De burros y lenguas
En un lugar de Colombia, cuyo nombre Internet se est¨¢ encargando de convertir en inolvidable, un maestro decide un buen d¨ªa cargar con libros un par de burros y echarse al campo. Quiere que la lectura se abra paso por entre la miseria, la violencia, los caminos sin hacer (incluso sin concebir), la indiferencia o el abandono social; quiere que los cuentos, la literatura y tambi¨¦n los libros de texto atraviesen todos esos obst¨¢culos y lleguen hasta los ni?os que viven en aldeas alejadas de las v¨ªas principales, al margen de la estructura cultural y educativa del pa¨ªs. Les recomiendo vivamente que busquen en Internet informaci¨®n sobre el biblioburro de Luis Soriano; que vean, sobre todo, los v¨ªdeos que recogen las impresiones del maestro y de algunos de sus jovenc¨ªsimos lectores/as "milagro". All¨ª se dicen cosas como que con esta iniciativa se busca "cultivar colombianos con mentalidad cr¨ªtica, con mentalidad constructiva y con mucha imaginaci¨®n" -?hace cu¨¢nto que no se expresa aqu¨ª, veros¨ªmilmente, algo parecido?- All¨ª adem¨¢s del concepto, impresiona la forma; lo bien que, a pesar de las precariedades materiales y culturales que les rodean, hablan esas personas: la claridad y la flexibilidad de su expresi¨®n, la anchura y la frescura de su vocabulario, la dulzura-b¨¢lsamo de su tono, que provienen, sin duda, de una intensa tradici¨®n de comunicaci¨®n verbal, o lo que es lo mismo, de un aut¨¦ntico apego a la lengua.
Dejo ahora aquello para venirme, tristemente, a esto. Abandono la riqueza que suponen esos burros cargados de cultura, de buena voluntad y de horizonte; para interrogar la pobreza, la estrechez, la ausencia de generosidad e imaginaci¨®n que sigue evidenciando nuestro debate ling¨¹¨ªstico y que acaban de tener, en sede parlamentaria, otra de sus cl¨®nicas representaciones. La diputada del PNV Leire Corrales, para cuestionar la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica del Gobierno, se ha preguntado si no vendr¨¢ determinada, entre otras razones, por el "odio hacia el euskera". Como si fuera de recibo reducir la argumentaci¨®n pol¨ªtica a una mera retah¨ªla de descalificaciones y/o de juicios de intenciones. Como si fuera compatible el "amor" por cualquier lengua con forzarla al estr¨¦s permanente, al desgarro social constante, con convertirla en un eterno campo de batalla.
Por su parte, el portavoz del PSE, Jose Antonio Pastor, le ha respondido que se puede ser "euskaldun y euskaltzale y no nacionalista", como si, a estas alturas, de esto hubiera que responder a¨²n; como si esto hubiera que aceptar argumentarlo a¨²n, justificarlo a¨²n. Como si no fuera un error o un agravio social en s¨ª mismo el prestarse a ese juego. Y, sobre todo, como si el "debate" ling¨¹¨ªstico no tuviera que merecer su nombre y abordar con urgencia lo esencial, el drama (en cualquier lengua) del vocabulario perdido o no encontrado, de las capacidades lectoras disminuidas, de la creciente indiferencia intelectual, esto es, verbal, de palabra.
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