La demonizaci¨®n de los musulmanes
Plataforma per Catalunya y PP han iniciado, en las elecciones catalanas, una campa?a muy agresiva contra los inmigrantes. Est¨¢n consiguiendo incorporar a la agenda colectiva visiones xen¨®fobas y discriminatorias
La campa?a electoral en Catalu?a se desarrolla entre un gran nerviosismo pol¨ªtico y una aparente indiferencia ciudadana. En medio, el tema de la inmigraci¨®n recorre el escenario electoral. Las tensiones se van acumulando alrededor de tres ejes: "Los inmigrantes son los causantes de la delincuencia", "los inmigrantes amenazan nuestro bienestar y reducen nuestras posibilidades de tener trabajo", o "muchos inmigrantes son fundamentalistas religiosos potencialmente peligrosos". Lo cierto es que Catalu?a ha pasado de una poblaci¨®n de 6 millones de personas en el 2000 a superar los 7,5 millones en la actualidad. Son cifras r¨¦cord. Y es meritorio que todo ello se haya producido, como en el resto de Espa?a, sin notables tropiezos, gracias, b¨¢sicamente, a muchos municipios y a las entidades que trabajan en ese ¨¢mbito. De todos es sabido que la distribuci¨®n de tan ingente volumen de reci¨¦n llegados no ha sido proporcional en el territorio. Y, por tanto, hay poblaciones y barrios que acumulan porcentajes de poblaci¨®n inmigrada muy significativos. Sabemos que sus lugares de acogida se concentran en los barrios que resultan m¨¢s accesibles para las fr¨¢giles econom¨ªas de los que apenas s¨ª han reunido lo necesario para llegar e instalarse. Y es a esos barrios donde se dirigen ahora las esperanzas electorales de algunas formaciones pol¨ªticas. Unas, con m¨¢s descaro y desinhibici¨®n, como Plataforma per Catalunya, apuntan directamente al exceso de inmigrantes que "roban" oportunidades y prestaciones a los "nacionales", y proponen la necesaria expulsi¨®n de los inmigrantes de religi¨®n musulmana, apelando a las ra¨ªces cristianas de los espa?oles. Otras, como el Partido Popular, tratan de compensar sus debilidades entre el electorado conservador y nacionalista catal¨¢n, con una campa?a muy agresiva en inmigraci¨®n. Un d¨ªa arremete contra los gitanos rumanos en Badalona, ampar¨¢ndose en el ruido generado por Sarkozy y la d¨¦bil respuesta de la UE y del propio Zapatero; otro, acusa a los inmigrantes de abusar de la sanidad p¨²blica; y al siguiente exige que los inmigrantes dispongan de "certificados de buena conducta" donde conste la opini¨®n de sus vecinos. Y todo ello muy bien aderezado con constantes e inequ¨ªvocas alusiones a la conexi¨®n entre inmigraci¨®n, incivismo y delincuencia.
La estrategia del PP en Catalu?a es una especie de banco de pruebas para el resto de Espa?a
Es preocupante la tibieza de algunos partidos con esas posiciones de extrema derecha
?Hasta d¨®nde llegar¨¢ el PP y hasta qu¨¦ punto contaminar¨¢ al resto de fuerzas pol¨ªticas catalanas? El panfleto que edit¨® el l¨ªder popular en Badalona, Garc¨ªa Albiol, preguntaba: "?Tu barrio es seguro?", acompa?ando el texto con una foto de un balc¨®n con el lema "No queremos rumanos". Esa iniciativa ha provocado que la Fiscal¨ªa de Catalu?a especializada en temas de odio y discriminaci¨®n haya citado al concejal para dilucidar si esa campa?a puede ser constitutiva de delito. Para Garc¨ªa Albiol, "lo que no han podido parar en la calle, lo intentan parar en el juzgado". Lo cierto es que Garc¨ªa Albiol crea escuela, y el dirigente popular en Barcelona, Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz, trata de imitar la estrategia haci¨¦ndose acompa?ar por los medios de comunicaci¨®n en busca de campamentos de gitanos en Barcelona, o acusando a los inmigrantes de los problemas de sostenibilidad de la sanidad p¨²blica o de otros servicios p¨²blicos. En otro folleto preelectoral, el PP afirma que "nosotros decimos lo que muchos piensan y no se atreven a decir", y consideran que convendr¨ªa priorizar a la inmigraci¨®n "que comparte con nosotros cultura y valores". En esta misma l¨ªnea, han acusado recientemente a CiU de haber favorecido a la inmigraci¨®n que no supusiera un acicate a la espa?olizaci¨®n ling¨¹¨ªstica de Catalu?a. Faltan semanas para las elecciones catalanas, y meses para las elecciones municipales, pero parece que la estrategia del PP en Catalu?a es una especie de banco de pruebas para el resto de Espa?a. La cautela actual de los dirigentes espa?oles del PP puede trocarse en "garcialbiolizaci¨®n" si la cosa sale bien en Catalu?a.
La l¨ªder popular en Catalu?a, Alicia S¨¢nchez Camacho, ha relacionado sus posiciones con lo que ocurre en Europa. Y no le falta raz¨®n. Sarkozy, Berlusconi y la reciente evoluci¨®n de la opini¨®n p¨²blica en Alemania, Suecia u Holanda, apuntan a un rebrote de la derecha xen¨®foba, acompa?ada por la derecha m¨¢s convencional, que ha radicalizado sus posiciones pol¨ªticas para taponar el ascenso de la extrema derecha. En Catalu?a, buenos son los ataques a "los otros". La presencia de Plataforma per Catalunya en los Consistorios de algunos de los municipios con mayor n¨²mero de inmigrantes puede catapultar a su l¨ªder, Josep Anglada, al Parlamento catal¨¢n, y genera nerviosismo su extensi¨®n en los pr¨®ximos comicios locales. El problema es que contra esa tendencia a criminalizar a los inmigrantes, sobre todo y por ahora a los de religi¨®n musulmana, no caben medias tintas, y son precisamente las medias tintas lo que caracteriza no solo al PP, sino tambi¨¦n a CiU y a algunos dirigentes socialistas. Despu¨¦s de la escaramuza de Vic, en la que el alcalde democristiano de CiU propusiera denunciar a los inmigrantes sin papeles, la formaci¨®n nacionalista catalana impulsa la creaci¨®n de un mapa de los sin papeles con finalidades a¨²n no aclaradas. Algunos alcaldes socialistas han abanderado la prohibici¨®n del burka en sus poblaciones, a pesar de que su n¨²mero es meramente anecd¨®tico, y ponen todo tipo de pegas a la instalaci¨®n y al funcionamiento de mezquitas. Con todo ello, lo que se est¨¢ consiguiendo es que se vayan considerando como normales y dignas de ser tenidas en cuenta por parte de la ciudadan¨ªa, opiniones que f¨¢cilmente se deslizan hacia la xenofobia y a la discriminaci¨®n.
Es preocupante la tibieza o incluso condescendencia de algunos partidos pol¨ªticos ante la gravedad de los escarceos del PP con esas posiciones. En momentos como los actuales, y ante la sensaci¨®n de amenaza que muchos ciudadanos pueden tener en relaci¨®n a la sostenibilidad de prestaciones sociales de todo tipo, se puede empezar con la heterofobia, acusando a "otros" de lo que nos viene sucediendo, y acabar con posiciones de racismo que no tengan de hecho base racial. Se niega a nuestros "otros" cl¨¢sicos (los gitanos), se sigue con los nuevos "otros" (islamofobia) y al final se va ampliando la cosa hacia esos "tantos" que abusan de nuestros derechos y ponen en peligro el poco trabajo al que "nosotros" tenemos derecho y el poco o mucho bienestar del que "nosotros" ahora disponemos. Estamos ante el cl¨¢sico tema del desplazamiento de las fronteras entre "nosotros" y "ellos". Es incre¨ªble que un dirigente pol¨ªtico justifique su posici¨®n aludiendo a que expresa lo que los ciudadanos piensan pero no se atreven a manifestar. Construir posiciones de fuerza pol¨ªtica desde las bajas pasiones ha conducido siempre a peligrosos excesos. Si la fuerza de algunos partidos en Catalu?a ha de basarse en la estigmatizaci¨®n de colectivos por raz¨®n de su origen, m¨¢s vale que se lo hagan mirar. De hecho, est¨¢n dignificando con su actitud ambigua posiciones mucho m¨¢s radicales y abiertamente racistas. Y, al final, si entendemos que muchas de las acusaciones que se hacen a los inmigrantes derivan de su situaci¨®n de exclusi¨®n social (que comparten con muchos "nacionales"), lo que acaba desencadenando un racismo primario es la situaci¨®n de aquellos que acumulan rechazo al unir a su condici¨®n de pobres, el origen ¨¦tnico y la religi¨®n que profesan, y esos son los musulmanes.
La Europa actual se ha edificado sobre innumerables conflictos de religi¨®n, y hemos inscrito en nuestros c¨®digos la libertad religiosa como algo insoslayable. Pero tenemos miedo del radicalismo de aquellos que no han hecho a¨²n los deberes de secularizaci¨®n de sus pautas de conducta p¨²blica y pol¨ªtica. No avanzaremos en la aceptabilidad mutua con exacerbaci¨®n de las diferencias, y menos si convertimos la religi¨®n en la divisoria cultural y en el l¨ªmite de la incorporaci¨®n a la plena ciudadan¨ªa. El islam es ya una religi¨®n europea, que debe encuadrarse en la l¨®gica de la secularizaci¨®n del espacio p¨²blico y de la vida pol¨ªtica. No podemos caer en la trampa de confundir una opci¨®n religiosa, que no todas las personas de un mismo origen comparten o practican, con una forma de vida o como una expresi¨®n cultural. Necesitamos una clara desautorizaci¨®n de aquellos que pretendan criminalizar una pr¨¢ctica religiosa convirti¨¦ndola en un cuerpo extra?o desde el punto de vista cultural y social. Y en Catalu?a, algo de eso nos estamos jugando.
Joan Subirats es profesor de Ciencia Pol¨ªtica e investigador del Instituto de Gobierno y Pol¨ªticas P¨²blicas de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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