disenso y en los que uno de los partidos, el que aspira a neutralizar la econom¨ªa, se encuentre en clara superioridad frente a su rival.
En Espa?a, la derrota del PP en 2004 fue, sobre todo, consecuencia de la movilizaci¨®n ciudadana en contra de un estilo de gobierno poco permeable a la opini¨®n p¨²blica, uno de cuyos exponentes fue la intervenci¨®n espa?ola en la guerra de Irak. Con un grado de rechazo hacia la guerra extraordinariamente alto -del 90%-, los espa?oles creyeron prioritario castigar a un Gobierno que les daba la espalda. Al anteponer el estilo de gobierno al ¨¦xito econ¨®mico, los electores se decantaron mayoritariamente por el PSOE, cuya reputaci¨®n como defensor de los valores democr¨¢ticos ha sido siempre superior a la del PP.
La crisis econ¨®mica de 1993 tampoco determin¨® el resultado de las elecciones de ese a?o. El ¨¦xito electoral de los socialistas, contra todo pron¨®stico, fue consecuencia de la movilizaci¨®n ciudadana en torno al Estado de bienestar, tanto por la constataci¨®n de los 11 a?os anteriores de promoci¨®n de pol¨ªticas sociales, como por el riesgo que implicaba que un partido conservador, sin experiencia previa de gobierno y con una menor reputaci¨®n en ese ¨¢mbito, pudiese dar marcha atr¨¢s en los programas de bienestar social, que tanto apoyo han generado siempre entre los espa?oles, tanto entre los progresistas y los centristas como entre los conservadores.
Como ha mostrado Lynn Vavreck en The Message Matters (2009), y como bien ilustra el caso espa?ol, para poder neutralizar el efecto de la econom¨ªa en los resultados electorales, un partido, ya est¨¦ en el Gobierno o en la oposici¨®n, ha de elegir asuntos que re¨²nan tres caracter¨ªsticas: (1) que sean prioritarios para los ciudadanos; (2) que logren un amplio apoyo social; y (3) que la ciudadan¨ªa perciba que, en ese ¨¢mbito, ese partido es m¨¢s capaz que su rival.
Cabe pensar as¨ª que, mientras las econom¨ªas est¨¦n en crisis, solo sobrevivir¨¢n los partidos en el Gobierno que consigan capear la econom¨ªa desviando la atenci¨®n ciudadana hacia otras cuestiones. En funci¨®n del color pol¨ªtico de quien gobierne, esos asuntos podr¨¢n agruparse en torno a diferentes valores, cualidades o pol¨ªticas, como, por ejemplo, la tolerancia, la igualdad, la seguridad o la eficacia. Volviendo a la realidad espa?ola actual, si los malos resultados econ¨®micos perduran en 2012, ?qu¨¦ asuntos podr¨ªan blindar al Gobierno socialista de los estragos de la crisis?
Bel¨¦n Barreiro es polit¨®loga.
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