Privilegios confesionales
La visita de Benedicto XVI a Barcelona el pr¨®ximo mes de noviembre es una excelente oportunidad de poner a prueba c¨®mo entienden los partidos pol¨ªticos la aconfesionalidad del Estado que prev¨¦ la Constituci¨®n. Y el resultado es desconcertante. Las fuerzas pol¨ªticas mayoritarias, CiU y PSC, opinan mayoritariamente que no hay que reparar en gastos y sostienen, como el cardenal arzobispo de Barcelona, Llu¨ªs Mart¨ªnez-Sistach, que no debe andarse con mojigater¨ªas ni hacer el rid¨ªculo a la hora de pagar a escote -escote somos todos- lo que haga falta. Al PP, m¨¢s all¨¢ del fervor religioso, lo ¨²nico que le preocupa es el grado de espa?olidad que muestren los balcones de la ciudad. Los populares votaron contra la propuesta aprobada por el Ayuntamiento de Barcelona de engalanar exteriores porque se ped¨ªa a la ciudadan¨ªa que colgara senyeres y se cerraba as¨ª la posibilidad a las banderas espa?olas. Esquerra Republicana vot¨® a favor de los balcones catalanistas y de las partidas presupuestarias que incluyen m¨¢s de 350.000 euros en horas extras en concepto de seguridad, mantenimiento de las 40 horas de aislamiento para los vecinos de 14 manzanas alrededor de la Sagrada Familia y otros estipendios para que la visita del Pont¨ªfice sea un ¨¦xito. Iniciativa-Esquerra Unida, por su parte, aprob¨® la partida presupuestaria, pero se manifest¨® en contra de engalanar balcones, pues puede interpretarse como un saludo de la ciudad y ellos est¨¢n en contra de la visita. Ecosocialistas y republicanos van a participar en una manifestaci¨®n de oposici¨®n al viaje papal, motivo por el cual ser¨¢n convenientemente lapidados, tal como prescribe la tradici¨®n b¨ªblica y practican hoy d¨ªa numerosos pa¨ªses musulmanes como castigo al adulterio. Ciertamente, somos una naci¨®n confusa con tendencia a la pandereta. Formamos parte de una compleja realidad plurinacional que el jefe del Estado consagra cada a?o al ap¨®stol Santiago o que con motivo del atentado del 11-M en Madrid es capaz de despedir a los fallecidos -jud¨ªos, protestantes, musulmanes, agn¨®sticos o ateos- con una misa cat¨®lica, a modo de funeral de Estado en la Almudena. La ceremonia fue oficiada por el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio M. Rouco Varela, y motiv¨® una dura carta de protesta de las restantes confesiones: "Deber¨ªa haberse buscado un recinto civil por respeto tambi¨¦n a los agn¨®sticos o ateos", afirmaban en la nota. Afortunadamente, el tiro se ha corregido este mismo a?o con el decreto que permite funerales de Estado a diversas confesiones religiosas a petici¨®n de las familias. Con todo, seguimos arrastrando tics de vieja potencia cat¨®lica sociol¨®gica, hija de la ambig¨¹edad vaticana que mezcla con habilidad milenaria esa calidad papal de ser jefe de Estado y de una confesi¨®n religiosa; un pa¨ªs que trata el catolicismo jer¨¢rquico con privilegios, gracias a unos acuerdos preconstitucionales suscritos entre el Estado espa?ol y la Santa Sede; un Estado que paga con fondos p¨²blicos a los profesores de religi¨®n cat¨®lica que eligen y despiden los obispos, no la raz¨®n acad¨¦mica. O que da validez civil al matrimonio religioso cat¨®lico, algo que se niega a jud¨ªos, protestantes y musulmanes, que previamente han de pasar por el juzgado a retirar el correspondiente certificado de capacidad.
Somos una naci¨®n confusa con tendencia a la pandereta que trata el catolicismo de forma privilegiada
Tratar con el catolicismo jer¨¢rquico no es f¨¢cil. Como jefe de Estado, el Papa deber¨ªa visitar Espa?a invitado por el Gobierno. Como dirigente m¨¢ximo de una confesi¨®n, la cosa cambia, pues se tratar¨ªa de una visita pastoral. En todo caso, los beneficios y los gastos de esta visita recaer¨¢n totalmente sobre Catalu?a. Ayuntamiento y Generalitat pagan a escote. Pero los ciudadanos de este pa¨ªs no somos los ¨²nicos interpelados por esta situaci¨®n. La ambig¨¹edad persigue a la cabeza de la Iglesia cat¨®lica all¨¢ donde va. M¨¦xico, con una clase dirigente educada en colegios cat¨®licos, no mantuvo relaciones diplom¨¢ticas con la Santa Sede hasta mediada la d¨¦cada de 1990. Para ser recibido por el presidente del pa¨ªs latinoamericano en 1990, debi¨® encubrirse el encuentro bajo el cielo protector de un hangar. Ahora el flamante hangar para grandes aviones del aeropuerto de El Prat servir¨¢ para despedir al Pont¨ªfice. Esta vez, el marco elegido servir¨¢ para dar cabida a tanto pol¨ªtico que quiere salir en la foto.
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