OIGO LO QUE VEO Mahler: talento para sufrir
Why Mahler? (Faber and Faber) es el t¨ªtulo del ¨²ltimo libro de Norman Lebrecht, ese cr¨ªtico agudo y enterado de todo, novelista de primera clase -su The Song of Names, por cierto, ser¨¢ pronto una pel¨ªcula dirigida por Vadim Perelman, con Dustin Hoffman y Anthony Hopkins como protagonistas-, prosista brillante y hombre culto donde los haya en este mundo de la m¨²sica, que tanto alborot¨® en su d¨ªa con las historias de El mito del maestro o los pron¨®sticos -unos cumplidos y otros no- de Qui¨¦n mat¨® a la m¨²sica cl¨¢sica, publicados los dos hace a?os por Acento Editorial. El libro de Lebrecht ha aparecido un poco antes que dos competidores temibles -y bien distintos entre s¨ª- que demuestran, con ¨¦l, la vitalidad del ensayo musical en ingl¨¦s: Listen to This (Farrar, Strauss and Giroux), de Alex Ross, secuela del magn¨ªfico The Rest is Noise que es de suponer publique igualmente Seix Barral -esperemos que de nuevo traducido por Luis Gago- y The Danger of Music (University of California Press), de Richard Taruskin, el autor de la tan monumental como tit¨¢nica The Oxford History of Western Music.
Pero volvamos a Lebrecht y su, por cierto, muy bien vendido libro. Hay una expresi¨®n en el texto enormemente sugeridora: Mahler viv¨ªa en un presente continuo. Y ese tiempo que no cesa es el que hace que nos preguntemos por qu¨¦ un jud¨ªo de una tierra sin nombre atrapa nuestros anhelos y nuestra ansiedad. Es la continuidad de la creaci¨®n que permanece en el tiempo, que se hace cl¨¢sica porque sigue hablando ese lenguaje a la vez inmutable y cambiante de la tradici¨®n y la regeneraci¨®n. El propio Mahler hab¨ªa anunciado, con orgullo y un punto de resentimiento pero con seguridad tambi¨¦n, que su tiempo llegar¨ªa mientras en realidad se le acababa, viajando de Nueva York a Viena para algo tan simple y tan puro como morirse. Y, lo que es la vida, a?os despu¨¦s, uno de sus grandes int¨¦rpretes, Jascha Horenstein, dir¨¢ en una entrevista que una de las razones por las que no le apetece morirse es porque ya no volver¨¢ a escuchar La canci¨®n de la tierra, ese ejemplo ¨²nico de presente continuo m¨¢s all¨¢ de la muerte que existe sin existir, que es eterno retorno, despedida indolora para quien comprende lo que ocurre. Otro director de orquesta, Bernard Haitink, todav¨ªa vivo, no como Horenstein, dijo una vez una frase tremenda que quiz¨¢ s¨®lo un artista puede afirmar de otro: "Mahler ten¨ªa talento para sufrir". Lo dec¨ªa como quien sabe que est¨¢ siendo un poco impertinente o puede ser malentendido, pero da en el clavo, en pleno centro de la cabeza del clavo del dolor que se va a hacer arte de puro transparente, que ha de durar hasta que vaya al papel pautado, mezclado con el autoenga?o, la esperanza leg¨ªtima, el sentimiento de culpa. El sufrimiento, es verdad, como esa obra maestra que bien vale una vida.

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.