Para no anestesiar la memoria
Hay olvidos hist¨®ricos: despu¨¦s de la victoria, viene siempre la amnesia general. Littoral, la tragedia optimista que dio a conocer internacionalmente a Wajdi Mouawad, habla de la muerte de los padres, de la fuerza de la memoria y de la necesidad omn¨ªmoda de crear relatos que expliquen quienes somos y lo que nos ha sucedido. No es tan redonda como Incendies, cima tr¨¢gica de Mouawad, pero tiene esa frescura brutal del trabajo hecho en ambiente de creaci¨®n colectiva, bajo una batuta bien temperada.
El aturdimiento de Wilfrid, su protagonista, ante la muerte de su padre, la soledad que eso comporta y la imposibilidad de enterrar su cad¨¢ver en el pante¨®n familiar, son un reflejo apenas disimulado del extrav¨ªo que, a punto de cumplir los 30, sent¨ªa su autor en un continente extra?o, hablando una lengua prestada y rotos casi todos los lazos con su cultura libanesa originaria. Si Littoral toca como toc¨® anoche al p¨²blico que abarrotaba el Teatro Valle-Incl¨¢n es por lo que tiene de sincera autoconfesi¨®n, y por la energ¨ªa con que autor e int¨¦rpretes llevan el relato. Sus personajes se arrancan las palabras unos a otros sin contemplaciones: hablan como los ¨¢rabes, invadiendo cada cual el espacio de su interlocutor, pugnando por decir la primera palabra y la ¨²ltima, enzarz¨¢ndose en la conversaci¨®n como ciervos en trance de testar sus fuerzas.
LITTORAL
Autor y director: Wajdi Mouawad. Int¨¦rpretes: Jean Alibert, Tewfik Jallab, Catherine Larochelle y Marie-Eve Perron.
Teatro Valle-Incl¨¢n. Del 16 al 19 de noviembre.
Incendies es una obra de madurez. Littoral, en cambio, refleja ese momento en que la vida te obliga a decir adi¨®s a la adolescencia. A Wilfrid, la noticia del deceso paterno le llega mientras est¨¢ echando el polvo de su vida, que va a sufrir un giro copernicano, una vuelta a su pa¨ªs de origen, arrasado por una Guerra Civil interminable. All¨ª donde ya no caben m¨¢s muertos intentar¨¢ encontrar un sitio para el suyo.
En la primera mitad del espect¨¢culo, llena de humor negro, Wilfrid vive la vida como una pel¨ªcula. En la segunda, ya de vuelta a ese Oriente Medio que se palpa todo el tiempo sin nombrarse en ning¨²n momento, no le queda m¨¢s remedio que ponerse de frente a la tragedia: la suya personal, amplificada por la del rosario de personajes afectivamente amputados con los que se encuentra.
Como Incendies, Littoral habla a cada espectador seg¨²n su experiencia. En ese terrible recorrido peripat¨¦tico con el cad¨¢ver paterno, suavizado con humor, resuena la historia de tantos que aqu¨ª mismo esperan encontrar un d¨ªa el cad¨¢ver de los suyos y poner un nombre en su tumba. Y cuando Mouawad dice por boca de una v¨ªctima de la guerra que m¨¢s potente que cualquier bomba es la acci¨®n de contar por doquiera lo que sucedi¨®, pensamos en el terriblemente inteligente apag¨®n informativo que Marruecos ha decretado en torno al desmantelamiento por la fuerza del campamento pr¨®ximo a El Aai¨²n, y a cuanto est¨¢ sucediendo en el S¨¢hara Occidental.
Hecho con medios escasos e imaginaci¨®n prol¨ªfica, Littoral conserva esa energ¨ªa de combate de los buenos espect¨¢culos del antiguo teatro independiente, sin su ingenuidad. No cabe pedir a este grupo de buenos y muy buenos actores el empaque rotundo de la trouppe de Incendies, porque tienen una media de edad bastante m¨¢s joven, pero vale realmente la pena verlos encarnar un texto l¨²cido, conmovedor y certero. La puesta en escena tiene grandes momentos, algunas fisuras y un final emocionalmente devastador.
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