El suicidio del 'botell¨®n'
No creo que el botell¨®n se haya esfumado por la acci¨®n policial ni por las prohibiciones de la autoridad. Simplemente se ha matado a s¨ª mismo. Lo han abandonado sus habituales, hartos de vomitonas, cacas, micciones por doquier, imb¨¦ciles que no saben beber y co?azos insoportables de esos que te dan los borrachos y los colocados locuaces. La mayor¨ªa de los j¨®venes que se acercaban por all¨ª lo hac¨ªan por curiosidad y porque sal¨ªa m¨¢s barato beber y cantar. Por otra parte, es intolerable que algunas personas mayores identificaran a la juventud con el dichoso botell¨®n.
Parece que ahora se lleva botell¨ªn: reuniones al aire libre de grupitos de colegas bien avenidos que charlan tranquilamente, beben, hacen unas risas y luego se va cada mochuelo a su olivo. Se acab¨® el desdichado botell¨®n, de igual modo que antes lo hab¨ªa hecho su madre, la golfa litrona de nuestra juventud.
Ahora se llevan las reuniones al aire libre de grupitos de colegas
Se dice por ah¨ª que ahora se bebe mucho m¨¢s en Madrid. Mire usted, lo que se bebe ahora es una broma comparado con lo que se beb¨ªa en pleno siglo XVIII, en plena Ilustraci¨®n. Un desmesurado disc¨ªpulo de Quevedo, el salmantino Diego de Torres Villarroel, en su obra Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la Corte, dice as¨ª: "Nuestro tiempo es tan infeliz que bendicen a No¨¦ tan afectuosas las mujeres como los hombres. En nuestra era los infantes se cr¨ªan a los pechos de las cubas, los j¨®venes repiten el vino como el agua, y las mujeres lo cuelan como chocolate. As¨ª se demandan los antojos del animal, as¨ª se desenfrena el apetito, as¨ª son m¨¢s intensos los ardores de la carne".
Seguro que no era para tanto, don Diego, pero cuando usted lo dice por algo ser¨¢. Desde luego, le aseguro que ahora los j¨®venes no beben tanta agua. La cerveza es otra cosa. Dicen que la juventud actual permanece est¨¢tica ante lo que ocurre en el mundo. No se lo crea usted. La juventud est¨¢ expectante ante lo que le espera a corto y medio plazo.
Madrid ha cambiado mucho, creo que para bien. Al menos se erige una estatua en el Retiro a Miguel Delibes y se dedicar¨¢ una calle al gran Marcelino Camacho, que se nos fue el otro d¨ªa.
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