El mejor Philip Roth est¨¢ de vuelta
Tras una d¨¦cada de producci¨®n excesiva y desigual, la cr¨ªtica se rinde al ¨²ltimo libro del escritor - El nobel Coetzee ha destacado la "maestr¨ªa" de 'Nemesis'
De Philip Roth (Newark, 1933) se podr¨ªa afirmar lo que dijo Borges a prop¨®sito de Quevedo: "No es un escritor, es una literatura". Desde que public¨® su cuarto libro, El Lamento de Portnoy (1969), se convirti¨® en uno de los referentes imprescindibles del panorama literario universal. Dentro de su vasta producci¨®n, hay varias obras de gran envergadura, como la serie de novelas protagonizadas por su alter ego, Nathan Zuckerman, personaje m¨¢s real que lo que da de s¨ª la realidad, y que permiti¨® a Roth llevar a cabo una serie de complejas exploraciones acerca del sentido del arte y de la vida. Sus seguidores (que en Espa?a, donde le edita Mondadori, son legi¨®n) est¨¢n de enhorabuena: Su ¨²ltima obra, Nemesis, reci¨¦n publicada en Estados Unidos, nos devuelve al mejor Roth tras una d¨¦cada de producci¨®n algo desigual y excesiva. O al menos as¨ª lo ha considerado la cr¨ªtica del pa¨ªs.
La obra, ambientada en la II Guerra Mundial, retoma el viejo tema de la peste
Uno de los mayores logros de Roth como narrador es que obliga a los lectores a adentrarse con ¨¦l en regiones sumamente oscuras de la experiencia humana. Ello lo convierte en un narrador a quien puede resultar inc¨®modo seguir. Se ha dicho de ¨¦l que nadie ha explorado mejor en nuestro tiempo el misterio de la sexualidad. Otras cumbres de su arriesgada propuesta narrativa son El teatro de Sabbath (1995), Pastoral Americana (1997), y La mancha humana (2000). Aunque es cierto que en algunas novelas ha puesto a prueba las posibilidades t¨¦cnicas del arte narrativo, como en El pecho (1972) o La contravida (1986), la verdadera fuerza de Roth est¨¢ en su capacidad para obligarnos a mantener la mirada abierta en los momentos m¨¢s duros que nos plantea a todos el reto cotidiano de la existencia. As¨ª, en Patrimonio (1991), el protagonista (que puede o no ser el propio Roth) sostiene un duelo insoportable con lo que significa ser testigo de la agon¨ªa y muerte de su padre. Otro tanto hace, en distintos momentos de su obra, con la enfermedad o la vejez. El reto es dif¨ªcil porque al hacerlo logra alejarse de lo que es en s¨ª aborrecible y doloroso para trascenderlo a trav¨¦s del arte. No es que borre la distancia entre realidad y ficci¨®n, como se ha dicho, sino que nos sit¨²a en un punto en el que, desde la emoci¨®n, nos permite entender situaciones cruciales de la vida para las que no hay sino las palabras m¨¢s elementales: el odio, el mal, el amor, la posibilidad de que el mundo y la historia est¨¦n gobernados por el m¨¢s absoluto sinsentido. Para afrontar la vida, cuando es dif¨ªcil y en los momentos de esplendor, disponemos del arte. Sabiendo que es as¨ª, Roth no deja de escribir. Probablemente no podr¨ªa hacerlo, aunque quisiera.
La mancha humana (2000) supuso la entrada de su obra en el siglo XXI. A partir de entonces, lejos de ralentizarse, su productividad se regulariz¨®, con t¨ªtulos como El animal moribundo, La conjura contra Am¨¦rica, Everyman, Sale el espectro, Indignaci¨®n y Humillaci¨®n. Aunque sus lectores parec¨ªan necesitarlo tanto como siempre, cab¨ªa preguntarse si el escritor hab¨ªa llegado al l¨ªmite de sus posibilidades. ?Se estaba repitiendo? Lleg¨® octubre de 2010, volvi¨® a sonar su nombre, como cada oto?o, entre los candidatos al Nobel. Una vez m¨¢s, no se le concedi¨®. Lo que s¨ª lleg¨® con la puntualidad de siempre fue una nueva novela, Nemesis, y con ella la sorpresa. A Roth le queda mucho por decir.
El tema de Nemesis es la epidemia de polio que asol¨® Estados Unidos durante el verano de 1941, tal y como afect¨® a la comunidad jud¨ªa de Newark, la ciudad natal del autor, escenario de su infancia, al que ha regresado repetidamente en su obra. En Nemesis, Roth retoma un viejo tema, el de la peste, tratado anteriormente por Daniel Defoe y Albert Camus. El trasfondo, en este caso, es la II Guerra Mundial, con sus atrocidades. En su ¨²ltima entrega, Roth nos arrastra a lo mejor de que es capaz el teatro de su imaginaci¨®n, alcanzando un virtuosismo del que s¨®lo son capaces los maestros de lo invisible. Al comentar la novela, el sudafricano J. M. Coetzee, ganador del premio Nobel de Literatura, repara en una escena misteriosa en la que se explica c¨®mo cavar una tumba. Se trata de una lecci¨®n, se?ala Coetzee, tanto de vida como de muerte. Escribir es afrontar la muerte y aprender a vivir. Todo a la vez.
Cuatro 'imperdibles'
- En la vasta obra de Philip Roth (32 novelas en tres d¨¦cadas) destacan algunas de los libros fundamentales de la narrativa estadounidense moderna. Su cuarto libro, El lamento de Portnoy, fue un cl¨¢sico instant¨¢neo. Luego llegar¨ªan, en los a?os setenta, las novelas de la serie protagonizadas por Nathan Zuckerman, como El escritor fantasma. Su obra capt¨® la atenci¨®n de una nueva generaci¨®n de lectores con historias como El teatro de Sabbath (1995), que le vali¨® el National Book Award o Pastoral Americana (1998), premio Pulitzer, que la revista Time escogi¨® entre las 100 mejores novelas de tosos los tiempos.
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