Gitanos: los otros europeos
Si se aplica el dicho popular "No hay mal que por bien no venga" al esc¨¢ndalo creado por el tratamiento recibido por las personas de etnia gitana en Francia y otros lugares, se podr¨ªa deducir que la ya vieja cuesti¨®n de la flagrante discriminaci¨®n contra los gitanos/roma deber¨ªa haber sido captada ahora por todos los radares europeos, e incluso fuera de Europa.
Cuando el ruido y la furia de hoy se desvanezcan, las condiciones atroces de esta minor¨ªa marginalizada deben permanecer como foco de atenci¨®n. Estas condiciones deben ser consideradas en el contexto apropiado, que es el de los derechos humanos como principios directores de las pol¨ªticas p¨²blicas y de las acciones dirigidas a adoptar medidas correctivas.
Hay que conseguir que todos tengan una vida digna en una de las regiones m¨¢s pr¨®speras del mundo
Se enfrentan a los m¨¢s altos niveles de discriminaci¨®n dentro de la UE
Hoy en d¨ªa, a pesar de los esfuerzos por parte de algunos Estados europeos y organizaciones internacionales y regionales, el sentir contra las personas de etnia gitana contin¨²a siendo fuerte en Europa. Estos prejuicios podr¨ªan incluso aumentar como resultado de la recesi¨®n econ¨®mica que ha obligado a muchas personas de esta etnia a abandonar sus comunidades de origen en busca de nuevas y mejores oportunidades de trabajo. Como resultado, han aumentado tambi¨¦n las pr¨¢cticas discriminatorias y la violencia.
Por ejemplo, hay noticias sobre ataques mortales contra gitanos/roma en Hungr¨ªa y en Eslovaquia o incluso documentos expl¨ªcitamente discriminatorios, incluida la reciente circular que se filtr¨® del Ministerio del Interior de Francia ordenando el desalojo de los campos de grupos de personas de etnia gitana con car¨¢cter prioritario.
En este contexto, el Comit¨¦ de las Naciones Unidas que sigue la puesta en pr¨¢ctica de la Convenci¨®n Internacional contra todas las Formas de Discriminaci¨®n Racial (CERD en sus siglas en ingl¨¦s) ha se?alado que, si bien con matices, los desalojos forzados, as¨ª como los obst¨¢culos al acceso a una vivienda adecuada y la segregaci¨®n de gitanos/roma, tienen tambi¨¦n lugar en otros pa¨ªses incluidos Bulgaria, la Rep¨²blica Checa, Grecia, Italia, Lituania, Ruman¨ªa y Eslovaquia.
En algunos pa¨ªses, las personas de etnia gitana tienen un acceso limitado a los servicios de salud y a otros servicios p¨²blicos, porque no tienen documentos de identidad. Seg¨²n el CERD, los problemas para este grupo son extensos en el ¨¢rea de educaci¨®n e incluyen, por ejemplo, la segregaci¨®n en clases separadas o su sobrerrepresentaci¨®n en colegios para ni?os con dificultades en el aprendizaje.
En los ¨²ltimos a?os, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha considerado que varios Gobiernos, incluidos dos de la Uni¨®n Europea (la Rep¨²blica Checa y Grecia), violaban las obligaciones legales.
Un estudio reciente de Unicef se?ala que los ni?os y ni?as de esta etnia, que estaban razonablemente integrados en los colegios de Alemania, han sido enviados a un ambiente de lengua albanesa que les es totalmenteextra?o y donde tienen pocas, o ninguna, oportunidades para asistir al colegio.
Teniendo en cuenta este escenario, no deber¨ªa sorprender a nadie que la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE estimara que las personas de etnia gitana se enfrenten a los m¨¢s altos niveles de discriminaci¨®n dentro de la Uni¨®n Europea.
La marginalizaci¨®n y la estigmatizaci¨®n contra estas personas se inflaman a menudo con ret¨®rica incendiaria por parte de fuerzas que buscan la ventaja pol¨ªtica, avivando el fuego de la desconfianza. Esta es una de las cuestiones que suscit¨¦ durante mi visita a los campos de asentamiento de personas de etnia gitana, tanto legales como ilegales, en Italia. All¨ª, como en muchos otros sitios, abogo repetidamente por la necesidad de integrar mejor a las personas de etnia gitana dentro de la sociedad en general, tanto en sus pa¨ªses de origen como en los pa¨ªses de destino. Un primer paso hacia la integraci¨®n es proporcionar acceso a la educaci¨®n y a otros servicios b¨¢sicos, tales como la sanidad, la vivienda adecuada y el saneamiento, as¨ª como oportunidades laborales. Todos ellos son derechos humanos, plenamente reconocidos como tales por la normativa vigente. Los ni?os y las ni?as de etnia gitana, sus padres y madres, y otros representantes de la comunidad nos lo dicen claramente durante nuestras conversaciones.
Soy consciente de que algunas tradiciones gitanas pueden estar re?idas con las del resto de la sociedad, y algunas representan violaciones inaceptables de los derechos humanos, como es el caso de los matrimonios forzados o el trabajo infantil. Tambi¨¦n soy consciente de que, viviendo en los m¨¢rgenes de la sociedad, algunas personas de etnia gitana han optado por el delito -generalmente de orden menor-, lo que crea una fricci¨®n comprensible. Pero estas cuestiones exigen un escrutinio individual, caso por caso, no una condena indiscriminada de toda una poblaci¨®n; requieren la misma respuesta que se aplica a todos los abusadores y delincuentes y no medidas ejemplares o draconianas que transpiran estigmatizaci¨®n y castigo colectivo de una minor¨ªa.
Para dar respuesta a estos problemas ya se han llevado a cabo esfuerzos serios en el plano nacional y por parte de las instituciones de la Uni¨®n Europea. Por ejemplo, la Comisi¨®n Europea ha intentado lanzar pol¨ªticas de integraci¨®n a trav¨¦s de la Plataforma de la Uni¨®n Europea para la Inclusi¨®n de los Roma-Gitanos y la adopci¨®n de los Principios Comunes B¨¢sicos para la Inclusi¨®n de los Roma-Gitanos en el 2009. Y en las Naciones Unidas, en abril de 2009, en la Conferencia de Revisi¨®n de Durban (contra el racismo), 182 Estados miembros de las Naciones Unidas prometieron adoptar medidas para erradicar la discriminaci¨®n contra las personas de etnia gitana y otras minor¨ªas, as¨ª como proporcionarles remedios contra la discriminaci¨®n y protecci¨®n especial.
Todav¨ªa hay mucho por hacer. Con el apoyo decisivo de la Comisi¨®n Europea y el Parlamento, as¨ª como el de las Naciones Unidas, la Uni¨®n Europea y sus 27 Estados miembros tienen ahora una oportunidad para cambiar de actitud con respecto a las personas de etnia gitana, pasando de la reacci¨®n a la acci¨®n. Se debe acudir a las buenas pr¨¢cticas y a las normas de derechos humanos y ponerlas en pr¨¢ctica a lo largo y ancho de toda la Uni¨®n, asegurando que todas las personas de la etnia gitana viven una vida digna en una de las regiones m¨¢s pr¨®speras del mundo, una regi¨®n que es tambi¨¦n la suya.
Navi Pillay es Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
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