La batalla de Francia
Lo que est¨¢ pasando ahora en Francia era previsible. La sublevaci¨®n de las clases populares vinculadas a los servicios p¨²blicos, de las clases medias seguidas por una parte importante de la juventud, de los estudiantes, no se puede entender si no se tiene en cuenta la situaci¨®n de conflicto permanente creada por el propio modo de actuar del Gobierno y del presidente Nicolas Sarkozy. Sobre la cuesti¨®n de fondo, o sea la reforma de las pensiones y de la edad de jubilaci¨®n, la posici¨®n del Gobierno fue dictada a los sindicatos sin posibilidad de negociaci¨®n. Retomando las propuestas de la patronal, que ped¨ªa, desde 2007, el retraso de la edad legal de las jubilaciones, la prolongaci¨®n del plazo de cotizaciones y la evaluaci¨®n restrictiva del trabajo penoso, el Gobierno propuso un proyecto de ley que impone el retraso de la edad legal m¨ªnima de jubilaci¨®n de los 60 a los 62 a?os, la prolongaci¨®n de las cotizaciones durante 41,5 a?os y el retraso de la edad para cobrar el total de la pensi¨®n de jubilaci¨®n de 65 a 67 a?os para los que no hayan cotizado el tiempo necesario. Estas propuestas vienen acompa?adas de muchas otras sobre la convergencia p¨²blico-privada, el empleo de personal de mayor edad, de los j¨®venes, de los derechos de los parados, de las prestaciones por maternidad, y otros puntos importantes. De hecho, el Gobierno, aprovechando el traumatismo provocado por la crisis econ¨®mica, pensaba vender todo el paquete a la vez, yendo mucho m¨¢s all¨¢ de lo que se estaba hablando en Francia estos ¨²ltimos a?os.
Los huelguistas tienen la certeza de que la contienda tendr¨¢ consecuencias en Europa
En el fondo, todo el mundo, incluso los sindicatos, sabe que habr¨¢ que hacer reformas, tanto por causa de la prolongaci¨®n de la esperanza de vida como por la adaptaci¨®n del sistema de jubilaciones a las nuevas condiciones de la econom¨ªa francesa dentro del marco de la globalizaci¨®n. Las posiciones del conjunto de los sindicatos (los seis m¨¢s importantes del pa¨ªs) apuntan que se trata de una reforma global, calificada de injusta (va a profundizar en las desigualdades), esencialmente pagada por los asalariados y, sobre todo, sin un proyecto de plan de empleo y de lucha en contra de la precariedad. Lo que significa que varias categor¨ªas sociales tendr¨¢n que trabajar hasta los 72 a?os para poder conseguir jubilaciones completas. Piden, desde luego, una reuni¨®n comparable a la que tuvo lugar despu¨¦s de Mayo del 68, llamada de "Grenelle", en la que se adopt¨® una reforma global consensuada entre el Gobierno y los sindicatos sobre el sistema social y el mercado de trabajo. El Gobierno rechaz¨® la propuesta y, desde la primera manifestaci¨®n del 24 de junio, no quiso negociar. Dicho de otra manera, ha elegido desde el principio la confrontaci¨®n directa. Frente a esta ofensiva, los sindicatos -sus reivindicaciones son serias y abiertas (sin embargo, no hay un acuerdo global entre ellos mismos, y que hubiera podido ser un margen de maniobra importante para el Gobierno)-, consideraron que el Ejecutivo quer¨ªa sobre todo debilitarlos. De ah¨ª, el inevitable enfrentamiento.
Otro elemento importante para entender la violencia del enfrentamiento: desde su elecci¨®n, Sarkozy nunca pudo conseguir el apoyo mayoritario para su pol¨ªtica de "reformas". La idea que todos los sondeos de estos dos ¨²ltimos a?os ponen de relieve es que su pol¨ªtica es profundamente conservadora y beneficia sobre todo a los grupos econ¨®micos privilegiados. Un sentimiento amargo de injusticia flota en el aire, y los m¨¦todos autoritarios y a veces te?idos de desprecio de los m¨¢s altos responsables pol¨ªticos hacia la ciudadan¨ªa acaban de transformar este sentimiento en rebeld¨ªa "l¨®gica", para hablar como el poeta Arthur Rimbaud. Dicho de otra manera, la situaci¨®n de crisis actual tiene tanto que ver con el rechazo de unas reformas consideradas injustas en un contexto de profundas desigualdades como el enfrentamiento con un presidente y un Gobierno que han perdido todas las elecciones desde las presidenciales de 2007. El tema sindical se mezcla con el rechazo pol¨ªtico global.
?Qu¨¦ va ocurrir? Si el Gobierno mantiene su proyecto, probablemente asistiremos a una contestaci¨®n social "rastrera" durante los pr¨®ximos a?os, sabiendo que va a ser un tema clave en las elecciones presidenciales de 2012. Sin olvidar que los huelguistas franceses tienen la convicci¨®n de que se trata de una contienda que supera a su pa¨ªs, y que tendr¨¢ muchas consecuencias sobre el resto de los movimientos sociales en Europa. La batalla de Francia est¨¢ lejos de acabarse.
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