S¨ª, pero...
Bastar¨¢ la remodelaci¨®n del Gobierno para detener el deterioro de imagen del Ejecutivo y la p¨¦rdida de confianza en Zapatero? ?Ser¨¢ suficiente la tarea de los nuevos ministros, y especialmente la del nuevo vicepresidente primero, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, para poner remedio al desgaste enorme que supone gobernar con la peor crisis econ¨®mica que se recuerda en d¨¦cadas?
Todo parece indicar que el cambio de Gobierno servir¨¢ para corregir muchas de las disfuncionalidades que ven¨ªan acumul¨¢ndose en esta segunda legislatura. Por lo pronto, la primera comparecencia de Rubalcaba como portavoz tras el Consejo de Ministros del nuevo Gobierno ha mostrado que se han perdido seis a?os en el terreno de la comunicaci¨®n. La cantidad de explicaciones y mensajes que se pod¨ªan haber transmitido durante los seis a?os anteriores (m¨¢s all¨¢ del mantra de que "este Gobierno trabaja incansablemente por el inter¨¦s general") es incalculable.
Sin medidas sociales, la desmovilizaci¨®n de la izquierda acabar¨¢ en 2012 con la etapa socialista
Lo urgente son medidas progresistas de subida de los ingresos fiscales
La mejora va a ser muy sustancial en el terreno de la comunicaci¨®n. Igualmente, puede que se acaben de una vez por todas los l¨ªos de rectificaciones, contradicciones y ausencia de explicaciones, que tan habituales han sido durante esta legislatura. Hay ahora un equipo m¨¢s integrado, dirigido y coordinado por gente m¨¢s capaz que antes. De ah¨ª que al Gobierno se le note m¨¢s confiado y con ganas de dar la batalla, por muy mal que le est¨¦n yendo las encuestas.
Gracias a la remodelaci¨®n, el Gobierno podr¨¢ recobrar la confianza de los ciudadanos en su capacidad. Hay una mayor¨ªa de ciudadanos que ven al PP como un partido m¨¢s eficaz que el PSOE para hacer frente a los problemas econ¨®micos, a pesar de que por el momento los conservadores no hayan realizado propuestas relevantes y su partido est¨¦ envuelto en los peores casos de corrupci¨®n econ¨®mica y despilfarro de dinero p¨²blico de nuestra historia democr¨¢tica. Esta percepci¨®n puede deberse en parte a que el PP nunca ha tenido que afrontar una crisis dada su breve estancia en el poder (ocho a?os frente a 19 del PSOE).
La mejora en la capacidad pol¨ªtica y de gesti¨®n del equipo de Gobierno es, sin duda, una condici¨®n necesaria para que el PSOE detenga la profunda p¨¦rdida de apoyo popular que las encuestas revelan. Sin embargo, no ser¨¢ suficiente, pues la erosi¨®n del Gobierno obedece adem¨¢s a otros factores.
En concreto, desde mayo de 2010, cuando Zapatero se vio obligado a realizar el ajuste ante la crisis de la deuda p¨²blica, el Gobierno parece empe?ado en repetir los mismos errores que cometi¨® Gonz¨¢lez durante su presidencia. En los a?os ochenta, una buena parte del electorado socialista percibi¨® que el Gobierno estaba haciendo una pol¨ªtica insuficiente
-mente socialdem¨®crata en el terreno econ¨®mico. Hab¨ªa una decepci¨®n muy extendida por lo que podr¨ªamos llamar la incoherencia ideol¨®gica, la distancia entre las ideas y la pr¨¢ctica.
Entre los votantes de izquierda, el porcentaje de voto al PSOE fue cayendo progresivamente, elecci¨®n tras elecci¨®n. El descontento se materializ¨® en la huelga general de 1988 y en la fuerte ca¨ªda de voto en 1986 y 1989. La desmovilizaci¨®n de los votantes de izquierda continu¨® luego por otros motivos (esc¨¢ndalos de corrupci¨®n, divisiones internas en el PSOE) y no se detuvo hasta la elecci¨®n de Zapatero en 2000. En las elecciones de ese a?o, con Almunia todav¨ªa como candidato, entre quienes estaban ideol¨®gicamente m¨¢s pr¨®ximos al PSOE que a cualquier otro partido, solo uno de cada dos vot¨® al PSOE. Esta tasa del 50% de "retenci¨®n ideol¨®gica" del PSOE en 2000 contrasta con la del PP, que nunca ha bajado del 75%. En general, los votantes ideol¨®gicamente pr¨®ximos al PP suelen votar a este partido de manera decidida y constante.
No debe sorprendernos, por tanto, que durante la segunda mitad de los ochenta y la d¨¦cada de los noventa, la tasa de abstenci¨®n fuera mucho m¨¢s alta entre los votantes de izquierda que entre los de derecha. Algunos votantes de izquierda no se sent¨ªan adecuadamente representados por el PSOE. Algo similar est¨¢ ocurriendo ahora. No hay apenas transferencias de voto de unos partidos a otros. Simplemente, el electorado socialista tradicional se est¨¢ desmovilizando a toda velocidad. Parte de ese electorado se reactivar¨¢ durante la campa?a electoral, pero otra parte muy importante se quedar¨¢ en casa si la pol¨ªtica no cambia.
Cuando se produjo la crisis de la deuda la primavera pasada, las circunstancias extraordinarias del momento y las presiones de las instituciones supranacionales obligaron al Gobierno a cambiar su orden de prioridades, haciendo de la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico el objetivo fundamental. Esta reducci¨®n tan r¨¢pida y expeditiva es probable que sea un obst¨¢culo para la recuperaci¨®n, pero Zapatero tuvo que llevarla a cabo para cortar los ataques especulativos a nuestra deuda p¨²blica.
Ahora bien, la decepci¨®n no se produce por la decisi¨®n de recortar el d¨¦ficit, sino por la forma en la que se ha hecho. El Gobierno no tuvo m¨¢s remedio que proceder al ajuste, pero no estaba obligado a realizarlo exclusivamente mediante la reducci¨®n del gasto, sin ninguna medida de aumento de ingresos que fuera m¨¢s all¨¢ de la subida del IVA. Hay que recordar que el d¨¦ficit no se ha producido como consecuencia de un comportamiento fiscal irresponsable del Estado, sino por una ca¨ªda anormalmente profunda de los ingresos en 2009, que ya se est¨¢ corrigiendo en 2010.
El Gobierno ha renunciado a medidas progresistas de aumento de ingresos (ha habido un aumento casi testimonial del IRPF para las rentas m¨¢s altas), prefiriendo recibir certificados de buena conducta de las instituciones europeas, la OCDE y el FMI. A diferencia de otros pa¨ªses europeos, en los que s¨ª se han aplicado algunas medidas novedosas, en Espa?a no se ha creado una tasa a la banca ni a los beneficios de las grandes empresas, ni se ha tomado ninguna medida especial para combatir el fraude fiscal (salvo un peque?o ajuste a la situaci¨®n escandalosa de las Sicav).
Resulta chocante que en Espa?a no tengamos un Krugman local. La inmensa mayor¨ªa de los economistas serios repiten las mismas recetas y desprecian cualquier idea que no encaje en sus planteamientos liberales. El equipo econ¨®mico del Gobierno no ha sido una excepci¨®n.
A diferencia de lo que sucedi¨® en la primera legislatura, en la que Zapatero arriesg¨® en muchos terrenos, en esta, dominada casi absolutamente por la econom¨ªa, el presidente ha ido a remolque de los acontecimientos y por detr¨¢s de otros gobernantes europeos, sin ofrecer ninguna propuesta novedosa.
Las cosas pueden estropearse a¨²n m¨¢s si el Gobierno se empecina en llevar a cabo justamente ahora, en medio de la crisis, una reforma de las pensiones que no es urgente a corto plazo. Las presiones a favor de esa reforma son muy fuertes. Da la impresi¨®n de que las ¨¦lites del pa¨ªs se est¨¢n aprovechando de la mala coyuntura econ¨®mica para debilitar el Estado de bienestar.
El Gobierno tiene que distanciarse de esos proyectos. En estos momentos, por ejemplo, m¨¢s perentorio que la reforma de las pensiones es realizar de una vez una reforma fiscal profunda que corrija las tremendas injusticias del sistema. Ignacio Zubiri mostr¨® hace poco en este peri¨®dico todo lo que se puede hacer en este terreno y que el Gobierno no ha querido entrar a discutir.
Zapatero ha tenido la inteligencia de realizar un cambio profundo del Gobierno que mejorar¨¢ su eficacia. Deber¨ªa tener la misma determinaci¨®n para nutrirse de algunas ideas econ¨®micas que, sin romper con el objetivo de reducci¨®n del d¨¦ficit, tengan alg¨²n contenido social y de izquierdas. De lo contrario, la desmovilizaci¨®n de la izquierda acabar¨¢ en 2012 con la etapa socialista.
Ignacio S¨¢nchez-Cuenca, profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad Complutense, es autor de M¨¢s democracia, menos liberalismo (Katz).
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