La forma m¨¢s ligera del cemento
Hablando de su admirado Pier Luigi Nervi, maestro del hormig¨®n armado, en una conferencia en Dallas en 1954, F¨¦lix Candela lo pon¨ªa como ejemplo de aplicaci¨®n del "secreto de la llamada intuici¨®n estructural, tan ardientemente ambicionada por todo estudiante de arquitectura". Y a?ad¨ªa que el procedimiento para alcanzarla, al fin y al cabo, "es relativamente sencillo; basta dedicar a su obtenci¨®n toda una vida".
En todo caso, de esa "intuici¨®n estructural" hizo gala F¨¦lix Candela no s¨®lo libremente en su obra arquitect¨®nica, sino tambi¨¦n, a la fuerza, en la construcci¨®n de su propia vida. Como la de todo exiliado, la suya choc¨® de manera inmediata con el curso de la historia. Recordemos que naci¨® en Madrid en 1910, donde estudi¨® arquitectura y particip¨® como ingeniero, durante la guerra, en el bando republicano; que en 1939 emigr¨® a M¨¦xico, desde donde desarroll¨® el grueso de la trayectoria que le har¨ªa c¨¦lebre; y que en 1997 muri¨® en Estados Unidos, donde se hab¨ªa instalado en 1971 como docente universitario.
F¨¦lix Candela. 1910-2010
Instituto Valenciano de Arte Moderno
Guillem de Castro, 118. Valencia
Hasta el 2 de enero de 2011
Para Candela, el cemento armado "busca la manera de trabajar m¨¢s comodamente, casi como si tuviera sentido com¨²n"
De todo esto da cuenta la exposici¨®n del IVAM, comisariada por Juan Ignacio del Cueto, organizada con la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y la UNAM de M¨¦xico, con maquetas, fotograf¨ªas, v¨ªdeos y documentos, acompa?ados de un cat¨¢logo cuyos textos, incluyendo alguno del propio Candela, consiguen redondear su imagen y ponerla en claro.
Como se sabe, la p¨ª¨¨ce de r¨¦sistance (nunca mejor dicho) de F¨¦lix Candela la constituyen sus trabajos de los a?os cincuenta y sesenta en torno al motivo de las cubiertas en forma de paraboloide hiperb¨®lico, techumbres alabeadas en donde, vali¨¦ndose de las posibilidades del cemento armado, conocidas tiempo atr¨¢s pero poco usadas hasta entonces (s¨®lo Eduardo Torroja lo hab¨ªa hecho en Espa?a), constru¨ªa figuras de una extrema ligereza, de no m¨¢s de cuatro cent¨ªmetros de grosor, a la vez que extraordinariamente resistentes, a manera de "cascarones", "mantos" o, en su caso, "paraguas", de una apariencia tan simple y austera como espectacular e imaginativa. De hecho, lo que se percibe en algunas de sus obras m¨¢s emblem¨¢ticas, desde el temprano y peque?o Pabell¨®n de Rayos C¨®smicos (edificio universitario, de 1951, destinado a la recepci¨®n de part¨ªculas elementales, con una cubierta que no pod¨ªa superar los 15 mil¨ªmetros de espesor) hasta el gran Palacio de los Deportes construido en 1968 para los Juegos Ol¨ªmpicos de M¨¦xico, pasando por la iglesia de la Medalla Milagrosa (1953), las naves para las destiler¨ªas Bacard¨ª (1958-1960), el restaurante Los Manantiales, de 1958 (hoy clonado en el Oceanogr¨¢fico de Valencia, en medio del conjunto de Calatrava), o la incre¨ªble Capilla de Palmira (1959), es su voluntad de sacar el m¨¢ximo partido a unos materiales tan d¨²ctiles y econ¨®micos como propicios al ejercicio de la fantas¨ªa.
En este equilibrio entre econom¨ªa y fantas¨ªa estribaba el ¨¦xito de su f¨®rmula, que Candela desarroll¨® como un juego de tema y variaciones. En realidad, sus proyectos fueron viables sobre todo en el contexto del M¨¦xico desarrollista, cuando la numerosa y bien cualificada mano de obra encargada de la realizaci¨®n de la cimbra de madera, de las ret¨ªculas de barras met¨¢licas y del colado, a¨²n pod¨ªa encontrarse disponible a buenos precios. Cuando esto termin¨®, desde el momento en que el presidente D¨ªaz Orgaz estableci¨® un salario m¨ªnimo, hacia 1964, las cosas empezaron a complicarse y el arquitecto tuvo que optar por otros caminos.
Y es que F¨¦lix Candela no fue nunca un dogm¨¢tico de las formas, ni siquiera de las suyas. En su escrito en Defensa del formalismo, a lo que remite es a la necesidad de actuar desde una dimensi¨®n emp¨ªrica, en funci¨®n no s¨®lo de la finalidad del edificio, sino de los materiales y de sus condiciones de resistencia. Sus l¨¢minas de cemento armado le val¨ªan en la medida en que no s¨®lo expon¨ªan su "estructura" en t¨¦rminos exhibicionistas (Mies van der Rohe en general), arbitrarios (Utzon en la ¨®pera de Sidney) o altaneros (Niemeyer), sino que la desarrollaban en una dimensi¨®n aut¨¦nticamente fant¨¢stica, en cierto modo inspirada en modelos naturales.
Esa fantas¨ªa se apoyaba, sin duda, en su provocativo escepticismo respecto al rendimiento del mero c¨¢lculo matem¨¢tico en arquitectura. Pero, sobre todo, la arquitectura de Candela se apoyaba en su firme confianza en los materiales y en la peculiar empat¨ªa que supo establecer con el comportamiento del cemento armado. Hablando de la resistencia de ¨¦ste a la ruptura, en el marco de una conferencia en M¨¦xico en 1950, lo expresaba con tanta claridad como iron¨ªa. Sosten¨ªa que, antes de alcanzar punto de colapso, y con independencia de todo c¨¢lculo exacto previamente realizado, "el material se acomoda, es decir, busca la manera de trabajar m¨¢s c¨®modamente, casi casi como si tuviera sentido com¨²n". M¨¢s a¨²n: "Esta especie de sentido com¨²n del material suple, en muchas ocasiones, la falta de ¨¦l en los constructores". No era su caso, por cierto, puesto que era justamente su particular sentido com¨²n el que le permit¨ªa jugar con el del cemento armado y darle formas tan fieles a su intuici¨®n subjetiva como a la estructura objetiva, en la que el arquitecto olfateaba una suerte de vida propia a la que hab¨ªa que hacer justicia facilitando su despliegue.

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