Incertidumbre y discriminaci¨®n
La semana termina con mucha incertidumbre y con el mal sabor de boca que deja una reuni¨®n del G-20 vac¨ªa de actuaciones concretas. Sin cambios en las consideraciones sobre la necesidad de avanzar en el proceso de consolidaci¨®n fiscal, la aplicaci¨®n de reformas estructurales y la implementaci¨®n de los nuevos requisitos de Basilea III, el G-20 no ha profundizado en dos temas clave: el primero referente a las distorsiones en los mercados de divisas, ¨¢mbito en el que solo se ha aludido a la necesidad de promover la flexibilidad de los tipos de cambio, de tal forma que sus fluctuaciones respondan a cambios en variables fundamentales y se eviten pr¨¢cticas de devaluaci¨®n competitiva. Tampoco ha habido avances en materia de correcci¨®n de desequilibrios externos, donde no se ha hecho menci¨®n a las propuestas de Estados Unidos de fijar un nivel de referencia para el saldo por cuenta corriente: se deja en manos de ministros de Finanzas y bancos centrales la tarea de discutir y acordar -durante la primera mitad de 2011- las directrices con las que identificar y establecer medidas preventivas para la correcci¨®n de desequilibrios externos, bajo las consideraciones del FMI. Muy poco balance para un mundo que, de forma urgente, necesita soluciones -lo m¨¢s cooperativas posible- para estas cuestiones.
La ca¨ªda en la apelaci¨®n de la banca espa?ola a la financiaci¨®n del BCE apenas ha tenido eco en los mercados
Pero aunque en la mente de los agentes econ¨®micos anida un elevado temor a los efectos sobre el comercio y el crecimiento mundiales de un prolongado desencuentro en la gesti¨®n de los aspectos anteriormente citados, no podemos perder de vista el otro gran foco de riesgo, m¨¢s importante a corto plazo, que supone la din¨¢mica en que se encuentra inmersa la eurozona por la confluencia de las dificultades para implementar los ajustes fiscales y el tenso debate sobre la inclusi¨®n del sector privado en procesos de restructuraci¨®n de deuda soberana.
En este sentido, y a pesar de que el comunicado que desde el G-20 han emitido los ministros de Finanzas de las principales econom¨ªas de la UE, trataba de calmar las aguas y ganar tiempo ante unos mercados que han mostrado, de nuevo, su capacidad de poner contra las cuerdas a emisores soberanos (Irlanda y Portugal ahora, Grecia en primavera), parece cada vez m¨¢s dif¨ªcil que la situaci¨®n logre reconducirse a corto plazo para evitar que aquellas econom¨ªas con una situaci¨®n m¨¢s delicada prueben la medicina del rescate de la UE y el FMI.
En este punto, y con los spreads de la deuda espa?ola de nuevo esta semana en m¨¢ximos desde la creaci¨®n del euro -de poco consuelo parece el respiro de ¨²ltima hora y el hecho de que a¨²n disten mucho de aquellos exigidos a Irlanda o Portugal-, se hace m¨¢s necesario que nunca conseguir diferenciarse y confiar en la capacidad de discriminaci¨®n y racionalidad de los mercados. Aun compartiendo con aquellas econom¨ªas muchos desequilibrios que han derivado en la situaci¨®n actual, no es menos cierto que los deberes se siguen haciendo, como muestra una nueva -e intensa- ca¨ªda en la apelaci¨®n de la banca espa?ola a la financiaci¨®n en el BCE, que apenas ha tenido eco en los mercados.
Jos¨¦ Manuel Amor y Sara Bali?a son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas (Afi).
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