El cielo pierde pie en la tierra
La visita del Papa deja al descubierto el creciente desapego de los fieles en Espa?a - La sociedad no acepta el autoritarismo, la exhibici¨®n de poder y riquezas, los esc¨¢ndalos de pederastia y la marginaci¨®n de la mujer en el ministerio sagrado
"Compelle eos" (obl¨ªgalos a entrar), apremiaba el obispo san Agust¨ªn en pleno combate contra laicistas y herejes. Esa orden a las autoridades civiles pone de manifiesto la involuci¨®n de un prelado que poco antes hab¨ªa defendido la libertad de conciencia y la religiosa. Cuando se hace fuerte en su di¨®cesis, acaba exigiendo al Estado el uso de la fuerza para someter a sus contraopinantes. Forzaba as¨ª la interpretaci¨®n de la par¨¢bola en la que unos invitados descorteses se niegan a aceptar la invitaci¨®n al banquete de un rey por la boda de su hijo. "Compelle eos", ordena el monarca. Interpretando as¨ª al evangelista Lucas, Agust¨ªn de Hipona expone por primera vez la teor¨ªa de que el Estado, adem¨¢s de la obligaci¨®n de proteger a la Iglesia, debe utilizar todos los medios, incluso la fuerza, para exigir a sus ciudadanos que abracen la fe cristiana.
La fuerte ca¨ªda de la pr¨¢ctica religiosa explica el desinter¨¦s ante el viaje papal
La identificaci¨®n de la Iglesia con la dictadura franquista tambi¨¦n pasa factura
La gente ve a la jerarqu¨ªa cat¨®lica como c¨®mplice de los poderosos
Banderas vaticanas en 2010 frente a las pancartas de 'Totus Tuus' de 1982
Las sociedades modernas no aceptan esas prepotencias del pasado. Ciencia, pol¨ªtica y cultura les han curado de espanto, y detestan la intolerancia y el que el poder quiera uniformar teor¨ªas y verdades, e imponer usos y costumbres. Es el imperio del relativismo contra el absoluto totalizador que predica el Papa romano. El escaso seguimiento del viaje de Benedicto XVI a Santiago de Compostela y Barcelona el fin de semana pasado -siempre en comparaci¨®n con visitas anteriores- tiene que ver con todo esto.
Hay otras causas. La mujer, que es quien llenaba las iglesias, se est¨¢ alejando de la pr¨¢ctica religiosa (o de su exhibici¨®n p¨²blica) por el papel secundario que tiene en lo eclesi¨¢stico, minusvalorada por la jerarqu¨ªa y marginada de lo sagrado hasta el punto de considerar este Papa un delito muy grave su ordenaci¨®n sacerdotal, equiparable al de pederastia. Los expertos tambi¨¦n subrayan el desprestigio que acosa al Vaticano por encubrir abusos sexuales a menores en colegios y parroquias. Adem¨¢s, se achaca el retroceso de los entusiasmos al car¨¢cter de jefe de Estado y de Pont¨ªfice romano que exhibe en los viajes, con exuberancia de medios.
Frente a las banderolas con el eslogan de Totus Tuus (Todo tuyo) con que las masas recibieron a Juan Pablo II en Madrid en 1982, ahora se han exhibido banderas del Estado vaticano. Tambi¨¦n pesa la imagen del Pont¨ªfice, un anciano alem¨¢n que en el pasado ejerci¨® de intransigente inquisidor romano, como presidente de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, que es como se llama ahora el detestable Santo Oficio de la Inquisici¨®n.
Estas circunstancias explican el poco entusiasmo de las iglesias de base ante el viaje papal, pero tambi¨¦n la ca¨ªda de la pr¨¢ctica religiosa. No es peque?o el dato de que el a?o pasado se celebraron m¨¢s matrimonios civiles que eclesi¨¢sticos. Cuando en 1870 el Gobierno legaliz¨® las uniones civiles, acabando con el monopolio eclesi¨¢stico, los obispos de la ¨¦poca pusieron el grito en el cielo calific¨¢ndolo como "la legalizaci¨®n del concubinato p¨²blico universal".
"Compelle eos". Obl¨ªgalos a entrar. La intolerancia agustiniana le recuerda al te¨®logo Juan Jos¨¦ Tamayo el desatino con que los ultraclericales han criticado al presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, por no acudir el domingo a la misa oficiada por Benedicto XI. Lo reclamaban los nost¨¢lgicos de cuando hace menos de medio siglo la Guard¨ªa Civil multaba (e, incluso, pegaba) a quienes en los pueblos osaban no cumplir con la obligaci¨®n de la misa dominical. Ahora atiende a ese precepto apenas el 13% de los que se dicen cat¨®licos en las encuestas. Peor: en miles de parroquias ni siquiera hay un sacerdote que ofrezca ese servicio pastoral, que antes era pecado no cumplir.
Frente al laicismo agresivo que se palpa ahora en Espa?a seg¨²n Benedicto XVI, se alza todav¨ªa ese clericalismo furioso que querr¨ªa ver arrodilladas a las autoridades civiles ante un l¨ªder religioso que es, adem¨¢s, jefe de un Estado extranjero y se exhibe como tal. Es esta terrible historia de clericales y anticlericales intransigentes -"?Espa?oles, siempre detr¨¢s de los curas, unas veces con el cirio, otras veces con el palo!", maliciaba P¨ªo Baroja- la que explica, seg¨²n el historiador cat¨®lico Jaume Botey, de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, "la desafecci¨®n de la poblaci¨®n con la Iglesia cat¨®lica y el escaso entusiasmo ciudadano ante la visita del Papa".
"Entre las razones de la desafecci¨®n sigue pesando la identificaci¨®n de la Iglesia con el franquismo, de la que la jerarqu¨ªa no ha pedido perd¨®n. Mientras no lo haga, seguir¨¢ siendo vista como colaboradora del terror en beneficio propio", dice Botey.
El arzobispo em¨¦rito de Pam plona, Fernando Sebasti¨¢n, ha expresado en voz alta la satisfacci¨®n por las escasas consecuencias que ha tenido para la Iglesia romana las d¨¦cadas de brutal nacionalcatolicismo franquista. No hay que olvidar que la "sacralizaci¨®n del golpe militar" que provoc¨® la Guerra Civil y aquella dictadura se produjo desde el primer momento. "No fueron los sublevados quienes solicitaron la adhesi¨®n de la Iglesia, sino que fue esta la que muy pronto se les entreg¨® en cuerpo y alma. Fue una gran sorpresa para los generales sublevados, y la cuerda religiosa se convirti¨® muy pronto en la m¨¢s vibrante en la lira de la propaganda nacional", dice el historiador Hilari Raguer.
Benedicto XVI se remont¨® el s¨¢bado al "laicismo agresivo" del tiempo de la II Rep¨²blica. El Vaticano siempre ha considerado de Derecho divino la Monarqu¨ªa, y como reg¨ªmenes imp¨ªos a las Republicas. "Hay que estrangular a la ramera", era el grito de guerra del clericalismo en 1931. Lo que vino m¨¢s tarde es historia terrible, sobre todo porque los vencedores no pararon de fusilar y encarcelar hasta varias d¨¦cadas despu¨¦s de la ¨²ltima batalla.
Cuando el cardenal primado de Toledo, el catal¨¢n Isidro Gom¨¢, se dispuso a pedir que pararan los fusilamientos, con la pastoral Lecciones de la guerra y deberes de la paz (8 de agosto de 1939), Franco prohibi¨® su publicaci¨®n, sin contemplaciones. Tambi¨¦n orden¨® acabar con las homil¨ªas en vasco y catal¨¢n. El pobre cardenal no tard¨® en morir, se dijo que de disgusto. Hab¨ªa presidido la ceremonia de exaltaci¨®n de la Victoria conduciendo bajo palio a Franco hasta el altar de la Iglesia de Santa B¨¢rbara en Madrid para dejarlo "ungido" como Caudillo.
"La Iglesia ha salido viva" de esos tiempos de dictadura, ha subrayado el arzobispo Sebasti¨¢n. No opina lo mismo el historiador Botey. A?ade dos razones de presente para el enfriamiento de los fieles. "Se trata de la concepci¨®n del poder. La evangelizaci¨®n se hace desde el poder, en alianza con el poder pol¨ªtico y econ¨®mico. Esto va en contra de la actitud de Jes¨²s que se enfrent¨® y denunci¨® duramente tanto al poder religioso como al pol¨ªtico".
"La gente ve a la jerarqu¨ªa como c¨®mplice de los poderosos. Tambi¨¦n cuenta la concepci¨®n de la verdad y su convencimiento de poseerla, tanto en lo religioso como en lo civil. Este es el origen de la incapacidad de la Iglesia para entender la modernidad. En lugar de vivir como buena noticia que la humanidad vaya llegando a su adultez laica en la ciencia, la moral, la econom¨ªa, la pol¨ªtica o la construcci¨®n de la paz, lo vive lamentando su p¨¦rdida de poder. Su discurso va siendo progresivamente fundamentalista, alejado de la vida", a?ade Botey.
La visita del Papa ha sido un claro ejemplo en estos dos aspectos. "Ha venido rodeado de poder pol¨ªtico y medi¨¢tico como ning¨²n pr¨ªncipe o gobernante hasta ahora, y de manera incomprensible ri?endo a la sociedad espa?ola porque funciona ya con criterios de sociedad adulta, laica. Como creyente lamento que tanto lo uno como lo otro har¨¢ que aumente entre la gente el sentimiento de que la fe y las creencias que el Papa proclama no tienen nada que ver con ellos", concluye el historiador cat¨®lico catal¨¢n.
Otro motivo de distanciamiento es el car¨¢cter institucional y de poder mundano que se exhibe en este tipo de viajes. "La clave es la figura del Papa, desencajada desde hace mil a?os. Que sea un jefe de Estado resulta anacr¨®nico, no tiene sentido. Que en su persona haya monopolizado la verdad y el bien, que se haya declarado infalible y que haya centrado en su persona todo el poder es un esquema medieval que resulta insostenible. Todo ese montaje entorno a su figura est¨¢ muy superado. Es de otros tiempos", sostiene el te¨®logo Jos¨¦ Arregi.
La deserci¨®n de la mujer en estos actos de sublimaci¨®n papal tiene que ver tambi¨¦n con el poder que desprende el papado. Dice la te¨®loga Margarita Pintos: "Aunque todav¨ªa somos mayor¨ªa en las concentraciones, el que no se llenen los espacios previstos tiene que ver con la antropolog¨ªa eclesi¨¢stica, que sigue considerando a las mujeres criaturas dependientes, no aut¨®nomas".
A?ade Pintos: "Se nos niega la categor¨ªa de sujetos morales, teol¨®gicos y eclesiales. Solo esperan de nosotras la fidelidad que signifique sometimiento. Por esto el Papa tiene que adjudicarnos el lugar 'casa y trabajo', cosa que nunca hace con los hombres. Mientras nos quieran como servidoras ('su carisma como religiosas es limpiar', dijo el obispo de Barcelona ayer) y no como mediadoras de gracia y salvaci¨®n, la Iglesia cat¨®lica tambi¨¦n perder¨¢ a las mujeres como ya perdi¨® a trabajadores e intelectuales".
Joan O?ate, presidente de Esglesia Plural, de Barcelona, cree que la Iglesia no ha sabido adaptarse a los valores del conjunto de la sociedad. "El escaso entusiasmo ante el Papa se debe a que su figura y la de la jerarqu¨ªa es muy controvertida. El viaje se ha dirigido a los convencidos, a los m¨¢s beligerantes. Llevamos d¨¦cadas sin solucionar el encaje de la religi¨®n en la vida de las personas y c¨®mo hacer visible la presencia de la Iglesia en la vida p¨²blica".
O?ate sostiene que el Concilio Vaticano II jam¨¢s fue asumido por los obispos. "La Iglesia oficial no se ha apeado de un discurso simple y limitado -moral sexual, defensa de derechos adquiridos, postura defensiva ante el crecimiento del laicismo...-, que no conecta con una capa social creyente comprometida con el reparto desigual de la riqueza, las injusticias, los problemas medioambientales, etc¨¦tera".
La Iglesia tambi¨¦n deber¨ªa actualizar su estructura, seg¨²n Joan O?ate. "Las tomas de decisi¨®n deben ser democr¨¢ticas, la paridad de g¨¦nero es imprescindible, los cargos no pueden ser vitalicios, debe existir el derecho a la disensi¨®n y es imprescindible una divisi¨®n de poderes. Tambi¨¦n se deber¨ªa poner en marcha inmediatamente el acceso de la mujer al sacerdocio, la eliminaci¨®n del celibato obligatorio, la participaci¨®n decisoria de los fieles en los consejos parroquiales y la participaci¨®n de los fieles en la elecci¨®n de obispos, adem¨¢s de la limitaci¨®n de la edad del Papa a 75 a?os, como entre los obispos".
El Foro de Curas de Madrid tambi¨¦n coincide en el desajuste entre realidad y jerarqu¨ªa, y de ¨¦sta con respecto a sus fieles. "La obsesi¨®n por la defensa de la instituci¨®n eclesial, la man¨ªa persecutoria, no es un camino evang¨¦lico. Cristo nos ha hecho libres".
La dirigente de Somos Iglesia, Raquel Mallavibarrena, sostiene que las celebraciones de este fin de semana, m¨¢s all¨¢ de la est¨¦tica, distaban mucho de un planteamiento fraterno. "La liturgia debe ser una expresi¨®n viva de esa iglesia de iguales en la que no hay estamentos y en la que se vive la fraternidad". A?ade: "Los cat¨®licos debemos ser los primeros en favorecer la separaci¨®n entre la Iglesia y el Estado, por fidelidad y coherencia con el mensaje evang¨¦lico. El dinamismo de un cristianismo prof¨¦tico e independiente a favor de los pobres y de los que sufren queda muy condicionado si la Iglesia como instituci¨®n se mantiene en esa confluencia de intereses pol¨ªticos y sociales bajo la idea, cada vez m¨¢s un espejismo, de que Espa?a es un pa¨ªs cat¨®lico".
Tambi¨¦n lamenta Mallavibarrena que "la jerarqu¨ªa siga mayoritariamente sin reconocer que dentro de la Iglesia existe un pluralismo respecto a muchas cuestiones de actualidad". Seg¨²n Somos Iglesia, tambi¨¦n el Gobierno tiene una larga asignatura pendiente. "Es urgente que el Gobierno y los partidos y grupos sociales afronten con valent¨ªa y sin posiciones radicalizadas, el desarrollo de la laicidad, pendiente desde hace ya demasiado tiempo. La vigencia de los Acuerdos Iglesia-Estado condiciona de entrada que se llegue a consensos y a posturas constructivas", dice.
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