La Mandela de Asia
Suu Kyi, liberada por los militares birmanos, es una pieza clave para la transici¨®n democr¨¢tica
Myanmar lleva 20 a?os gobernada por juntas militares, que han tenido a toda la naci¨®n -la antigua Birmania, estrat¨¦gicamente situada entre India y China y fabulosamente rica en recursos naturales- en virtual reclusi¨®n domiciliaria; y otro tanto ha hecho con Aung San Suu Kyi, el gran icono democr¨¢tico del pa¨ªs, a la que ya se llama la Mandela de Asia. Y si ayer s¨¢bado la disidente qued¨® en libertad, cumpliendo una arbitraria pena impuesta hace siete a?os, es porque los militares creen tenerlo todo atado y bien atado.
Su arresto fue prolongado en agosto de 2009, porque la Junta que preside el general Than Shwe quer¨ªa celebrar elecciones sin el estorbo que habr¨ªa representado Suu Kyi, que ya hab¨ªa ganado en 1990 las ¨²nicas elecciones libres jam¨¢s celebradas en el pa¨ªs, lo que dio paso, con su detenci¨®n, a la ¨²ltima racha de gobiernos militares. Como no cab¨ªa dudarlo, el partido oficial, Uni¨®n Solidaria para el Desarrollo, arropado por una ley electoral que sin el menor sonrojo reserva un 25% de esca?os a los militares, ha arrasado. Y al mismo tiempo 23 altos oficiales abandonaban el uniforme para establecer alguna semblanza de Gobierno civil, con el que se supone que quieren dirigir alg¨²n tipo de transici¨®n a un r¨¦gimen que cuando menos alivie la b¨¢rbara cerraz¨®n de la dictadura. Y en todo ello se especula con que Aung San Suu Kyi juegue un papel clave. Y a juzgar por su historial, la disidente-l¨ªder, hija de un general h¨¦roe de la independencia, asesinado en 1947, a sus 65 a?os y despu¨¦s de haber pasado 15 de los ¨²ltimos 20 privada de libertad, dif¨ªcilmente se avendr¨¢ a ninguna componenda que no implique el restablecimiento de la democracia.
Varios miles de seguidores que la vitoreaban a las puertas de la destartalada mansi¨®n en la que ha estado recluida fueron exhortados por esa mujer de aspecto fr¨¢gil a no ceder nunca ante la opresi¨®n. Pero las horas decisivas para su futuro y posiblemente tambi¨¦n el de Myanmar, comenzar¨¢n a contar hoy, cuando se re¨²na con los dirigentes de su partido, ilegalizado por los militares, Liga Nacional para la Democracia, y anuncie sus intenciones. Si hay alguna posibilidad de que esos militares, con uniforme o sin ¨¦l, dejen el poder, y se inicie la marcha hacia la democracia, la Mandela asi¨¢tica estar¨ªa dispuesta a negociar. Eso es lo que la opini¨®n mundial, que ya core¨® su nombre cuando recibi¨® el Nobel de la Paz en 1991, espera de ella.
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