El sindicalista que desaf¨ªa a Sarkozy
El ex bombero Charles Foulard se convierte en el s¨ªmbolo de la protesta en Francia contra la ley de reforma de las pensiones del presidente conservador
Con su gorro rojo de lana marca Quechua y las manos en los bolsillos de su trinchera negra, Charles Foulard, representante del sindicato CGT en la petrolera Total, se pasea por la entrada bloqueada de la estrat¨¦gica refiner¨ªa de Grandpuits. Tras zamparse una manzana a bocados, atiende a todas las televisiones que se le acercan -"Hasta la victoria no vamos a parar"-, a todas las radios -"Los radicales est¨¢n en el El¨ªseo"-, a todos los periodistas nacionales o extranjeros -"Este pa¨ªs es la punta de lanza para luchar por una sociedad m¨¢s justa"-. A su pesar -"Yo paso de eso"- se ha convertido en el s¨ªmbolo de la protesta sindical en Francia, en el rostro que encarna las dos semanas de huelgas, bloqueos de dep¨®sitos de carburante, guerra de gasolina y manifestaciones crecientes sin un final claro. "Desde Mayo del 68 no se ha visto en Francia una par¨¢lisis parecida", sostiene.
"Hasta la victoria no vamos a parar", dice el representante de la CGT
"Los franceses no han visto una par¨¢lisis parecida desde Mayo del 68"
El suministro de gasolina se restablece poco a poco en todo el pa¨ªs
Algunos sindicatos quieren mantener la protesta durante dos semanas m¨¢s
Ex bombero, de 53 a?os, sindicalista desde los 25, partidario de los bloqueos de los dep¨®sitos de combustible, de estrangular el flujo de gasolina para forzar al Gobierno a dar un paso atr¨¢s, situado en el ala dura de su propio sindicato (m¨¢s duro, en cualquier caso, que su secretario general, Bernard Thibauld), Fou-lard, en los primeros d¨ªas de la huelga, ya avis¨® cuando Sarkozy afirm¨® que no iba a permitir que los trabajadores impidieran la salida de camiones con carburante: "Vais a ver c¨®mo jugamos al rat¨®n y al gato con la polic¨ªa". Su pron¨®stico se cumpli¨®: en un mismo d¨ªa, por ejemplo, la polic¨ªa desbloqueaba un dep¨®sito prioritario en La Rochelle, al este del pa¨ªs, y los sindicalistas, horas despu¨¦s, bloqueaban otro parecido en Caen, al norte.
Tambi¨¦n la refiner¨ªa en la que trabaja, Grandpuits, situada a 70 kil¨®metros al sureste de Par¨ªs, siempre en huelga, con el dep¨®sito bloqueado desde el primer d¨ªa, se ha vuelto tambi¨¦n una especie de term¨®metro del estado del movimiento contra Sarkozy debido a que sus dep¨®sitos abastecen a la capital. Controlar Grandpuits significa, ni m¨¢s ni menos, controlar el bombeo de gasolina a Par¨ªs. As¨ª, la lucha entre un Gobierno decidido a aprobar cuanto antes su reforma de pensiones y unos sindicatos aplicados a torpedearla se ha convertido, tambi¨¦n, en la pugna personal entre un presidente de la Rep¨²blica que tach¨® de inaceptables los bloqueos de dep¨®sitos de gasolina y un veterano sindicalista al que no se retira as¨ª como as¨ª de la entrada de su refiner¨ªa de Grandpuits.
El viernes, de madrugada, se produjo el primer encontronazo serio: para asegurar el abastecimiento a esta regi¨®n -y tal vez tambi¨¦n por su condici¨®n de refiner¨ªa s¨ªmbolo en el movimiento de protesta- el prefecto de Seine-et-Marne, Michel Guillot, orden¨® la intervenci¨®n estatal de los dep¨®sitos y la movilizaci¨®n obligatoria de una veintena de trabajadores en huelga escogidos a fin de que rellenaran camiones con gasolina. Hubo golpes, empujones, porrazos y tres heridos. Los antidisturbios tomaron la emblem¨¢tica entrada de la refiner¨ªa ante la mirada impotente de los sindicalistas, entre los que se contaba, claro, Foulard, con su inseparable bonete rojo, que se apresur¨® a proclamar: "Sarkozy acaba de pisotear el derecho de huelga y la democracia".
Los sindicalistas recurrieron la decisi¨®n del prefecto y el juez, el viernes por la noche, les dio la raz¨®n. Pero una nueva orden gubernamental, m¨¢s aquilatada judicialmente, seg¨²n su criterio, ya est¨¢ en marcha.
Con todo, los camiones comenzaron el viernes a salir desde Grandpuits cargados de gasolina. Esto, junto al desbloqueo de otros dep¨®sitos, ha hecho que la gasolina fluya en mayor cantidad hacia Par¨ªs y hacia las autopistas que la rodean. El ministro de Medio Ambiente, Jean-Louis Borloo, asegur¨® ayer, en el parte de guerra diario, que la situaci¨®n en las estaciones de servicio "va camino de normalizarse".
La semana se antojaba decisiva e imprevisible para un Sarkozy acosado. Ahora, con la gasolina de vuelta en las ciudades y en los coches, con medio pa¨ªs de vacaciones de Todos los Santos, los estudiantes en casa y la ley aprobada por el Senado el viernes, todo parece indicar que ha superado lo peor. "Es el Parlamento el que decide y no la calle", asegura el secretario de Estado de Funci¨®n P¨²blica, Georges Tron.
Los franceses, hasta hace unos d¨ªas alineados con el movimiento de protesta, parecen dividirse tras la escasez de combustible, las horas de colas en las gasolineras y las im¨¢genes en la televisi¨®n de j¨®venes encapuchados destrozando escaparates a pedradas en el centro de Lyon. Un sondeo publicado ayer por el peri¨®dico Le Figaro aseguraba que el 56% de los franceses es favorable a que todo termine ya. Sarkozy tambi¨¦n lo desea, a fin de reformar, por fin, el Gobierno, sacudirse varios ministros convertidos en pesos muertos y enfilar, revitalizado, la ¨²ltima etapa de su mandato.
Pero otra encuesta, que se publica hoy en el diario Ouest-France, mantiene que el 63% de los franceses justifica las nuevas jornadas de protesta. La primera se celebrar¨¢ el jueves 28 de octubre. Ser¨¢ entonces cuando se demuestre si el movimiento, que desde el 24 de junio no ha hecho sino crecer, se desinfla o no.
Los sindicalistas m¨¢s optimistas y confiados aseguran que la lucha seguir¨¢ hasta que Sarkozy no promulgue la ley, dentro de 15 d¨ªas. E incluso despu¨¦s. Entre ellos, claro, se cuentan los empleados de las 12 refiner¨ªas del pa¨ªs, paralizadas desde hace 15 d¨ªas, comandados por un ex bombero y veterano sindicalista vestido siempre con una trinchera negra y un gorro rojo que sostiene con mucha tranquilidad, mientras se zampa otra manzana, que esto a¨²n no ha acabado.
El origen del caos
- La ley de reforma de pensiones prev¨¦ el retraso de la edad de jubilaci¨®n de los 60 a?os a los 62. Todo se har¨¢ de forma progresiva. De este modo, las personas nacidas en 1951 ser¨¢n las primeras afectadas.
- La duraci¨®n del tiempo de cotizaci¨®n necesario crece: de 40 a?os actuales a 41,5.
- Las personas que no hayan cotizado el tiempo pertinente para cobrar la pensi¨®n completa, deber¨¢n jubilarse a los 67 a?os (ahora lo hacen a los 65).
- Las madres de tres hijos nacidos entre 1951 y 1955, aunque no hayan cotizado todo el tiempo pertinente, se podr¨¢n jubilar a los 65 a?os.
- El retraso de la jubilaci¨®n supone, seg¨²n los c¨¢lculos del Gobierno, unos 20.000 millones de euros de ahorro.
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