El innegable ¨¦xito del PP
La aparente extravagancia del portavoz parlamentario del PPCV, Rafael Blasco, al proyectar a los dirigentes de su partido la pel¨ªcula Invictus, no fue una estrategia de consumo interno, fue parte de un proyecto m¨¢s amplio dirigido a esa izquierda, f¨¢cilmente desmoralizable y desmoralizada, que Blasco conoce tanto, por si pudiera llegar a tener la tentaci¨®n inesperada de creer que el PP puede ser derrotado alg¨²n d¨ªa. Los populares valencianos han logrado un ¨¦xito evidente: la transmisi¨®n a la derecha, pero sobre todo a la izquierda, del convencimiento de que el PP es imbatible. La derecha sabe que derrotar la ilusi¨®n del adversario es una tarea que requiere astucia y la astucia y el cinismo florecen entre ellos como las naranjas. As¨ª que si la izquierda, el centro izquierda o la izquierda derechizada andan deprimidas, esa es la primera victoria del PP, que vende tan bien sus triunfos venidos o por venir. Y se los vende mejor a la izquierda que a los suyos; los suyos poseen la fe ciega. Mientras tanto, con el fr¨¢gil electorado de izquierda, siempre presto a dolerse, lastimoso, es m¨¢s f¨¢cil organizar un viernes santo que cualquier domingo de resurrecci¨®n. No podr¨ªa ser de otra manera cuando los contrincantes de un mismo partido, como el PSPV, exponen con m¨¢s eficacia las limitaciones de sus compa?eros para el liderazgo que las del adversario. ?nase a eso que, frente al pragmatismo de la derecha, que convierte en amor ciego la simple aceptaci¨®n de lo que tiene, la enorme exigencia cr¨ªtica de la izquierda insobornable no se conforme sino con un genio. Y como escasean los genios por todas partes es m¨¢s f¨¢cil para la derecha asegurarse en su modestia el triunfo eterno que deviene de la f¨¢cil comprensi¨®n de sus l¨ªderes. El exceso extremado de perfecci¨®n puede conducir al patetismo, a la nada o a la risa. La derecha lo sabe, pero esta izquierda descre¨ªda echa en falta el don, el carisma a todo posible l¨ªder. Menos mal que los socialistas valencianos no estar¨¢n buscando ahora al Felipe Gonz¨¢lez que tampoco tuvieron nunca antes, ni por supuesto a un Obama de la huerta, pero si ellos mismos no generan confianza en el elegido van dados. Y mucho peor si el elegido es incapaz de ganarse la confianza, aunque sea tarea harto dif¨ªcil en este panorama del meninfontisme que no cesa. Bien es verdad que no hay l¨ªder investido o aspirante a l¨ªder de la izquierda que no hable de la necesidad de generar entusiasmo o de una falta de ilusi¨®n de la que hay que recuperarse. Ninguno de ellos, sin embargo, parece poseer los instrumentos, quiz¨¢ una varita m¨¢gica o una pel¨ªcula elegida por el Blasco que tengan a mano, para convencer a los progresistas de que la victoria frente al PP es posible. Pero esos progresistas siguen, erre que erre, con el me gusta, no me gusta, salga quien salga, como si en esta sociedad tan hambrienta de carismas, hasta el de Obama, paradigma del l¨ªder, no sufriera graves sacudidas por el activismo del extremismo derechista, tan globalizado ahora para el contento de la derecha pr¨®xima, frente a la indolencia enfermiza del progresismo.
El exceso extremado de perfecci¨®n puede conducir al patetismo, a la nada o a la risa
Dec¨ªa Castilla del Pino que si el hombre permaneciera en un estado permanente de alerta de la raz¨®n no soportar¨ªa la vida y que precisamente porque apelamos a la alucinaci¨®n la soportamos. Eso quiere decir que el buen comunicador pol¨ªtico ha de tener en cuenta los resortes emocionales de su electorado sin necesidad de declararse un naranjo sacudido por el viento o envolverse en una senyera. Y m¨¢s en una tierra como esta, donde la fiesta es se?a de identidad y programa de gobierno. Pero ya s¨¦ que es dif¨ªcil competir con lo primario para una izquierda racional que se precie, al modo pintoresco que lo hace el a¨²n presidente Camps. No se puede ignorar, sin embargo, qu¨¦ es aquello de lo inherente a la condici¨®n humana que la derecha conoce tan bien, y lo explota, y la izquierda no se atreve a abordar o no sabe. ?Significa esto que la izquierda haya de seguir los derroteros de esa derecha sobrada de votos, a la que un fiel electorado se abstiene de castigar? L¨ªbreme Dios de unirme al coro de los que parecen hacer esa recomendaci¨®n desde dentro de las filas de los propios partidos pol¨ªticos y desde fuera.
Me resisto a recomendar la resignaci¨®n, pero si en Espa?a puede que sea f¨¢cil llegar a presidente de Gobierno sin hacer nada, seg¨²n aseguran que va a ocurrirle a Rajoy -basta con que se queme Zapatero-, en esta Comunidad, donde los camps y los fabras nunca se queman, haga lo que haga un candidato de la izquierda, llegar¨¢ siempre al Gobierno la derecha. O eso es de lo que Blasco trata de convencer a la izquierda convencida. De lo que se deduce que Blasco se toma m¨¢s trabajo del que es preciso. Y emplea m¨¢s colaboradores de los necesarios.
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