Las culpas de las ¨¦lites de Argentina
La clase dirigente del pa¨ªs latinoamericano ha cometido brutales errores en los ¨²ltimos 60 a?os: descalific¨® en bloque al peronismo, se ali¨® con los militares golpistas y sumi¨® al pa¨ªs en una tremenda crisis econ¨®mica
En el extremo opuesto de Chile, entre los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina donde la sociedad eligi¨® para presidente a alguien del coraz¨®n del establishment como el exitoso y millonario empresario Sebasti¨¢n Pi?era, en Argentina cualquier iniciativa que provenga de un miembro de ese sector es autom¨¢ticamente descalificada. La gente se pregunta: ?qu¨¦ autoridad tiene para proponer tal cosa? o ?qu¨¦ mezquinos intereses se esconden en esa propuesta?
?A qu¨¦ se debe esto?
Para entenderlo, basta observar los ¨²ltimos 60 a?os de historia argentina, enfocada sobre todo en los brutales errores que cometieron sus ¨¦lites.
El primer gran error hist¨®rico fue la forma radical y categ¨®rica con que descalificaron todo lo que se hizo durante el primer Gobierno de Per¨®n. Es verdad que aquel Gobierno tuvo much¨ªsimo de reprochable, pero m¨¢s all¨¢ de ello, la ¨¦lite no hizo el menor esfuerzo en reconocer y capitalizar para el pa¨ªs algunas ideas e iniciativas valiosas que subyac¨ªan en ese proyecto.
El peronismo representaba lo "cursi", lo popular, pero tambi¨¦n la reivindicaci¨®n de los humildes
A pesar de este oscuro relato, el potencial del pa¨ªs sigue siendo extraordinario
Ese enfrentamiento tan tajante coloc¨® al establishment para el ideario colectivo en la vereda opuesta al pueblo, algo que condicion¨® fuertemente en el futuro las decisiones pol¨ªticas.
El peronismo representaba lo "cursi", lo popular, lo chabacano (pero tambi¨¦n la reivindicaci¨®n de los humildes ante el destrato y el abuso de las capas pudientes) y amplios sectores de las ¨¦lites de entonces ten¨ªan m¨¢s de "clase esnob" que de "clase dirigente".
Se diluyeron as¨ª los ¨²ltimos resabios de la base popular que hab¨ªa tenido el antiguo partido conservador argentino.
Vuelta la democracia con el Gobierno desarrollista de Arturo Frondizi, que inici¨® un periodo de modernizaci¨®n y crecimiento en la Argentina, la ¨¦lite, en uno de sus actos m¨¢s necios y suicidas, envalentonada por haber tumbado a Per¨®n y disgustada con el grado de apertura ideol¨®gica de Frondizi, que entre otras actitudes hab¨ªa osado reunirse a solas con el Che Guevara en una cumbre en Punta del Este, indujo a las fuerzas armadas a destituirlo, rompiendo la Constituci¨®n que proteg¨ªa sus intereses y los del pa¨ªs, empujando a la Argentina al abismo.
Si, en cambio, hubiera sostenido la constitucionalidad, muchos de los males que luego se padecieron y de la sangre que se derram¨® durante el periodo de la guerrilla y de la dictadura se hubieran evitado.
Hu¨¦rfano de representaci¨®n pol¨ªtica, el establishment adopt¨® a la corporaci¨®n militar como su partido pol¨ªtico, o sea, su instrumento para acceder al poder e implementar sus pol¨ªticas.
Pero la apuesta sali¨® mal. Si bien en las dos ocasiones que los militares se hicieron en forma directa del poder (en 1966 y en 1975) y dejaron el manejo de la econom¨ªa en manos del sector m¨¢s liberal de las ¨¦lites, impusieron sus objetivos pol¨ªticos y sus valores e intereses corporativos, que eran contradictorios con el desarrollo del pa¨ªs.
Con ¨ªmpetu modernizador se aplicaron medidas a favor de la apertura de los mercados y la competencia junto a un descontrol de los gastos p¨²blico y social que condujo a severas crisis que desembocaron en brutales ajustes, diezmando el consumo de las clases medias y bajas y desnacionalizando la econom¨ªa.
Esa asociaci¨®n hizo aparecer al establishment como c¨®mplice de las atrocidades cometidas en la ¨²ltima dictadura.
De vuelta en democracia, en la d¨¦cada de los a?os noventa, se llevaron a cabo algunas importantes reformas que tuvieron gran impacto en la econom¨ªa. La desregularizaci¨®n portuaria fue fundamental para hacer posible el extraordinario boom exportador agr¨ªcola que sobrevino en los a?os siguientes.
Tambi¨¦n la desregularizaci¨®n en el ¨¢rea de energ¨ªa permiti¨® la construcci¨®n de un moderno y eficiente parque de generaci¨®n que logr¨® que el pa¨ªs pasase de los habituales cortes de luz al abastecimiento del que a¨²n hoy goza. Ello a pesar de que desde entonces casi no ha habido inversiones en el sector, pues los precios de la energ¨ªa a los consumidores fueron congelados por razones pol¨ªticas -o demag¨®gicas- por los sucesivos Gobiernos a partir de la gran crisis del a?o 2001, al tiempo que los insumos energ¨¦ticos multiplicaron su valor en el mundo y la moneda local pas¨® del uno a uno al uno a cuatro en su relaci¨®n con el d¨®lar.
En el mismo Gobierno de Menem, dos Ministerios que fueron fundamentales en la construcci¨®n de la Argentina moderna, los de Salud y Educaci¨®n, fueron literalmente desguazados, al pasar su jurisdicci¨®n a las provincias sin la contrapartida suficiente de fondos para mantener sus niveles de excelencia. Resultado: el deterioro en dos ¨¢mbitos vitales para la calidad de vida de los sectores humildes.
Pero el mayor desacierto fue haber pregonado con ¨¦nfasis sin igual un discurso t¨ªpico de las ¨¦lites (alineamiento incondicional al Consenso de Washington) mientras se aplicaba un programa econ¨®mico mediocre, que exacerbaba el gasto p¨²blico y social, y que, al implantar un sistema de jubilaciones privadas -que en s¨ª era una buena iniciativa- sin los instrumentos alternativos de financiamiento del Estado, llev¨® a la ruina al sector p¨²blico. Su quiebra produjo una tragedia en el pa¨ªs como nunca se hab¨ªa conocido en su historia, ocasionando una brutal p¨¦rdida patrimonial a casi todos los argentinos y un efecto devastador en los sectores m¨¢s desprotegidos.
Esta crisis desprestigi¨® aun m¨¢s a las ¨¦lites, que se hab¨ªan adherido ciegamente a ese modelo sin sopesar su real viabilidad ni sus consecuencias. Tambi¨¦n acab¨® por desacreditar ante la opini¨®n p¨²blica a las genuinas pol¨ªticas de establishment (el t¨¦rmino ortodoxia pas¨® a ser mala palabra), aquellas pol¨ªticas que se aplican con ¨¦xito en Brasil, Chile o Per¨², y tantos otros pa¨ªses que est¨¢n aprovechando este excepcional momento para las regiones emergentes, que con Gobiernos socialistas o de cualquier otro signo, los est¨¢n encaminando hacia la modernidad y el desarrollo y est¨¢n bajando de manera efectiva sus niveles de pobreza.
Las pol¨ªticas de las ¨¦lites no implican una comuni¨®n total con el neoliberalismo, sino con el pragmatismo, caso por caso, privilegiando siempre el inter¨¦s nacional.
Con sus espaldas dobladas por los errores sucesivos, el establishment actual de Argentina -o a lo que caricaturescamente semeja serlo- est¨¢ como un barco a la deriva, para rifarse ante cualquier opci¨®n, lo lleve al pa¨ªs a donde lo lleve.
Ante estos escenarios, la realidad pol¨ªtica argentina no ofrece ninguna sorpresa: quien encarnase con mayor vehemencia las posturas del anti-establishment ten¨ªa el ¨¦xito pol¨ªtico asegurado.
Eso hizo el matrimonio que hasta la inesperada muerte de N¨¦stor Kirchner gobern¨® el pa¨ªs. Por eso su alianza incondicional con las organizaciones de derechos humanos, que representan la m¨¢xima expresi¨®n del anti-establishment. Por eso su constante hostigamiento a la clase empresarial. La cara opuesta de las muestras de afecto popular en las exequias al ex presidente es el bien ganado rechazo hacia las ¨¦lites -rayano con el odio- de amplios espectros de la sociedad argentina.
Si quiz¨¢s lo m¨¢s rescatable de la gesti¨®n de Menem haya sido su contribuci¨®n a cicatrizar la profunda herida que divid¨ªa a la sociedad entre peronistas y anti-peronistas y que condicion¨® la vida pol¨ªtica por d¨¦cadas, el kirchnerismo volvi¨® a abrir esa herida, acentuando los resentimientos y ofreciendo como paliativo limosnas p¨²blicas en lugar de propiciar el empleo genuino. Las pol¨ªticas de anti-establishment que se est¨¢n aplicando y que desalientan la inversi¨®n no conducen a ning¨²n lado.
Como el pa¨ªs convive desde hace unos cuantos a?os con las condiciones externas m¨¢s favorables de su historia, es posible sostener un nivel de actividad econ¨®mica m¨¢s que satisfactorio que enmascara la falta de direcci¨®n y la mediocridad que se esconden bajo la superficie.
A pesar de este oscuro relato, el potencial del pa¨ªs sigue siendo extraordinario. En muy poco tiempo, con otro enfoque claro, la Argentina puede volverse irreconocible y lograr ser la gran naci¨®n que debi¨® haber sido desde hace tiempo.
Ricardo Esteves es empresario argentino.
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