Contraste
Es de agradecer que las obsesiones de Juan Jos¨¦ Ibarretxe le llevaran a elegir el 25 de octubre para presentar a examen su "tesis doctoral" en Donosti y luego impartir una conferencia en la Diputaci¨®n Foral de Guip¨²zcoa, mientras en la sede de la Lehendakaritza se conmemoraba el XXXI aniversario de la aprobaci¨®n en refer¨¦ndum del Estatuto de Autonom¨ªa. Merced a esta coincidencia es posible percibir con claridad el contraste entre una propuesta excluyente, agotada y sin futuro, que representa la tesis de Ibarretxe, y una concepci¨®n de Euskadi moderna, basada en la capacidad del Estatuto para integrar a la sociedad y afrontar eficazmente los problemas reales de los ciudadanos.
En Donosti, el pasado lunes se escenificaban los vicios m¨¢s caracter¨ªsticos del nacionalismo sabiniano. En primer lugar, la instrumentalizaci¨®n de una instituci¨®n, en este caso la universidad, para fines partidistas y de glorificaci¨®n de una persona. Ante un tribunal elegido para la ocasi¨®n entre afines y simpatizantes, el doctorando pudo impunemente hacer pasar por trabajo cient¨ªfico un viejo discurso pol¨ªtico, trufado de todo aquello que no se le puede permitir a un investigador, o a un acad¨¦mico: afirmar o concluir lo que previamente no se ha demostrado a la luz de la experiencia, del conocimiento y de la raz¨®n, convirtiendo en supuesto la cuesti¨®n. Siendo m¨¢s que ben¨¦volos, se puede afirmar que la "tesis doctoral" de Ibarretxe es a la doctrina jur¨ªdico-econ¨®mica, lo que los manuales de autoayuda que inundan las baldas de El Corte Ingl¨¦s son a la ciencia que estudia el comportamiento de las personas. S¨®lo en un contexto como el que representa Ibarretxe es posible que se pueda conceder el grado de doctor a quien es incapaz de comprender algo tan elemental en cualquier sistema constitucional como el respeto a la ley, a los procedimientos y la imposibilidad de que unos pocos, o una parte, decidan por s¨ª solos lo que afecta a otros muchos o al todo. M¨¢s a¨²n, es bochornoso que se haya permitido y premiado en una sede universitaria una descalificaci¨®n m¨¢s de las Cortes y del Tribunal Constitucional, desprovista de cualquier fundamento jur¨ªdico razonable.
Se puede optar entre descalificar el autogobierno o apostar por convivir
Afortunadamente existe otra Euskadi real. En la tarde del pasado lunes, mientras en Donosti se pon¨ªa a disposici¨®n de Ibarretxe otra instituci¨®n, ¨¦sta de todos los guipuzcoanos, en Vitoria-Gasteiz se visualizaba una Euskadi plural, excelente, no s¨®lo en el discurso del lehendakari, sino sobre todo en lo que fue lo m¨¢s significativo del acto: la entrega del premio Lan Onari a cinco ciudadanos vascos, seguramente con ideolog¨ªa y sentimientos diversos, pero con el rasgo com¨²n de la excelencia de su trabajo en sus diferentes actividades: el deporte, la interpretaci¨®n, el periodismo, la creaci¨®n de empresas y la ense?anza y recuperaci¨®n del euskera. En sus palabras, unas en euskera y otras en castellano, despu¨¦s de recibir el galard¨®n, hab¨ªa m¨¢s verdad, m¨¢s vida, m¨¢s sentido y m¨¢s compromiso que en las que en Donosti se lanzaban de manera irresponsable, atizando la divisi¨®n entre vascos. All¨ª estaban cinco vascos sin fronteras, ejemplares y representativos de toda la sociedad, no solo de un segmento ideol¨®gico y pol¨ªtico.
Existe otra Euskadi diferente, que contradice la tesis victimista de Ibarretxe sobre la incapacidad del Estatuto para progresar y mejorar. Dos hechos recientes as¨ª lo demuestran: la UPV ha visto c¨®mo un proyecto elaborado con rigor ha merecido la consideraci¨®n de excelente, y es seguro que si se sigue trabajando con el mismo esp¨ªritu se podr¨¢ alcanzar la meta de situar a nuestra universidad entre las mejores, sin que el actual marco jur¨ªdico sea en modo alguno obst¨¢culo para ello. Vitoria-Gasteiz ha sido elegida para el pr¨®ximo bienio capital verde de Europa, premio merecido al esfuerzo colectivo y continuado de los vitorianos y de su Ayuntamiento, regido sucesivamente por alcaldes de tres partidos diferentes, certific¨¢ndose as¨ª que el pluralismo, lejos de paralizar, sirve para conseguir cualquier objetivo que se proponga realmente para el bienestar de todos y de la calidad de vida, y no por intereses de partido o por meras ambiciones personales.
La sociedad vasca tiene que elegir. Puede seguir enfangada en la descalificaci¨®n del autogobierno y de las instituciones, en la reivindicaci¨®n sempiterna de nuevos y sucesivos marcos jur¨ªdicos que no se corresponde con su propia diversidad, alimentando as¨ª una fractura social que desperdicia las mejores energ¨ªas y las evidentes potencialidades que en su seno existen. O puede optar por convivir y encontrarse a s¨ª misma haciendo del Estatuto, que seguramente es imperfecto como dec¨ªa el lehendakari L¨®pez, un marco de encuentro entre diferentes, que pueden seguir si¨¦ndolo y que naturalmente podr¨¢n siempre reivindicar su mejora o su sustituci¨®n incluso, sin otro requisito que el respeto a las reglas democr¨¢ticas y al criterio insoslayable de que nada que divida a los vascos y que nos mantenga en el empate infinito y en la tensi¨®n permanente ser¨¢ una buena soluci¨®n.
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