?Qu¨¦ bien hace esto Saura!
Admiro la capacidad de algunas personas en su seguridad de que nada de lo humano les es ajeno. Y aun m¨¢s la de aquellos que saben disfrutar de la totalidad las bellas artes, de esas cosas que siempre regalan algo que es bueno para el alma, que colma los sentidos, que potencia sensaciones que no suelen aparecer en la vida cotidiana. Por mi parte, no necesit¨¦ gu¨ªas ni recomendaciones en esas tempranas ¨¦pocas de la existencia que te descubren amores imperecederos para saber que el cine me hipnotizar¨ªa siempre, el infinito universo que contienen los libros, el gozoso estado sensorial que te provocan algunos tipos de m¨²sica.
Pero, esforz¨¢ndome con anhelo y humildad por encontrar placer, conocimiento, claves y sentimiento en determinadas artes que conmueven a muchas personas que respeto y quiero, constat¨¦ despu¨¦s de numerosos intentos, que mi sensibilidad y mi cerebro eran incapaces de captar su misterio y disfrutar de sus esencias. Me ocurr¨ªa casi siempre con el teatro, no pillo la grandeza y la emoci¨®n del ballet ni de la ¨®pera, no vibro con el gemido y la alegr¨ªa del flamenco. A estas alturas de mi vida, ya he desistido de comprender y saborear esa belleza. Solo queda tiempo, esa cosa tan fugaz, para dedicarlo a lo que tienes claro que te hace feliz. Ning¨²n af¨¢n por los experimentos. Y eso s¨ª, una envidia resignada hacia los que saben de todo y llegan al ¨¦xtasis en las infinitas formas del arte.
FLAMENCO, FLAMENCO
Direcci¨®n: Carlos Saura.
Intervienen: Jos¨¦ Merc¨¦, Paco de Luc¨ªa, Estrella Morente, Tomatito, Farruquito, Manolo Sanl¨²car.
G¨¦nero: musical. Espa?a, 2010.
Duraci¨®n: 90 minutos.
Aclaro mis limitaciones culturales a la hora de no poder juzgar el contenido de Flamenco, flamenco, ya que no s¨¦ distinguir una seguiriya de una sole¨¢, una buler¨ªa de un taranto. A lo m¨¢s que llego es a percibir el virtuosismo o la belleza que puede desprender una guitarra o un piano. Tambi¨¦n el escalofr¨ªo que provoca el desgarro y el magnetismo de algunas voces. Pero mi ignorancia ante lo que estoy escuchando invalida esa cosa tan enf¨¢tica denominada sentido cr¨ªtico.
Lo que si puedo valorar es lo que estoy viendo y todo me resulta mod¨¦lico y brillante en la forma de transmitir ese espect¨¢culo. A excepci¨®n de La caza, Deprisa, deprisa y ?Ay Carmela!, jam¨¢s he logrado la menor empat¨ªa con las prestigiosas ficciones de Carlos Saura. Pero reconozco que cuando este mel¨®mano de Huesca utiliza su c¨¢mara para retratar el esp¨ªritu y la expresividad del flamenco, el tango, el fado, las sevillanas, las pasiones bailables que describen Carmen y El amor brujo (curiosamente, este aragon¨¦s nunca ha plasmado el universo de la jota) la est¨¦tica visual que crea es poderosa, el lenguaje desprende intensidad y elegancia, los decorados est¨¢n elegidos con mimo, la fotograf¨ªa (el t¨¦rmino no es peyorativo, pero existen algunos directores de fotograf¨ªa que reclaman otra categor¨ªa art¨ªstica para definir su trabajo) de Vittorio Storaro y su perdurable complicidad con Saura resulta deslumbrante. El medio es de lujo para transmitir el mensaje de las grandes figuras del flamenco.
Imagino que ning¨²n aficionado al g¨¦nero puede hacer reproches a la forma expresiva que utiliza Saura. Quiero pensar que sentir¨¢n id¨¦ntica plenitud y emoci¨®n a la que yo siento cuando veo El ¨²ltimo vals, esa joya musical, l¨ªrica y ¨¦pica de Scorsese, ese complejo testimonio sobre una generaci¨®n, que aparentemente solo pretend¨ªa filmar el concierto de despedida de un grupo de rock.
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