Adi¨®s federalismo
Hace cuatro a?os surgi¨® una esperanza tibia de avanzar hacia un Estado federal y ma?ana se entierra. No hay l¨¢grimas ni familiares afectados. Se marcha casi en silencio. En su corta vida no ha podido rendir apenas frutos. Nadie va a reclamar su herencia ni a analizar las extra?as condiciones sociales que lo han llevado al fracaso.
Hace cuatro a?os parec¨ªa factible un estado con autonom¨ªas fuertes y solidarias; con mayores competencias para las comunidades aut¨®nomas, mayor capacidad de codecisi¨®n y m¨¢s coordinaci¨®n. Hoy ese debate se ha clausurado sin haber tenido apenas oportunidad de discutir su conveniencia y se extiende una ola de prejuicios contra las autonom¨ªas como no se conoc¨ªa desde la transici¨®n.
Dec¨ªa Jonathan Swift: "Cuando un verdadero genio aparece en el mundo, lo reconocer¨¦is por este signo: todos los necios se conjuran contra ¨¦l". Pues bien, en el mundo de la pol¨ªtica, las nuevas ideas reciben una bienvenida similar: todos los intereses se conjuran contra ella.
Los principales actores de esta sublevaci¨®n contra el avance federal, por riguroso orden de aparici¨®n, han sido los siguientes: el PP, el Tribunal Constitucional, el Gobierno de Zapatero y los integrantes del tripartito catal¨¢n. El PP puso el grito en el cielo contra el Estatut y emprendi¨® la mayor campa?a de desprestigio de una comunidad de toda la etapa democr¨¢tica con recogida de firmas en todo el Estado. El Tribunal Constitucional anul¨® una tibia referencia a la naci¨®n catalana y elev¨® a sentencia una interpretaci¨®n restrictiva de la carga magna, seg¨²n la cual los estatutos de autonom¨ªa son papel mojado frente a la jerarqu¨ªa del Estado. En el PSOE acabaron por triunfar las ideas de Alfonso Guerra y de Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra frente a las promesas del antiguo Zapatero (antes de caerse del caballo y romperse la espina dorsal de su ideolog¨ªa) de avanzar hacia un Estado federal. Finalmente, como guinda de este complicado pastel, el Gobierno tripartito de Catalu?a ha realizado una mala y contradictoria gesti¨®n que lo ha alejado de sus votantes.
Buena parte de la ciudadan¨ªa catalana ha interpretado que el camino federal est¨¢ cegado y que su salida natural es el soberanismo y el estado asim¨¦trico. Catalu?a volver¨¢ a ser gobernada por la derecha nacionalista, cuyo lema real no es m¨¢s que money, money entonado con un falso acento de solvencia, al que solo contribuyen nuestros complejos. La derecha puede sonre¨ªr porque prefiere el nacionalismo insolidario al federalismo social. No nos enga?emos. Los postulados econ¨®micos e ideol¨®gicos de CIU son muy similares al ideario m¨¢s conservador: privatizaciones de los servicios p¨²blicos, recorte de derechos laborales y mano dura con la inmigraci¨®n. Adem¨¢s, el debate auton¨®mico vuelve al terreno id¨®neo para el desprestigio de las autonom¨ªas y para la confrontaci¨®n entre comunidades.
Para empezar, Artur Mas ya se ha colocado encima de la caja del dinero. Nos advierte que cualquier gasto fuera de Catalu?a es un atraco o un despilfarro, en curiosa similitud con los centralistas m¨¢s recalcitrantes. Para demostrarlos, ha sacado del arc¨®n el artilugio m¨¢s fullero y tramposo de su artiller¨ªa: las balanzas fiscales. Un invento tan diab¨®lico como mantener que los impuestos de los ricos deben ir a mejorar las escuelas de ¨¦lite donde estudian sus hijos o que los impuestos de las ciudades se deben gastar teniendo en cuenta lo que cada barrio ha aportado.
Para Andaluc¨ªa, esto es una mala noticia. El ascenso del nacionalismo insolidario en Catalu?a siempre lleva aparejado el desprestigio de nuestra comunidad. Es posible que su sue?o sea conseguir para Catalu?a las ventajas del concierto econ¨®mico vasco y su imaginario pol¨ªtico sustituir a Madrid. Pero su aspiraci¨®n inmediata es trazar una l¨ªnea divisoria con el sur y acumular la riqueza en el norte, de donde nunca -a su entender- debi¨® salir.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.