"Espa?a debe dar un paso atr¨¢s en el Estado del bienestar"
Robert E. Lucas reconoce ser un hombre testarudo. El economista que transform¨® el an¨¢lisis macroecon¨®mico con su teor¨ªa de las expectativas racionales, que extendi¨® el enfoque de los mercados eficientes a toda la econom¨ªa y por la que recibi¨® el Nobel en 1995, sigue firme en sus ideas neoliberales cuando el hurac¨¢n desatado por la crisis financiera en EE UU est¨¢ a¨²n lejos de amainar. Lucas (Yakima, Washington, 1937) est¨¢ convencido de que ni la pol¨ªtica monetaria ni los est¨ªmulos fiscales van a mejorar la situaci¨®n, y defiende la conveniencia de mantener bajos los impuestos para incentivar la iniciativa privada y recompensar el esfuerzo personal. Este profesor de la Universidad de Chicago, pupilo de Milton Friedman y Paul Samuelson, reconoce que se equivoc¨® al asegurar en 2003 que el problema de las depresiones econ¨®micas estaba resuelto. Se justifica diciendo que la gran mayor¨ªa de los economistas -incluyendo a Paul Krugman, con quien mantiene una intensa rivalidad acad¨¦mica- no supo detectar la fragilidad del sistema financiero. Hace poco visit¨® Madrid para dar una conferencia en la Fundaci¨®n Rafael del Pino.
"Las empresas est¨¢n hasta los topes de dinero, pero tienen miedo a invertir"
"Hay gente que no hace el esfuerzo suficiente para encontrar trabajo"
Pregunta. ?C¨®mo vislumbra la recuperaci¨®n? ?Qu¨¦ deben hacer los pa¨ªses ricos para crecer?
Respuesta. A las econom¨ªas ricas se les da bien crecer, y normalmente lo hacen por s¨ª solas. Es sorprendente lo lenta que est¨¢ siendo la recuperaci¨®n. De hecho, no existe tal recuperaci¨®n, pues deber¨ªamos haber vuelto ya a ritmos de crecimiento del 3%. Y no creo que la pol¨ªtica monetaria o los est¨ªmulos fiscales ayuden a conseguirlo. La inversi¨®n ha ca¨ªdo a niveles baj¨ªsimos en EE UU. Hay mucha liquidez, los bancos y las empresas est¨¢n de dinero hasta los topes, as¨ª que no hay nada en el terreno financiero que les impida poner en marcha proyectos nuevos y ambiciosos. Creo, sencillamente, que tienen miedo: no saben c¨®mo va a ser el nuevo r¨¦gimen fiscal, cu¨¢nto va a costar el nuevo sistema sanitario...
P. ?Y los consumidores?
R. Los consumidores tambi¨¦n. Hay mucha incertidumbre sobre si la rebaja fiscal de Bush para las rentas m¨¢s altas se va a prorrogar o no, pues la decisi¨®n se ha dejado para despu¨¦s de las elecciones del 2 de noviembre.
P. ?Es usted partidario de mantener esa rebaja fiscal?
R. Creo que fue un paso en la buena direcci¨®n. Los tipos marginales, aquellos que pagan la gente de m¨¢s ¨¦xito, deprimen la econom¨ªa, desincentivan la asunci¨®n de riesgos y el trabajo duro. Los recortes de Bush nacieron como algo temporal, pero creo que ser¨ªa un error no prorrogarlos.
P. ?Pero no cree que quienes ganan m¨¢s deber¨ªan pagar m¨¢s para ayudar a salir de la crisis?
R. Ya pagan m¨¢s que los dem¨¢s, y es justo que lo hagan as¨ª. No se puede cobrar impuestos a los m¨¢s pobres o a la gente con problemas econ¨®micos. Por eso debe existir cierta progresividad. El presidente Reagan recort¨® el tipo marginal al treinta y tantos por ciento. Fue una buena idea, y creo que deja espacio suficiente para no tener que cobrar impuestos a los m¨¢s pobres. Un tipo ¨²nico para las rentas bajas ser¨ªa lo ideal. Lo que no puede hacer un sistema fiscal es cobrarte m¨¢s impuestos cuanto m¨¢s ¨¦xito tengas; es malo para la econom¨ªa. F¨ªjese en la contribuci¨®n de los trabajadores en EE UU: es mucho m¨¢s alta que en otros pa¨ªses, la gente trabaja m¨¢s, hay muchas familias con dos sueldos. Y las mujeres son una parte enorme del mercado laboral. Yo tengo 73 a?os, y hay mucha gente de mi edad que a¨²n trabaja. Un tipo marginal alto va en contra de este tipo de comportamientos. P. ?Necesita la econom¨ªa mundial m¨¢s est¨ªmulos o est¨¢n haciendo bien los Gobiernos al recortar el gasto p¨²blico?
R. En EE UU no se est¨¢ recortando mucho el gasto. En Espa?a veo que s¨ª. Es dif¨ªcil calcular lo que consiguieron los est¨ªmulos fiscales en EE UU. En mi opini¨®n, poca cosa. Mientras tanto, es necesario financiar los d¨¦ficits de alguna manera, y hay mucha incertidumbre sobre c¨®mo hacerlo: ?va a haber inflaci¨®n? ?Van a subir los impuestos? ?Cu¨¢les van a subir? Hay tambi¨¦n cierta hostilidad hacia las empresas. El presidente Obama cae en ello una y otra vez, habla de los empresarios como si fueran ladrones.
P. ?Sirve su teor¨ªa de las expectativas racionales para explicar lo ocurrido en estos a?os?
R. Para explicar la crisis financiera, no. Las crisis son impredecibles. Lo que necesitamos no es una mejor teor¨ªa de las expectativas, sino una mejor comprensi¨®n de la fragilidad de nuestro sistema financiero, al que la mayor¨ªa de los economistas estadounidenses hab¨ªamos prestado poca atenci¨®n hasta que estall¨®. En t¨¦rminos de expectativas son mucho m¨¢s importantes los est¨ªmulos fiscales. A los presidentes, incluido Bush, les gustan los est¨ªmulos temporales, como los incentivos para comprar coches, por ejemplo, pero a la gente no le importan los recortes de impuestos temporales. Est¨¢ haciendo planes para una carrera profesional, para toda una vida o para proyectos de inversi¨®n; piensan en la situaci¨®n fiscal a largo plazo.
P. Usted dijo en 2003 que el problema fundamental de la prevenci¨®n de las depresiones econ¨®micas hab¨ªa sido resuelto. ?C¨®mo ha cambiado su opini¨®n sobre el asunto? ?Qu¨¦ lecciones ha aprendido de esta crisis?
R. Soy una persona testaruda. La lecci¨®n que he aprendido es que el comportamiento de la pol¨ªtica monetaria en 2008, en la Reserva Federal de Ben Bernanke, fue muy diferente de la de 1929-1933. En aquella ¨¦poca la Reserva Federal no hizo m¨¢s que mirar c¨®mo el sistema financiero se derrumbaba, mientras que Bernanke puso 800.000 millones de d¨®lares en el mercado en dos o tres meses. Fue una decisi¨®n contundente que fren¨® el p¨¢nico y resolvi¨® el problema en el primer trimestre de 2009. La frase m¨ªa de la que tanto se habla significa en su contexto lo siguiente: yo estudi¨¦ el ciclo econ¨®mico desde la posguerra mundial hasta 2002, que debi¨® ser cuando escrib¨ª ese texto, y me hice la pregunta: ?mejorar¨ªa el bienestar de los ciudadanos una pol¨ªtica fiscal y monetaria m¨¢s activa de la que hab¨ªa entonces? Hice mis c¨¢lculos bas¨¢ndome en modelos te¨®ricos y la respuesta fue que ser¨ªa insignificante. No me pod¨ªa imaginar que se iba a producir la crisis que finalmente estall¨®, y eso fue un error. Nunca le prest¨¦ atenci¨®n al sistema financiero. Siempre cre¨ª que todo se hab¨ªa resuelto en los a?os treinta, y no me di cuenta de lo equivocado que estaba. Nadie se dio cuenta. Tampoco le¨ª nada de Paul Krugman sobre la fragilidad del sistema financiero.
P. ?C¨®mo ve la econom¨ªa espa?ola?
R. La ¨²ltima vez que estuve en Espa?a, hace un a?o, utilic¨¦ la palabra decepci¨®n, y lo que quise decir es que el milagro espa?ol fue similar a los de Italia y Jap¨®n en los a?os sesenta y setenta. Espa?a dej¨® de ser un pa¨ªs pobre y parec¨ªa que iba a ponerse a la altura del continente, pero luego acab¨® torci¨¦ndose. Ahora existe una brecha entre el PIB per c¨¢pita espa?ol y el de los dem¨¢s europeos, y otra brecha sorprendente entre Europa y EE UU. ?Por qu¨¦ tiene que ser tan distinto el nivel de vida en pa¨ªses con la misma cultura, la misma tecnolog¨ªa? Creo que los europeos, y Espa?a en particular, est¨¢n demasiado inmersos en el Estado de bienestar y que deber¨ªan dar un paso atr¨¢s. Los sindicatos tienen demasiado poder. Los sindicatos en Europa son muy distintos de los estadounidenses. Ser¨ªa imposible una huelga general en EE UU.
P. ?C¨®mo puede Espa?a crear empleo?
R. Volvamos al asunto de los impuestos y del Estado del bienestar. Lo que mueve la econom¨ªa, lo que anima a la gente a trabajar, es el beneficio que obtienen de su esfuerzo y de la asunci¨®n de riesgos: enviar a sus hijos a mejores colegios, tener mejor asistencia sanitaria para sus familias y disfrutar de mejores jubilaciones. Uno trabaja para obtener una recompensa en el futuro. Dar la misma asistencia m¨¦dica o la misma educaci¨®n a todos, sin tener en cuenta lo que cada uno aporta, tiene un sentido igualitario, pero recorta la motivaci¨®n para trabajar duro. No quiero que se me malinterprete: tiene que haber asistencia m¨¦dica, educaci¨®n, jubilaci¨®n para todos; no se puede abandonar a la gente a su suerte. Pero dar las mismas condiciones a todos recorta los incentivos para trabajar. No quiero decir que el 20% de paro sea consecuencia de esto, pero hay gente que no est¨¢ haciendo el esfuerzo suficiente por encontrar un trabajo, que no est¨¢ dispuesta a aceptar el tipo de empleo que muchos trabajadores estadounidenses s¨ª aceptar¨ªan.
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