Zapatero determinado
Hace unos d¨ªas, en La Vanguardia un buen amigo periodista sosten¨ªa en solitario que tal vez estuvi¨¦semos ahora empezando a encontrarnos con el mejor Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Porque es ahora -cuando las encuestas le fulminan, los sindicatos le declaran la huelga y casi todos los aliados parlamentarios le vuelven la espalda- cuando parece decidido a cumplir con la idea que se ha hecho de sus propios e intransferibles deberes, sin atender a consideraciones derivadas sobre ventajas personales, pol¨ªticas o electorales. Una actitud tan decidida parece sacada de la que describe Olivier de la Marche en El Caballero determinado (1483). Obra a la que tanta devoci¨®n profes¨® Carlos V y en cuyos versos finales ("Que en pudrici¨®n se convierte / toda belleza y la Muerte, / guerrera de la Natura, / iguala (como procura)/ la m¨¢s alta y baxa suerte") hay resonancias directas de las coplas de Jorge Manrique.
El presidente sabe su camino: agotar el mandato y permitir que surja el relevo con m¨¢s probabilidades
La manifestaci¨®n m¨¢s contundente de nuestro Zapatero determinado se defini¨® el pasado 14 de julio, cuando desde la tribuna del hemiciclo durante el debate sobre el estado de la Naci¨®n dijo: "Tomar¨¦ las decisiones que Espa?a necesita aunque sean dif¨ªciles, voy a seguir ese camino cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste". Despu¨¦s, al presidente Zapatero se le han podido acumular las adversidades pero las ha encajado impasible. Como si ya las tuviera descontadas. Tiene comprobado en qu¨¦ consiste el s¨ªndrome de La Moncloa, que viene a ser un camino de soledad, porque las responsabilidades del presidente del Gobierno, llegado un momento, adquirida una gravedad, son exclusivas. Ni pueden dividirse, ni compartirse con nadie. Por eso, quienes ocupan la Presidencia solo pueden sostener alg¨²n di¨¢logo con sus colegas que est¨¢n ejerciendo esa misma responsabilidad en otros pa¨ªses o con sus compatriotas que las ejercieron antes en su mismo pa¨ªs.
De manera que Rodr¨ªguez Zapatero, despu¨¦s de haberse reunido consigo mismo y de haber tomado la decisi¨®n de atender, sin m¨¢s, a lo que Espa?a necesita, ha encontrado una espl¨¦ndida tranquilidad de esp¨ªritu, que le hace imbatible, aunque le mantenga de momento en una soledad de la que no saldr¨¢ hasta que haga p¨²blica su renuncia a comparecer por tercera vez a las elecciones como cabeza del cartel socialista. Todos se andan preguntando y pregunt¨¢ndole por esta cuesti¨®n de su candidatura pero nadie le ha arrancado m¨¢s que respuestas dilatorias. La decisi¨®n ser¨¢ m¨¢s adelante o bien es una decisi¨®n personal. Entre tanto, como si atendieran a una se?al convenida, muchos han despertado al proceso sucesorio para sumarse a la carrera, siempre despu¨¦s de se?alar que el mejor corredor ser¨ªa el actual portador del maillot amarillo y que ellos solo tomar¨ªan la salida si fuera imposible contar con ¨¦l.
Pero las estaciones del v¨ªa crucis no han terminado. Alguien tiene que estar en su puesto cuando llegue el escrutinio de las urnas catalanas y aguantar la campa?a de las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas y municipales, y mantenerse imp¨¢vido cuando unos y otros se atrevan a cursarle no invitaciones porque consideran que Rodr¨ªguez Zapatero ha dejado de ser un im¨¢n para sumar votos y se ha convertido en un lastre que resta incentivos y papeletas a la hora de la verdad. Es posible que hasta en el grupo de adictos que forman la cofrad¨ªa de la adoraci¨®n nocturna empiecen a cundir las deserciones.
Ser¨¢ una situaci¨®n dif¨ªcil, de alto coste personal, pero esclarecedora. Porque toda visi¨®n requiere distancia y ya advert¨ªa Juan de Mairena sobre el hecho de que "no hay manera de ver las cosas sin salirse de ellas". El presidente Zapatero est¨¢ descubriendo con Arturo Soria y Espinosa que "frente a la disciplina militar, la disciplina orquestal". Sin duda muy superior en exactitud y armon¨ªa. As¨ª pudieron comprobarlo de manera entusiasta el domingo por la tarde en el Auditorio Nacional los que supieron elegir para escuchar la 9? Sinfon¨ªa en re mayor de Mahler, interpretada por la Lucerna Festival Orchestra bajo la prodigiosa direcci¨®n de Claudio Abbado.
El presidente, abandonadas otras vanidades, descubiertas muchas hipocres¨ªas, ya solo quiere ser ¨²til al pa¨ªs de la nueva manera que ha descubierto. Quiere prestar ese ¨²ltimo servicio. Puede que surjan brotes verdes o que los afines a la banda etarra lancen palabras m¨¢s aproximadas o taimadas pero el mejor Zapatero sabe su camino: llevar la legislatura lo m¨¢s cerca posible de su extinci¨®n constitucional y permitir con normalidad democr¨¢tica que surja el relevo con m¨¢s probabilidades. Porque la suerte no est¨¢ echada.
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