El arte de casar el vino con el jazz

Lejos de ser un experimento, en uno de los templos del vino de Barcelona -en Monv¨ªnic, local de referencia en el Eixample- tuvo lugar anoche una suerte de aquelarre enol¨®gico salpimentado con el arte de uno de los mejores guitarristas de jazz del panorama mundial, Kurt Rosenwinkel. La idea de base era sencilla: deshilachar la esencia de seis vinos con la justificaci¨®n de sus creadores in situ, junto con el relato musical que el se?or Rosenwinkel quisiera a prop¨®sito de cada caldo. Tambi¨¦n se sumaron el reconocido sumiller Josep Roca y el marchante de vino Quim Vila, ambos cruciales para revestir de poes¨ªa y de biograf¨ªa la historia de la selecta media docena de vinos protagonistas.

Este evento, auspiciado por la Fundaci¨® de M¨²sica Ferrer-Salat y el 42 Festival de Jazz de Barcelona, reuni¨® a m¨¢s de un centenar largo de privilegiados (el tama?o del local limit¨® la concurrencia) que pudieron degustar los exclusivos caldos que siguen: Taleia (2009), Do Ferreiro Cepas Vellas (2007), Sot Lefriec (2006), Clos Mogador (2001), Molino Real (2001) y Valdespino Coliseo Amontillado. A pesar de este cartel, la jornada tambi¨¦n era apta para ne¨®fitos o aficionados con nivel de usuario. Las explicaciones de Josep Roca, aunque a veces rayanas en la hip¨¦rbole, ayudaban a descubrir y a concretar los sabores y matices que anidaban en las copas.

Destac¨® la pasi¨®n de Telmo Rodr¨ªguez, responsable de Molino Real, un principal vino de M¨¢laga y el relato sentido de Ren¨¦ Barbier, hombre que conoce los terrenos austeros de Gratallops como la palma de su mano. El vino trata de un disfrute y tambi¨¦n de un proceso, porque a veces lo importante es el viaje, y quiz¨¢ no el destino. Eso es lo que quisieron dejar claro Irene Alemany y Laurent Corrio, que se conocieron en la Borgo?a y decidieron que en el Pened¨¨s podr¨ªan crear algo esencial: vino. "Nuestro vino es suave como un beso tierno, pero de esos en los que al final muerdes un poco el labio del otro", revel¨® coqueta Irene Alemany, entre sonrisas veladas de la concurrencia que, con las notas del cari?ena en boca, entend¨ªan perfectamente de qu¨¦ beso les estaba hablando.

Adem¨¢s de lo que se pudiera creer como una fiesta dedicada a Baco, el recital de seis solos por parte de Kurt Rosenwinkel fue apote¨®sico. Quiz¨¢ la audiencia estaba entregada, pero Rosenwinkel supo expresar la tortuosidad del Albari?o y la sobria alegr¨ªa mediterr¨¢nea del Priorat, tarea nada sencilla para un hombre que aunque est¨¦ acostumbrado a improvisar, ayer ten¨ªa la tarea de hablar de vino sin usar palabras.

Por momentos, Rosenwinkel -que el pasado domingo actu¨® en Luz de Gas- alcanz¨® puntos new age, notas pop a lo Coldplay e impulsos rockeros del estilo de Mark Knopfler. Fue, a menudo, m¨¢gico y en alg¨²n momento despistado, quiz¨¢ reescribiendo sobre la marcha el mensaje que pretend¨ªa hacer llegar, algo que, sin duda, logr¨®.

En algunos pasajes la velada pareci¨® un recital po¨¦tico a la vieja usanza, con el p¨²blico entregado, moviendo la cabeza, tomando notas. Valgan algunos ejemplos: "en la imperfecci¨®n se encuentra la belleza" y "el instante es eterno". Y todo esto para dar sentido a un intangible tan com¨²n, y tan cardinal, en la vida mediterr¨¢nea como es el vino.