Tiburones y sirenas
La bici siempre fue el s¨ªmbolo de la ni?ez feliz. El regalo m¨¢s espectacular so?ado en la infancia, un fabuloso obsequio que incluso se escond¨ªa detr¨¢s de las tarjetas del Un, Dos, Tres... La bicicleta fue el primer veh¨ªculo propio, nos brindaba la in¨¦dita oportunidad escapar del per¨ªmetro protector de nuestra madre, con el flequillo ondeante inaugur¨¢bamos una nueva dimensi¨®n territorial y sensitiva, en silencio, escuchando ¨²nicamente el batir de los pedales.
La bicicleta significaba ocio, un dilatado momento sin deberes ni ocupaciones donde cab¨ªa bajar aquella pesada BH u Orbea en el ascensor o por las escaleras del edificio para montar solo o con los amigos en el parque. El verano, sin duda, era el h¨¢bitat perfecto. Se congregaban enjambres de esqueletos de acero en las urbanizaciones, por el paseo mar¨ªtimo, en las plazas. La bicicleta nos socializaba a la vez que nos reportaba la oportunidad de experimentar la soledad en movimiento.
El nuevo sue?o de los ciclistas es que Madrid se transforme en un fabuloso ?msterdam
Luego nos hicimos mayores y las bicicletas desaparecieron para siempre de nuestras vidas como un amado rosebud. O eso cre¨ªmos. Porque hoy regresa en Madrid una fiebre desaforada por la bici. Plataformas a favor de las dos ruedas con pedales como Madrid en Bici, una campa?a viral a trav¨¦s de Internet; o BiciCr¨ªtica, unas reuniones mensuales en las que m¨¢s de 2.000 ciclistas desfilan por el centro de la ciudad interrumpiendo el tr¨¢fico, est¨¢n empezando a hacer verdadero ruido. Los bicifriendlys reclaman al Ayuntamiento m¨¢s carriles bici, como el que se ha ignorado en la remodelaci¨®n del eje Prado Recoletos, y que se retome el proyecto de alquiler de bicicletas congelado por falta de presupuesto.
Se est¨¢ expandiendo la creencia de que Madrid es una ciudad retr¨®grada porque es hostil con los ciclistas, porque no los integra con gracilidad en el tr¨¢fico de su n¨²cleo urbano. La bicicleta ha dejado de ser el s¨ªmbolo de la ni?ez feliz para convertirse en el estandarte de la madurez responsable, es el reflejo de la ciudad moderna, la bandera de la lucha medioambiental y de la salud f¨ªsica de los ciudadanos.
Seg¨²n Madrid en Bici, en nuestra capital solo el 0,6% de los desplazamientos son en bicicleta frente al 36% de Copenhague o el 10% de Berl¨ªn. Parece ser que somos la ciudad de Europa y de Espa?a m¨¢s retrasada en el tema del pedaleo. El nuevo sue?o de los ciclistas es que Madrid se transforme en un fabuloso ?msterdam donde los coches se sustituyan por caballitos de metal, que de repente esta urbe pierda decibelios y contaminaci¨®n y todos vivamos m¨¢s contentos. Existe algo de ingenuidad y de utop¨ªa en una reclamaci¨®n que a veces se tinta de un esp¨ªritu l¨²dico e incluso infantil, como la ¨²ltima sesi¨®n de BiciCr¨ªtica donde los participantes vistieron de etiqueta (hace unos a?os pedalearon desnudos).
Los ciclistas tienen todo el derecho a reclamar sus carriles exclusivos, a pedir que el Ayuntamiento les monte un sistema de alquiler de bicis del que ya disfrutan Barcelona, Zaragoza y Sevilla, y a congratularse por haber conseguido que las bicis viajen en el metro, pero no creo que sea realmente compatible la convivencia de los coches con las bicicletas en la misma calzada. La nueva normativa de movilidad que se har¨¢ efectiva este mes permite a los ciclistas ocupar el centro del carril y obliga a los coches a circular m¨¢s despacio cuando tengan bicicletas delante. Adem¨¢s, los ciclistas pueden pasar, con limitaciones, por zonas peatonales y reservadas a taxis y autobuses, as¨ª como circular en sentido contrario en ciertos tramos. Con la premisa de que son el veh¨ªculo m¨¢s d¨¦bil, las bicicletas amenazan con convertirse en un elemento perturbador y condicionante del tr¨¢fico. Los problemas de contaminaci¨®n o la falta de rutas para los ciclistas no se arreglan mezclando bicis con coches en la jungla de las avenidas. Ni el conductor ni el ciclista se sienten c¨®modos y seguros compartiendo calzada, cada uno deber¨ªa contar con su propio carril.
Este Madrid siempre acomplejado ahora se doblega en exceso ante la nueva moda de ir en bici, porque parece que una ciudad donde no se pueda pedalear, donde no convivan en armon¨ªa los tiburones y las sirenas es una metr¨®poli atrasada, amiga de la poluci¨®n y la obesidad de sus ciudadanos. La bicicleta es el nuevo sue?o de juventud para Madrid, para una vieja ciudad que no est¨¢ para estos trotes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.