El estallido de Lyon inquieta a los franceses
Los disturbios en la rica ciudad reflejan la erosi¨®n de la cohesi¨®n en la sociedad
Enfundadas en sus abrigos debido al fresco aire matutino, Laura y Priscilla charlan ante la entrada de Louis Pion, la tienda de relojes de la que son empleadas y en la que deber¨ªan estar trabajando a esa hora de media ma?ana. A sus espaldas, el cierre del local est¨¢ echado a medias. "?Por si vuelven! Qu¨¦ no nos cojan desprevenidas esta vez", dice Priscilla, mirando de reojo al final de la c¨¦ntrica y elegante calle Victor Hugo de Lyon.
De ah¨ª vino, por primera vez el martes pasado, la avalancha de v¨¢ndalos que durante tres d¨ªas seguidos ha alborotado el centro de la ciudad francesa. Centenares de chavales que desembarcan en el coraz¨®n de Lyon atacan escaparates a palos y pedradas, saquean, prenden fuego a coches y se enfrentan a la polic¨ªa. El martes, Priscilla se encerr¨® en la tienda mientras los alborotadores perpetraban su obra. Los dos d¨ªas siguientes, la tienda estuvo cerrada. Despu¨¦s de tres d¨ªas de disturbios, el balance de negocios damnificados en el barrio se cuenta por decenas. Ayer, por fin, tras m¨¢s de 200 detenciones, el excepcional despliegue policial -con centenares de agentes antidisturbios y helic¨®pteros en vuelo bajo sobre el centro- pareci¨® inhibir el regreso de los b¨¢rbaros.
La novedad es que los altercados se producen a plena luz del d¨ªa y en el centro
?Qui¨¦nes son? "J¨®venes de entre 15 y 20 a?os, de origen magreb¨ª, de la banlieue", deja claro Priscilla, sin circunloquios, con tono elocuente. Las autoridades, por su parte, a?aden que gran parte de ellos no est¨¢n fichados, y que entre ellos ha habido tambi¨¦n chicas y miembros de grupillos anarquistas.
El fen¨®meno, que ha estallado en una ciudad tradicionalmente menos conflictiva que otras grandes metr¨®polis francesas, inquieta a Francia y agita el fantasma de la radicalizaci¨®n de las protestas en un momento de alta tensi¨®n en el movimiento de oposici¨®n a la reforma de las pensiones.
El asunto de Lyon, por supuesto, no tiene que ver con las pensiones en s¨ª. Y tiene preocupantes rasgos novedosos en comparaci¨®n con otras olas de disturbios: los ataques se han perpetrado de d¨ªa y en pleno centro de la ciudad. Sus autores son m¨¢s j¨®venes que sus predecesores. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando? ?Por qu¨¦ en Lyon?
En un caf¨¦ no muy distante de la zona caliente, el polit¨®logo Philippe Dujardin perfila una l¨ªnea de reflexi¨®n interesante. "Lyon es una ciudad notablemente pr¨®spera, por encima de la media. Las barriadas perif¨¦ricas, en cambio, figuran entre las localidades m¨¢s pobres de Francia. Adem¨¢s, las dos realidades est¨¢n mucho m¨¢s cerca y mejor conectadas que, por ejemplo, en Par¨ªs. As¨ª, aqu¨ª la asimetr¨ªa es m¨¢s marcada, m¨¢s abrupta que en otras metr¨®polis", argumenta.
El abismo entre los dos mundos, agravado por las consecuencias de la crisis, puede haber incubado esta nueva ola de rabia. Por supuesto, no faltan otras interpretaciones, incluida la sospecha de muchos sindicalistas de que se trate de un movimiento desatado por provocadores con la intenci¨®n de hacer descarrilar el movimiento de protesta nacional contra la reforma de las pensiones. Algunos, como el alcalde socialista de Lyon, G¨¦rard Collomb, prudentemente admiten no tener muy claro qu¨¦ est¨¢ pasando.
Sea lo que fuere, el temor a que la mecha prenda es tangible, entre los ciudadanos de Lyon as¨ª como en el resto del pa¨ªs. Por mucho que se esfuerce, en materia de integraci¨®n Francia parece sufrir la maldici¨®n de S¨ªsifo. Da igual con cu¨¢nta intensidad empuje la piedra de la inclusi¨®n hacia arriba porque siempre acaba cayendo. Esta semana, cay¨® en la tienda de Daniel Jeannerot, tambi¨¦n situada en la calle de Victor Hugo. Jeannerot se qued¨® con dos escaparates rotos y fue lanzado al suelo por la embestida de los asaltantes. "Y encima a estos t¨ªos las autoridades tienen que tratarles con sumo cuidado, porque si no se agitan a¨²n m¨¢s...", dice, indicando el rinc¨®n del local donde guarda la piedra que le toc¨®.
Habr¨¢ que ver d¨®nde caen las pr¨®ximas, porque las piedras francesas parecen haberle perdido el respeto a los pr¨®speros y protegidos centros hist¨®ricos urbanos.
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