Los temores de Pek¨ªn
El Partido Comunista promete m¨¢s crecimiento, pero ni una palabra de apertura pol¨ªtica
No han sido, como algunos anticipaban, cuatro d¨ªas decisivos. Los proleg¨®menos del c¨®nclave anual del Comit¨¦ Central del Partido Comunista Chino, instancia suprema del poder, hab¨ªan alentado rumores sobre reformas pol¨ªticas. El Nobel de la Paz al disidente encarcelado Liu Xiaobo, la carta de una veintena de viejos cargos del partido pidiendo m¨¢s libertad de expresi¨®n y los previos y reiterados susurros democratizadores del primer ministro Wen Jiabao concitaban difusas expectativas.
Al final, y conforme al estricto gui¨®n que preside este oscuro sanedr¨ªn, no hubo nada, o al menos no se supo. Los dirigentes chinos prometen un ambicioso empuj¨®n econ¨®mico en los pr¨®ximos cinco a?os, pero no concretan una sola reforma pol¨ªtica. Se ha producido, s¨ª, el ascenso del vicepresidente Xi Jinping al crucial comit¨¦ que manda en las Fuerzas Armadas, lo que en los arcanos c¨®digos de Pek¨ªn viene a significar su designaci¨®n como heredero del presidente Hu Jintao, en 2013. Jinping tiene fama de apagafuegos, pero en la mejor tradici¨®n de opacidad se ignoran sus puntos de vista sobre cualquier cosa relevante.
Parece claro que el Comit¨¦ Central, reforzado por el ¨¦xito frente a la crisis econ¨®mica que desarbola a otros pa¨ªses, conf¨ªa plenamente en su capacidad para mantener China bajo su f¨¦rreo control. Si en la ¨¦lite dirigente existe el debate sobre la conveniencia de hacer reformas que mantengan a la dictadura m¨¢s flexible ante los requerimientos de una sociedad progresivamente compleja, aquel permanece secreto. Pek¨ªn teme por encima de todo que cualquier movimiento aperturista conduzca a la agitaci¨®n social y en ¨²ltima instancia a la implosi¨®n del partido. Para los jefes del PCCh, especialmente desde la represi¨®n de 1989, la democracia occidental es anatema, y lo sucedido en la extinta Uni¨®n Sovi¨¦tica su peor pesadilla.
Desde que Deng Xiaoping adoptara la libertad econ¨®mica, China ha progresado espectacularmente hasta convertirse en la segunda econom¨ªa mundial. El Comit¨¦ Central promete seguir creciendo, aumentar los ingresos de los trabajadores y su capacidad de consumo. La cuesti¨®n clave para el gigante asi¨¢tico -y para buena parte del mundo- es si esa encomiable prosperidad es compatible con mantener amordazadas a 1.300 millones de personas, el monopolio del Partido Comunista y la irresponsabilidad de sus dirigentes ante los ciudadanos. La historia dice que no.
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