?C¨®mo garantizar las pensiones?
LA UE: CRISIS Y FUTURO. Las protestas en Francia no son algo local, sino s¨ªntoma de una situaci¨®n de emergencia que afecta a todos. Europa precisa un an¨¢lisis conjunto y una pol¨ªtica coordinada de soluciones
"La conjunci¨®n del envejecimiento de la poblaci¨®n y de la contracci¨®n de la fuerza de trabajo interna va a acarrear a Europa consecuencias dr¨¢sticas. Si no se toman medidas, se traducir¨¢ en una presi¨®n insostenible sobre los sistemas de pensiones, de sanidad y de protecci¨®n social, y en unos resultados negativos para el crecimiento econ¨®mico y la fiscalidad. Si Europa se toma en serio el tr¨¢nsito a una sociedad del conocimiento, los esfuerzos para mejorar la eficiencia econ¨®mica y elevar las capacidades de la poblaci¨®n existente deben completarse con medidas activas para hacer frente a este desaf¨ªo demogr¨¢fico". Proyecto Europa 2030.
Vemos la creciente oleada de protestas contra la reforma de las pensiones en Francia, mezclando a sindicatos y estudiantes, como un problema local, incluso cuando ante nuestros ojos se muestra la evidencia de que aqu¨ª, en Espa?a, tambi¨¦n se han convocado movilizaciones contra la reforma laboral y se anuncian contra las de las pensiones, o no digamos en Grecia, o en otros pa¨ªses de la Uni¨®n, como un movimiento de rechazo a las reformas estructurales imprescindibles para abrir un horizonte de esperanza al futuro de Europa en la nueva realidad mundial.
Retrasar la edad de jubilaci¨®n no es lo ¨²nico. Hay que contar con las mujeres y la inmigraci¨®n
Debemos cambiar de ¨®ptica: la llegada de extranjeros es una parte sustancial de la soluci¨®n
El d¨ªa 4 de octubre comparec¨ª ante el Parlamento Europeo para hablar de ese futuro de la UE que ha sido el n¨²cleo de la reflexi¨®n del Grupo de Expertos que presid¨ª en los dos ¨²ltimos a?os. El debate fue interesante, pero de nuevo tuve la sensaci¨®n de que veo la crisis como una situaci¨®n de emergencia que nos afecta a todos en el conjunto de la Uni¨®n, que exige respuestas de fondo y coordinadas y que esta percepci¨®n de la realidad no es compartida por los interlocutores.
Sin embargo, espero que el Parlamento Europeo entre a fondo en este debate, aprovechando su car¨¢cter de representaci¨®n democr¨¢tica del espacio p¨²blico que compartimos como europeos; respondiendo al incremento de poderes que le otorga el nuevo Tratado de Lisboa; enfocando sus prioridades en este esfuerzo de salida de la crisis y de reformas de fondo, para mostrar y demostrar a los ciudadanos europeos que los problemas son de todos y los desaf¨ªos tienen m¨¢s sentido si se enfrentan desde la Uni¨®n, aunque los ajustes necesarios sean nacionales.
Pocos interlocutores, m¨¢s all¨¢ de las ideolog¨ªas, niegan lo que necesitamos, lo que define nuestra ambici¨®n. Pero muchos rechazan hacer lo necesario para conseguirlo. As¨ª veremos c¨®mo se debilitan los Gobiernos que lo intentan, sea cual sea su color, y c¨®mo ser¨¢n sustituidos, por puro desgaste, por otros que tendr¨¢n, inexorablemente que enfrentar las tareas pendientes... pero perdiendo un tiempo que no tenemos.
Estamos ligados hist¨®ricamente a un modelo de econom¨ªa social de mercado, que hemos exhibido con raz¨®n, como el mejor. Mejor para competir, ?en su momento!; mejor para crear empleo, ?en su momento!; mejor para garantizar la cohesi¨®n social, ?en su momento!; mejor para la educaci¨®n, la sanidad y las pensiones, ?en su momento! Ahora, que vivimos otro momento hist¨®rico, queremos que siga siendo lo que fue, porque deseamos vivir en una sociedad solidaria e incluyente, pero sin cambiar nada, aunque reconozcamos y tengamos la evidencia indiscutible de que el mundo cambi¨® y de que para conseguir y preservar esas ambiciones nosotros tambi¨¦n tenemos que cambiar.
Pues bien, si lo que deseamos es preservar la econom¨ªa social de mercado, frente a modelos sin cohesi¨®n social, o a una econom¨ªa de casino sin reglas, tenemos que recomponer nuestros consensos b¨¢sicos, nuestro di¨¢logo social, para hacer reformas estructurales de hondo calado que nos permitan aumentar nuestra productividad, nuestra competitividad en la nueva econom¨ªa global y del conocimiento, que a?adan a los objetivos que ten¨ªamos en la exitosa Europa de la posguerra, un factor de sostenibilidad frente al cambio clim¨¢tico y la sobreexplotaci¨®n de los recursos que ponen en riesgo la biodiversidad y el equilibrio del planeta.
Si ese fuera, como creo, el objetivo que pocos discuten, habr¨ªa que analizar qu¨¦ problemas estructurales tenemos que enfrentar y resolver para conseguir este prop¨®sito y reconstruir el c¨ªrculo virtuoso que le dio ¨¦xito econ¨®mico y social a la Europa de la segunda revoluci¨®n industrial.
En el a?o 2000, con la aprobaci¨®n de la Agenda de Lisboa, ya se fij¨® como objetivo para el 2010 "ser la primera potencia econ¨®mica y tecnol¨®gica del mundo, con el mejor modelo de cohesi¨®n social". Aunque no se diga con claridad, hoy, en la fecha l¨ªmite, todos reconocen que la estrategia acordada fracas¨® y que no solo no estamos m¨¢s cerca de la meta propuesta, sino que estamos perdiendo competitividad en la econom¨ªa global y que nuestro Estado del bienestar corre riesgos evidentes de insostenibilidad.
Para empezar, viendo el rechazo a las reformas del sistema de pensiones, tenemos que reconocer que el ¨¦xito mayor de la sociedad del bienestar se refleja en el incremento de la esperanza de vida. Pero la buena noticia de que vivimos m¨¢s tiempo y con m¨¢s calidad, viene acompa?ada de una no tan buena que es la baja natalidad. O sea, nos estamos convirtiendo en una sociedad de gente mayor, con una pir¨¢mide demogr¨¢fica que se estrechar¨¢ cada vez m¨¢s en la base. Esta deriva nos llevar¨¢ en el a?o 2050, si faltara inmigraci¨®n y se mantuviera constante la participaci¨®n en el mercado de trabajo, a tener 68 millones menos de trabajadores. Esto nos situar¨ªa en un coeficiente de poblaci¨®n activa / poblaci¨®n inactiva de cuatro trabajadores contribuyentes por cada tres jubilados.
La actual edad media de jubilaci¨®n en Europa es de 62 a?os para los hombres y de poco m¨¢s de 60 para las mujeres. Si no se toman medidas en varios frentes, llegaremos a la situaci¨®n descrita en 40 a?os, es decir, en el momento en que se jubilar¨¢n los j¨®venes estudiantes que protestan en Francia. Como todas las proyecciones que encaran el futuro, esta tampoco es inexorable. Se puede y se debe actuar para evitar este escenario con todas sus implicaciones econ¨®micas, sociales y pol¨ªticas. Y la paradoja es que los que creemos en un sistema p¨²blico de pensiones, cuyo fundamento est¨¢ en la solidaridad, tenemos dificultad para que se acepten las reformas necesarias para mantenerlo y que los que se oponen -por ignorancia o porque quieren debilitarlo para sustituirlo por "otra cosa"- manipulan la realidad torticeramente. Como ya nos ocurriera en 1985, con la reforma del sistema de pensiones que nos permite un sistema digno como el actual que ahora todos dicen defender.
Compensar la ca¨ªda a medio plazo de la poblaci¨®n en edad de trabajar, frente al incremento de la poblaci¨®n de m¨¢s de 60 o 65 a?os, nos obliga a plantear una mezcla de pol¨ªticas, de la que la reforma del sistema de pensiones y de la edad de jubilaci¨®n es una parte imprescindible, pero solo una parte. Por eso, hay que prolongar la vida activa de la poblaci¨®n actual y futura, con est¨ªmulos para hacerlo, que podemos dise?ar y acordar; considerando la jubilaci¨®n como un derecho, no como una obligaci¨®n; reconsiderando los periodos de carencia y calculando la pensi¨®n por los salarios o rentas percibidos a lo largo de toda la vida laboral.
Pero adem¨¢s, tenemos que hacer pol¨ªticas que incrementen la participaci¨®n de la mujer en la poblaci¨®n activa ocupada, con medidas de apoyo para que esto sea compatible con el incremento de la natalidad que necesitamos. El papel de la mujer en esta sociedad del conocimiento, en esta econom¨ªa abierta, es de vital importancia, incluso m¨¢s all¨¢ de la lucha por la igualdad, porque se plantea como una necesidad insustituible para ganar competitividad en la sociedad del conocimiento aumentando la poblaci¨®n activa y corrigiendo la pir¨¢mide demogr¨¢fica.
Pero adem¨¢s, tenemos que cambiar nuestra ¨®ptica sobre la emigraci¨®n, que estamos percibiendo como un grave problema, cuando es una parte sustancial e inevitable de la soluci¨®n a medio y a largo plazo. Claro que hay que regular los flujos, ajust¨¢ndolos a las necesidades y capacidad de integraci¨®n, como pol¨ªticas de conjunto y aplicaciones nacionales. Claro que hay que combatir el tr¨¢fico de seres humanos y la explotaci¨®n de los irregulares, pero no podemos galopar en una demagogia antiin-migraci¨®n que se volver¨¢ contra los valores y los intereses de Europa.
Felipe Gonz¨¢lez fue presidente del Gobierno espa?ol.
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