Dinero por soberan¨ªa II
La crisis de la deuda p¨²blica irlandesa pone una vez m¨¢s sobre la mesa la gran contradicci¨®n que supone tener una pol¨ªtica monetaria com¨²n y, a la vez, diferentes tesoros o haciendas nacionales. Se puede vivir con esa contradicci¨®n (de hecho, la pol¨ªtica monetaria de China o de Hong Kong, al tener sus respectivas monedas pegadas al d¨®lar, est¨¢ dictada por la Reserva Federal de EE UU), pero adquiere formas virulentas cuando una recesi¨®n econ¨®mica o un cambio de direcci¨®n en los flujos de capitales exacerba las diferencias entre los territorios que comparten id¨¦ntica pol¨ªtica monetaria.
Con suerte, lo que sucede en este momento, y lo que ocurrir¨¢ previsiblemente m¨¢s veces a lo largo del pr¨®ximo a?o, solo ser¨¢n r¨¦plicas de la sacudida inicial de la primavera pasada (que alcanz¨® su paroxismo en el fin de semana del 9 de mayo): al fin y al cabo ahora se es consciente de los problemas y ya existe un mecanismo para proporcionar liquidez y estabilidad al miembro de la Uni¨®n Europea que lo necesite.
Irlanda no necesita un rescate inminente de sus finanzas p¨²blicas (podr¨ªa estar sin emitir deuda hasta la pr¨®xima primavera), sino allegar capitales a su sistema bancario y esto hace que todo sea mucho m¨¢s complicado de digerir debido al empe?o de su Gobierno en renovar un aval para las emisiones de bonos bancarios que extendi¨® hace dos a?os y que ya ha vencido. La reacci¨®n est¨¢ siendo cristalina: una cosa es avalar total o parcialmente los dep¨®sitos de los bancos y otra que accionistas o tenedores de bonos y obligaciones bancarias no tengan que asumir las p¨¦rdidas de sus inversiones. Si los Gobiernos, tuvieron dificultades para explicar a sus conciudadanos que salvaran "el sistema sangu¨ªneo de la econom¨ªa" (los bancos), ?c¨®mo van a convencerles de que hay que salvar tambi¨¦n a inversores concretos? (como dicen los anglosajones: demasiado unpalatable; ... de sabor demasiado insoportable).
Por si eso fuera poco, y para que obtenga m¨¢s ingresos, hay presiones sobre el Gobierno irland¨¦s para que suba el impuesto de sociedades, que ahora es del 12,5%, y termine con lo que otros Gobiernos consideran competencia desleal, resucitando as¨ª otro problema barrido bajo la alfombra en los a?os noventa: el de la armonizaci¨®n fiscal entre los diferentes pa¨ªses de la Uni¨®n Europea.
A la espera de un Tesoro ?nico Europeo que en el largo plazo permitiera suavizar o eliminar este tipo de convulsiones (y que ser¨ªa una clara renuncia de soberan¨ªa para todos) sobre el Gobierno irland¨¦s planea un dilema inaplazable: ayuda s¨ª, pero condicionada a cambios importantes en su pol¨ªtica. Ayuda a cambio de renunciar, siquiera transitoriamente, a algo de su soberan¨ªa. Algo que a Irlanda, pa¨ªs independiente desde no hace tanto tiempo (y en una negociaci¨®n bilateral con el conjunto de sus socios) se le hace especialmente doloroso.
Juan Ignacio Crespo es director en Thomson Reuters.
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