De la canci¨®n del ¨²tero a Mahler
'La imaginaci¨®n sonora' concluye el d¨ªptico de m¨²sica y filosof¨ªa de Eugenio Tr¨ªas
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Si el icono es el padre de la imaginaci¨®n, la m¨²sica es la madre. So?amos viendo, pero el sonido que acompa?a todo eso tambi¨¦n nos determina. Desde el ¨²tero materno, desde que en el l¨ªquido del seno sent¨ªamos la voz y las canciones del exterior a nuestra pasi¨®n por lo que escuchamos en vida. Por eso, Eugenio Tr¨ªas (Barcelona, 1942) se ha empe?ado en devolver a la m¨²sica la categor¨ªa que se merece entre nuestros sentidos y en nuestro pensamiento. Ya comenz¨® a hacerlo hace tres a?os con El canto de las sirenas; ahora lo completa con La imaginaci¨®n sonora (Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores).
Las conexiones entre m¨²sica y filosof¨ªa est¨¢n todav¨ªa por explorar a fondo aunque han existido aproximaciones memorables, de Arist¨®teles a Adorno. Tr¨ªas transita ese mismo camino de manera profunda, entregada. Y de paso salda cuentas. "Si el libro anterior estaba muy basado en la tradici¨®n grecolatina, este se centra en una l¨ªnea judeocristiana", comenta el fil¨®sofo mel¨®mano.
"En la imaginaci¨®n el sonido construye todo un universo aparte del visual"
Ambas ra¨ªces demuestran que la m¨²sica, la gran m¨²sica, es uno de los pilares de la civilizaci¨®n occidental. "Esa s¨ªntesis de Europa pagana y cristiana es la que demuestra su dimensi¨®n: que desde el principio se inspire lo mismo en la cara humana de la figura de Cristo, con lecturas muy afirmativas, y al tiempo en la inspiraci¨®n del mito de Orfeo".
No por casualidad, la historia de la ¨®pera -que ya sobrepasa los 400 a?os- comienza con este personaje atado a una lira. Pero Tr¨ªas viaja mucho m¨¢s atr¨¢s. Ha sido capaz de hacernos entender la historia de los sonidos desde la polifon¨ªa no registrada y la primitiva caligraf¨ªa de los conventos hacia la contempor¨¢nea espiritualidad de Scielsi y Ligeti, con todo lo que este ¨²ltimo le perturba con su tela de ara?a. En medio, las pasiones y cantatas de Bach, el Mozart tard¨ªo de La clemenza di Tito, la grandeza de Haydn aprisionada entre el genio de Salzburgo y Beethoven. Tambi¨¦n Wagner, Bruckner, Verdi, Schoenberg. O la nada eterna, el misterioso viaje entre la tierra y el cielo de Mahler...
Pero si regresamos al principio de todo, Tr¨ªas est¨¢ empe?ado en demostrar esa vocaci¨®n maternal de la m¨²sica para nuestros sentidos. "El desarrollo del o¨ªdo en el ¨²tero, lo que afecta mientras se forma en el embri¨®n, es un misterio, pero merece una teor¨ªa musical". Es la memoria involunta-ria y en ella habitan todos los so-nidos. "Nuestra imaginaci¨®n va acompa?ada de iconos. Pero la materia f¨®nica es fundamental. El sonido tiene su trama, sus frecuencias, sus longitudes, sus armon¨ªas, construye una suerte de universo aparte del visual. Y ese aspecto no ha sido analizado con intensidad desde la filosof¨ªa".
La m¨²sica tiene un logos propio, seg¨²n Tr¨ªas. Por eso necesit¨® en un momento determinado su propio registro. Su escritura. "Es important¨ªsimo ese momento y se produce en un cruce de la historia en el que nadie augura grandes invenciones. Se desarrolla entre el siglo IX, X y XI". La creaci¨®n de ese alfabeto est¨¢ llena de genios an¨®nimos que trabajaban en los conventos o de nombres propios como Guido d'Arezzo. Como tampoco sabremos a qui¨¦n se le ocurri¨® el contrapunto, esa genialidad que reconstruye la historia de la m¨²sica. Son fen¨®menos paralelos a la invenci¨®n del g¨®tico. Lo mismo que las pasiones de Bach, la de san Juan o san Mateo, pueden relacionarse con los cristos de Vel¨¢zquez o El Greco.
Entre las cuentas para saldar en el gusto de Tr¨ªas est¨¢ Haydn. "Ha sido rebajado a una simplista condici¨®n de cl¨¢sico. Fue mucho m¨¢s. Haydn result¨® enormemente innovador. Sinfon¨ªas como La despedida o cuartetos como el Opus 20 son obras sorprendentes". Resulta dif¨ªcil analizar con novedades a Beethoven. Pero si aplicamos la filosof¨ªa y las teor¨ªas de Tr¨ªas, descubrimos: "Su obra posee ese doble polo entre Atenas y Jerusal¨¦n, entre la Misa solemnis y la Novena sinfon¨ªa, encontramos todo el mito de Europa".
Mahler es una predilecci¨®n del fil¨®sofo. Si en El canto de las sirenas, Tr¨ªas hab¨ªa explorado las primeras sinfon¨ªas, en La imaginaci¨®n sonora, se centra en La canci¨®n de la Tierra y la Octava. "Las dos obras coinciden en el tiempo pero defienden ant¨ªtesis. Una habla de la vida perdurable y la otra se rinde a un pante¨ªsmo m¨ªstico".
La espiritualidad ha sido un motor absoluto del libro. Tr¨ªas ha tenido muy presente la muerte estos ¨²ltimos tres a?os. Tambi¨¦n ha perdido o¨ªdo -qu¨¦ fatalidad para un amante de la m¨²sica-, pero eso le ha permitido agudizar la imaginaci¨®n y el recuerdo de sus sensaciones sonoras. "Me he basado mucho en las partituras. Me da rabia perderme detalles que antes apreciaba".
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