El movimiento de protesta social en Francia se desinfla
La movilizaci¨®n de ayer contra Sarkozy registra la cifra m¨¢s baja de asistencia
La calle, el term¨®metro que ha servido hasta ahora para medir la intensidad y la temperatura del movimiento de protesta contra la reforma de las pensiones de Sarkozy, tambi¨¦n se enfr¨ªa en Francia. Desde junio, fecha en que comenz¨® la marea social en contra de este proyecto de ley, no se registraba una participaci¨®n tan baja como la de ayer en las manifestaciones convocadas por los sindicatos. Ayer (d¨¦cima jornada de acci¨®n sindical, s¨¦ptima desde que acab¨® el verano), solo respondieron a la llamada de las ocho centrales sindicales 550.000 franceses, seg¨²n el Ministerio del Interior. Los sindicatos elevan la cifra a dos millones. En cualquier caso, muchos menos que en la ¨²ltima jornada de protesta, celebrada el pasado 19 de octubre, en que la polic¨ªa cont¨® 1.100.000 personas y los sindicatos m¨¢s de tres millones. Ya no hay duda: el movimiento pierde aliento.
Entre una fecha y otra, han ocurrido varias cosas que explican el des¨¢nimo. Una: la aprobaci¨®n definitiva de la ley, el mi¨¦rcoles, en el Congreso. Dos: la progresiva incorporaci¨®n al trabajo de asalariados en huelga en sectores considerados hasta ahora como inamovibles o duros, como el de las refiner¨ªas, en toda Francia o el de los basureros, en Marsella. Tres: la poca incidencia de las manifestaciones convocadas por los j¨®venes el pasado martes.
En Par¨ªs, la manifestaci¨®n de ayer arranc¨® a la una de la tarde en la plaza de la Rep¨²blica. Hubo menos personas que en las ¨²ltimas ocasiones, menos estudiantes de instituto (ahora en vacaciones), menos gritos. En el aire flotaba una cierta sensaci¨®n de resignaci¨®n o des¨¢nimo. Una se?ora, sola, enarbolaba una peque?a pancarta que rezaba as¨ª: "Bajo los adoquines est¨¢ la rabia". Muy cerca, un sindicalista de la CGT manifest¨®: "Hasta que quede una esperanza, vamos a seguir, y yo voy a seguir".
La esperanza, ahora, se reduce a que el presidente de la Rep¨²blica, Nicolas Sarkozy, antes del 15 de noviembre, decida no promulgar la ley, que es el ¨²nico tr¨¢mite legal que le resta a la reforma para entrar en vigor. Esto, previsiblemente, no va a ocurrir: el mismo Sarkozy se ha mostrado inflexible y decidido a llevar hacia adelante una reforma en la que ha empe?ado su palabra y su cr¨¦dito pol¨ªtico.
Las dos partes ya miran, de hecho, m¨¢s all¨¢ de la protesta. Hay l¨ªderes sindicales que, aunque aseguran que no bajan los brazos (de hecho hay convocada otra jornada de lucha para el s¨¢bado 6 de noviembre), ya aseguran que esta protesta "dejar¨¢ huella, acabe como acabe". Juegan con un as en la manga: la opini¨®n p¨²blica les es favorable y, seg¨²n los sondeos, aprueba su movimiento.
Esos mismos sondeos hunden actualmente a Sarkozy en la tasa de popularidad m¨¢s baja desde que comenz¨® su mandato. Tal vez por eso (y tambi¨¦n porque, victorioso aunque herido, prepara el d¨ªa siguiente a la protesta), el presidente de la Rep¨²blica pidi¨® ayer a sus diputados que se abstengan de "agredir a los sindicatos" y de utilizar "palabras que molesten".
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