El despertar de la memoria
En Priaranza del Bierzo llamaban a ese lugar el paseo del corro. Los ni?os al acercarse echaban a correr porque sab¨ªan que en esa cuneta hab¨ªa unos muertos y daban miedo porque estaban desordenados en el espacio de los vivos. All¨ª, el 23 de octubre de 2000, un grupo de arque¨®logos y forenses inici¨® la b¨²squeda de una fosa com¨²n. Su ubicaci¨®n formaba parte de la memoria popular; un grupo de ni?os y ni?as del pueblo fue llevado all¨ª por su profesor, que ese d¨ªa dio una gran lecci¨®n de esp¨ªritu nacional al obligar a sus alumnos a presenciar c¨®mo eran enterrados los cad¨¢veres de aquellos rojos asesinados con dos disparos en la cabeza.
La familia de uno de los 13 desaparecidos, Emilio Silva Faba, quiso exhumarlo, identificarlo y depositar sus restos junto a los de su mujer, Modesta Sant¨ªn, fallecida apenas tres a?os antes. Ejerc¨ªan privadamente la reparaci¨®n de un delito p¨²blico, pero el pasado es una materia indestructible y estaba all¨ª dormido, hasta que ese d¨ªa despert¨®.
Dos d¨ªas tardaron en aparecer los primeros restos, cuando comenzaban a sospechar que la obra de ensanchamiento de la carretera se los hab¨ªa llevado por delante. El trabajo de los arque¨®logos fue como un agujero en la niebla, en el silencio, y por esa grieta comenzaron a llegar las voces de aquellos muertos y las de otros.
Paisanos del pueblo y de otros m¨¢s lejanos empezaron a llegar hasta el lugar de la exhumaci¨®n, convocados por la noticia de que las tierras de aquella cuneta estaban entregando lo que no les pertenec¨ªa. All¨ª estaba Isabel Gonz¨¢lez, que buscaba a su hermano y a un cu?ado. Tambi¨¦n An¨ªbal Arroyo, que en silencio llevaba la carga de tratar de encontrar los restos de su abuelo. Y en aquel encuentro, en aquel cruce de consecuencias de algo que hab¨ªa ocurrido m¨¢s de sesenta a?os antes, lo privado se transform¨® en p¨²blico; la voz se convirti¨® en voces, la memoria en memorias.
En aquella esquina del mundo, en un d¨ªa de oto?o, se encontraron hijos y nietos de quienes hab¨ªan vivido durante la dictadura con pocos derechos, en un apartheid en el que apenas tuvieron oportunidades para sobrevivir y cientos de miles de ellos tuvieron que emigrar lejos del franquismo para poder edificar un futuro digno.
Aquel encuentro de diferentes familias de distintas fosas fue la semilla de la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica, un colectivo surgido literalmente de una demanda y que en los ¨²ltimos diez a?os ha exhumado e identificado a cientos de desaparecidos por las violaciones de derechos humanos de la represi¨®n franquista. Su labor y la de otras asociaciones han puesto sobre la mesa un presente lleno de consecuencias tr¨¢gicas del pasado, as¨ª como la necesidad de una reflexi¨®n y de una acci¨®n pol¨ªtica que repare esos da?os y deje de esconder la existencia de miles de paseos del corro. En ellos terminaron abandonados por sus asesinos los cuerpos de los hombres y mujeres que transitaron a la democracia en los a?os de la Segunda Rep¨²blica y que se negaron a apoyar un golpe de Estado cuyo objetivo era terminar con las libertades. Es un deber recordar su tragedia y hacerles justicia.
Emilio Silva es presidente de la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica
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