Arte en los confines de la literatura
Los libros de artista editados por Elena Ochoa tratan de llevar al extremo la creatividad de sus autores
Hay libros que dejan de serlo para convertirse en obras de arte por derecho propio. Los grandes creadores del siglo XX exploraron ese camino a trav¨¦s de los libros de artista: "No hago distinciones entre la elaboraci¨®n de un libro y de un cuadro", dijo Matisse. Elena Ochoa Foster decidi¨® hace unos a?os tomar el testigo de esta tradici¨®n y fund¨® la editorial Ivorypress, un laboratorio en el que experimentar con nuevas vueltas de tuerca a su amor por la letra impresa. Todo empez¨®, cuenta por tel¨¦fono desde Mil¨¢n una reciente tarde de noviembre, tras una conversaci¨®n con el fallecido sir Robert Sainsbury, heredero de la cadena de supermercados brit¨¢nica, gran coleccionista de arte y amigo del arquitecto Norman Foster, esposo de Ochoa: "Me anim¨® a que hiciera algo relacionado con los libros de artista, un campo que estaba estancado, dif¨ªcil e interesante... Que aportara algo al libro de artista convencional".
A medida que se venden las copias, las restantes aumentan de valor
Los compradores suelen ser museos, como el Reina Sof¨ªa o el MoMA
Ochoa sigui¨® el consejo y se lanz¨® a la edici¨®n de su primer libro. "Ten¨ªa que hacerlo con alguien que me conociera de mi vida anterior y que confiara en mi trabajo", asegura esta especialista en alzh¨¦imer que a principios de los noventa se convirti¨® en la psic¨®loga m¨¢s famosa de Espa?a gracias a su programa televisivo Hablemos de sexo. As¨ª lleg¨® hasta Eduardo Chillida, con quien trabaj¨® en uno de los ¨²ltimos proyectos que realiz¨® antes de morir este en 2002. El resultado es una caja con dibujos del escultor vasco, textos de Carlos Fuentes y John Berger, y fotograf¨ªas de Ferdinando Scianna. A ese libro, presentado en 2002, le siguieron los de Anthony Caro, Anish Kapoor, Francis Bacon, Richard Long, Anselm Kiefer, Isamu Noguchi, Cai Guo-Quiang y Richard Tuttle. En la actualidad, Ochoa trabaja con Isidoro L¨®pez Valc¨¢rcel en una pieza que ver¨¢ la luz a principios del a?o que viene.
"Cada libro ha sido una aventura y un reto. He llegado a empezar algunos que no he llegado a terminar", explica la editora, que se implica en cuerpo y alma en la elecci¨®n de los materiales. El papel del de Chillida lo encontr¨® en un molino tradicional de Angulema. Y con Anthony Caro, cuyo libro consta de una serie de esculturas en acero, bronce y lat¨®n que guardan poemas de Hans Magnus Enzesberger, recorri¨® f¨¢bricas de coches en busca del mejor mecanismo para mantener abierta la pieza: "El sistema es el mismo que se usa en los maleteros y, al final, lo encontramos en una empresa familiar cerca del lago de Como". En estos momentos su pelea est¨¢ en el tipo de papel que Valc¨¢rcel Medina ha elegido para su libro: "Si se desplaza un mil¨ªmetro la p¨¢gina, el material no recoge la impresi¨®n", explica con el inconfundible entusiasmo que surge del amor por el detalle.
Terminar un libro de artista puede llevar hasta cuatro a?os de trabajo. No hay premisas ni condiciones previas: "Tener una idea preconcebida ser¨ªa contrario a la filosof¨ªa de Ivorypress", dice la editora. "De lo que se trata es de que el artista d¨¦ rienda suelta a su imaginaci¨®n y d¨¦ un paso m¨¢s en lo que ha hecho". El chino Cai Guo-Qiang profundiz¨® en su trabajo con p¨®lvora realizando dibujos con una pasta a base de este explosivo, a los que incorpor¨® una banda de f¨®sforos que el lector puede utilizar para quemar el libro. Caro tard¨® unos siete meses en dar vueltas a su idea hasta que elabor¨® un prototipo de bronce.
Ochoa prefiere trabajar con artistas vivos, aunque est¨¢ dispuesta a trabajar con los albaceas de creadores fallecidos si la propuesta le interesa. Ese fue el caso de Isamu Noguchi y Francis Bacon. Con la Isamu Noguchi Foundation and Garden Museum Jenny Dixon realiz¨® el libro de artista del escultor japon¨¦s, que consta de fotograf¨ªas y dibujos encuadernados en forma de libro-concertina. Los depositarios del legado del pintor irland¨¦s fallecido en Madrid en 1992 hicieron posible la edici¨®n del libro de artista de Bacon, 25 ejemplares que incluyen 76 facs¨ªmiles de elementos encontrados en su estudio -fotograf¨ªas, p¨¢ginas de revistas, dibujos, cartas y notas- que se presentan dentro de un facs¨ªmil de una vieja maleta de cuero.
En algunas ocasiones, Ochoa ha tenido que desplegar todas sus dotes de persuasi¨®n: "Fui a ver a Anselm Kiefer a Provenza y me dijo que ¨¦l ya hab¨ªa hecho muchos libros de artista y que lo que har¨ªa para m¨ª ser¨ªa una pieza ¨²nica". El resultado es una escultura formada por 18 planchas de plomo de casi dos metros de altura que, a modo de p¨¢ginas de un libro, presentan dibujos de constelaciones. Todos los libros editados por Ivorypress pudieron verse en la exposici¨®n Blood on paper, comisariada por Ochoa en el Victoria & Albert Museum de Londres en la primavera de 2008. "No creo que vuelva a hacer una muestra como esa hasta dentro de una d¨¦cada, cuando tenga otros 10 libros", dice.
Hasta entonces, sin embargo, se pueden ver en el espacio madrile?o de Ivorypress, donde se organizan visitas en grupos reducidos previa petici¨®n de hora. Adem¨¢s de los encargados por Ochoa, la colecci¨®n incluye otras dos piezas adquiridas directamente sin previa comisi¨®n: St. Peter, de la serie New Religion de Damien Hirst, y la pieza realizada por la artista israel¨ª Michal Rovner.
Antonio Sanz, director de Ivorypress, hace hincapi¨¦ en que los libros de artista "no son libros ilustrados por un artista, sino obras de arte con una cotizaci¨®n en el mercado, igual que un trabajo seriado, una fotograf¨ªa o un grabado". La edici¨®n m¨¢s grande fue la de Chillida, 200 ejemplares, una tirada que no se ha vuelto a repetir. De hecho, Ochoa se?ala que el n¨²mero ¨®ptimo est¨¢ en nueve o diez. A medida que se van vendiendo, las copias restantes van aumentando de precio: "Ciertos precios est¨¢n ya en torno a los 100.000 euros; otros, en 30.000, y otros, en un mill¨®n de euros", se?ala Ochoa. Algunos libros ya se han agotado, como el de Cai Guo-Qiang, los dibujos de Kapoor o la serie de acero de Caro. Los compradores suelen ser museos, como el Reina Sof¨ªa o el MoMA. Ivorypress siempre se queda con un ejemplar, salvo en el caso de Kiefer, que no est¨¢ a la venta por ser pieza ¨²nica.
Libros de artista de Ivorypress. Comandante Zorita, 48. Visitas los mi¨¦rcoles, previa petici¨®n de hora, en grupos reducidos. Tel¨¦fono: 91 449 09 61.
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