Macacos
No es lo peor que el hombre descienda del mono, como dijo Dar-win, sino que est¨¢ evolucionando directamente hacia el mono, como afirma Schopenhauer. Conozco a algunos ejemplares humanos que solo se diferencian de los simios en que se afeitan todas las ma?anas, se ponen desodorante en las axilas y que en vez de exhibir unas enc¨ªas enormes, ense?an varias muelas de oro cuando se r¨ªen. En concreto, hay monos que parecen graduados en Cambridge, si se comparan con algunos de nuestros cong¨¦neres. Las torturas en las c¨¢rceles, las violaciones masivas como hitos de victoria, el fanatismo religioso que te condena al fuego eterno, los eructos que emergen del subconsciente m¨¢s sucio de algunos pol¨ªticos, son formas de comportarse que dejan a cualquier mono muy por arriba en la escala de nuestra especie. Cada uno de estos simios humanos pertenece a una clase distinta y se presenta con un disfraz caracter¨ªstico. Hay gorilas con el pecho cubierto de medallas, orangutanes con pistol¨®n en la cadera, chimpanc¨¦s con la mitra dorada, primates con un acta de diputado. Tambi¨¦n est¨¢ el alcalde rijoso y el escritor narcisista que se masturban p¨²blicamente como macacos. Comp¨¢ralos con un mono angelical y piensa qui¨¦n es m¨¢s cruel, m¨¢s idiota y l¨²brico. Solo en contadas ocasiones he tenido contacto directo con el mundo de los simios. En un circo de Hamburgo vi a un orangut¨¢n que fumaba un cigarrillo y se tragaba el humo con m¨¢s estilo que Bogart. En el zoo de San Diego, en California, me qued¨¦ solo ante un chimpanc¨¦, los dos cara a cara. Trat¨¦ de sostenerle la mirada durante unos minutos. Tuve que apartar los ojos porque aquel ser parec¨ªa decirme: "Lo s¨¦ todo de ti, te conozco hasta el fondo del alma". En la reserva de Tsavo, en Kenia, asist¨ª de cerca a una arenga militar. A la sombra de una acacia un mono instructor caldeaba los ¨¢nimos de un pelot¨®n de babuinos. Seg¨²n el gu¨ªa, los estaba preparando para atacar a un bando enemigo, que a su vez tambi¨¦n recib¨ªa instrucciones de otro demagogo para el combate. "Si no se matan, se aburren. Todos quieren ser h¨¦roes", dijo el gu¨ªa. Pero ning¨²n mono escribe libros, pens¨¦, ni siente la pulsi¨®n de la tortura, dos placeres, uno que lleva al hombre al rid¨ªculo, el otro que solo comparte con las ratas.
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