"Por lo pronto, ya estamos aqu¨ª"
De acuerdo con Friedrich Katz, autor de La guerra secreta en M¨¦xico y bi¨®grafo de Pancho Villa, la Revoluci¨®n mexicana es la ¨²nica del siglo XX que mantiene vigencia porque sus ideales (justicia social y democracia aut¨¦ntica) a¨²n deben cumplirse.
?No bastan cien a?os para erosionar la esperanza que lleg¨® con la metralla? Los graves rostros de los h¨¦roes han "decorado" demasiados murales en las oficinas p¨²blicas y han comparecido en billetes color morado o verde lim¨®n que valen cada vez menos. Ciertas figuras pasaron al folclore de los irresponsables: el general S¨®stenes Rocha, que beb¨ªa tequila con p¨®lvora, inspir¨® un personaje de Valle-Incl¨¢n, y su colega Gonzalo N. Santos pas¨® a la historia del cinismo pol¨ªtico con aforismos de este tipo: "La moral es un ¨¢rbol que da moras". Las mafias sindicales, el reparto de tierras inservibles, el uso discrecional de los bienes p¨²blicos y un inagotable torrente de demagogia son algunos legados de la lucha que estremeci¨® a M¨¦xico de 1910 a 1920. ?No es da?o suficiente?
Los ojos de Zapata, los sombreros de ala ancha, las cargas de caballer¨ªa pasaron del campo al cine y de ah¨ª al inconsciente
La Revoluci¨®n ha otorgado dimensi¨®n ¨¦pica a una costumbre mexicana: la impuntualidad. Con cien a?os de retraso es actual
Los h¨¦roes del hit parade revolucionario vivieron para aniquilarse. Jorge Ibarg¨¹engoitia observ¨® con iron¨ªa que Zapata, un buenazo, luch¨® contra el buenazo Madero y fue liquidado por Carranza y Obreg¨®n, otros buenazos. Llamamos "Revoluci¨®n mexicana" a la reconciliaci¨®n p¨®stuma de los adversarios.
En La muerte de Artemio Cruz (1962), Carlos Fuentes retrat¨® los negocios de la Gran Familia Revolucionaria. Las consignas progresistas se tergiversaron para crear una nueva burgues¨ªa. Bildungsroman de la corrupci¨®n, la novela relata el irresistible ascenso de un combatiente que se convierte en potentado.
Y pese a todo, la Revoluci¨®n mantiene viva su impronta. La prueba m¨¢s clara es que dos partidos pol¨ªticos y una guerrilla posmoderna se disputan su herencia. El PRI se apoy¨® en una contradicci¨®n de t¨¦rminos (la "revoluci¨®n institucional") para gobernar el pa¨ªs durante 71 a?os con ideolog¨ªas rotativas, poco afines entre s¨ª. Este sistema corporativo reparti¨® beneficios con la t¨¦cnica del tr¨¢fico de influencias y demostr¨® que "erario p¨²blico" es el nombre secreto de "inter¨¦s privado".
Los otros herederos virtuales de la gesta son el Partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica, que representa a una izquierda dividida, y el Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional, que aguarda en la selva el momento de reivindicar las incumplidas demandas ind¨ªgenas.
?Qu¨¦ tan contempor¨¢nea puede ser una lucha tantas veces desvirtuada? La Ciudad de M¨¦xico tiene 178 calles Carranza. ?No se agota as¨ª la evocaci¨®n de un pr¨®cer? De manera asombrosa, en nuestro presente el pasado sigue en guerra.
En la pel¨ªcula Revoluci¨®n, estrenada para el centenario, diez cineastas proponen modernos relatos sobre el tema. Tienda de raya, espl¨¦ndido corto de Mariana Chenillo, se ubica en un supermercado que paga parte del sueldo con cupones para comprar en la misma tienda. El destino amoroso de la protagonista depende de arreglarse la dentadura, pero el m¨¦dico no acepta cupones. La diferencia entre Wal-Mart y la hacienda de Cananea, donde se atiz¨® el incendio, es menor de lo que pensamos.
La presencia de la Revoluci¨®n tambi¨¦n tiene que ver con la iconograf¨ªa. La lucha lleg¨® acompa?ada de un invento del siglo XX: el cine. Ning¨²n proceso hist¨®rico se hab¨ªa filmado tanto. Los ojos de Zapata, los sombreros de ala ancha, las cargas de caballer¨ªa pasaron del campo a la pantalla y de ah¨ª al inconsciente.
Ni siquiera en el plano historiogr¨¢fico el tema puede darse por saldado. La extraordinaria biograf¨ªa de Katz sobre Villa suger¨ªa que s¨®lo quedaba espacio para minucias. Sin embargo, en 2006, Paco Ignacio Taibo II hizo un torrencial regreso al Centauro del Norte. Su Pancho Villa es una novedosa enciclopedia narrativa. Investigar y escribir un libro de esa envergadura hubiera dejado sin aliento a un maratonista. Taibo sigui¨® de frente con Temporada de zopilotes, libro y programa de televisi¨®n para History Channel sobre Madero, iniciador de la contienda.
Ya en los a?os ochenta, Enrique Krauze hab¨ªa narrado las contradictorias vidas del pante¨®n nacional en su muy le¨ªda Biograf¨ªa del poder. En 2009 Pedro ?ngel Palou volvi¨® con ¨¦xito a Zapata, novelando lo que parec¨ªa agotado despu¨¦s de la espl¨¦ndida biograf¨ªa de John Womack. Muerto a los 39 a?os (la edad del Che, Sandino y Malcom X), el Caudillo del Sur es una inc¨®gnita que pide ser narrada. Fuentes ha anunciado una obra sobre su agon¨ªa, Emiliano en Chinameca. Alguna vez le pregunt¨¦ cu¨¢ndo pensaba escribirla. "La voy a dictar en mi lecho de muerte", contest¨® sonriendo. El gesto resume una vida en espejo de la Revoluci¨®n: Fuentes naci¨® en 1928, a?o del asesinato de Obreg¨®n, su rostro se ha perfeccionado como el de un jefe revolucionario y planea su ¨²ltimo lance como un encuentro de caudillos, la emboscada literaria de Zapata.
El zapatismo est¨¦tico va de los ¨®leos de Alberto Gironella al rock de La Revoluci¨®n de Emiliano Zapata, que en 1971 gan¨® en Tokio un concurso con la canci¨®n Nasty Sex. La tienda El Taconazo Popis no se qued¨® atr¨¢s y anunci¨® zapatos a precios "zapatistas".
En La noche de ?ngeles (1991), Ignacio Solares se ocupa de uno de los episodios m¨¢s sugerentes de la Revoluci¨®n: el regreso del general Felipe ?ngeles. Director del Colegio Militar en tiempos de la dictadura, artillero formado en Par¨ªs, ?ngeles fue el ¨²nico intelectual militar de la contienda y luch¨® al lado del m¨¢s contradictorio de los l¨ªderes, Pancho Villa, imponiendo una dosis de sensatez e incluso de pacifismo en plena guerra. Derrotada la Divisi¨®n del Norte, huye a Estados Unidos, donde vive en la pobreza. Decide volver, sabiendo que va a morir. Vaga por el desierto, leyendo la Vida de Jes¨²s de Renan, hasta que es arrestado. Lo llevan a juicio y asume su defensa. Este episodio dio lugar a la pieza teatral de Elena Garro Felipe ?ngeles. En el Teatro de los H¨¦roes de la ciudad de Chihuahua, el general imagina un pa¨ªs distinto, de reconciliaci¨®n democr¨¢tica. Su adversario es Venustiano Carranza. El p¨²blico se entrega al m¨¢rtir. Carranza manda un telegrama con un indulto. De acuerdo con su conveniencia, el telegrama llega tarde. Ah¨ª se pierde la oportunidad de otra historia (al menos as¨ª lo exige la imaginaci¨®n literaria). Adolfo Gilly, autor de La revoluci¨®n interrumpida (1971), libro vibrante que mi generaci¨®n ley¨® con perdurable asombro, acaba de concluir una biograf¨ªa sobre ?ngeles.
En esencia, no hay una Revoluci¨®n. Sus contradictorias causas fueron captadas por Juan Rulfo en Pedro P¨¢ramo (1953):
-Como ust¨¦ ve, nos hemos levantado en armas.
-?Y?
-Y pos eso es todo. ?Le parece poco?
-?Pero por qu¨¦ lo han hecho?
-Pos porque otros lo han hecho tambi¨¦n. ?No lo sabe ust¨¦? Agu¨¢rdenos tantito a que nos lleguen instrucciones y le averiguaremos la causa. Por lo pronto ya estamos aqu¨ª.
A prop¨®sito de la novela hist¨®rica, Isaiah Berlin coment¨® que los hombres hist¨®ricos no s¨®lo hacen cosas hist¨®ricas. En Los rel¨¢mpagos de agosto, Jorge Ibarg¨¹engoitia extrema esta idea: sus revolucionarios no hacen nada hist¨®rico. Sus motivaciones son ego¨ªstas, caprichosas, personales. La comicidad de la novela deriva de la ineptitud de esos corruptos. Conspiran contra sus presuntos aliados, pero sobre todo contra s¨ª mismos. En su obra de teatro El atentado, Ibarg¨¹engoitia hace que ?lvaro Obreg¨®n, triunfador de la lucha armada, muera sin pronunciar una frase c¨¦lebre. En un pa¨ªs donde las declaraciones son m¨¢s importantes que los hechos, nada resulta tan tr¨¢gico como morir despu¨¦s de pedir un plato de frijoles. Las famosas ¨²ltimas palabras expresar¨¢n, para siempre, un antojo.
El triunfo de la Revoluci¨®n fue consumado por los jefes sonorenses, seres pragm¨¢ticos, ajenos al romanticismo revolucionario de Villa y Zapata. H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn escribi¨® en La frontera n¨®mada (1977) la historia narrativa de ese triunfo. Por su parte, Jorge Aguilar Mora recuper¨® en detalle las t¨¦cnicas de la guerra y las formas de representaci¨®n de la contienda en Una muerte sencilla, justa, eterna (1990).
Cuando los revolucionarios cambian los caballos por los Cadillacs, comienza la intriga de oficinas. En La sombra del caudillo (1929), Mart¨ªn Luis Guzm¨¢n reconstruye la l¨®gica del poder heredada de la Revoluci¨®n: el Hombre Fuerte del pa¨ªs no depende de los votos sino de la adhesi¨®n de quienes podr¨ªan desafiarlo. En consecuencia, lo importante se resuelve en la sombra. No en balde, la pol¨ªtica de impunidades ha sido bautizada como la "tenebra". Ah¨ª se conjuga un verbo decisivo: "madrugar". Hay que anticiparse al enemigo; para lograrlo, es necesario intuir lo que ¨¦l har¨ªa y actuar primero. En esta delirante dramaturgia, no hay mejor consejo que la paranoia: eliminar al rival es un acto preventivo.
Fuentes recogi¨® en Gringo viejo (1985) una escena que le cont¨® su entra?able amigo Fernando Ben¨ªtez, autor de El rey viejo (1959), novela sobre la muerte de Carranza. Los zapatistas toman una hacienda. Al entrar en un sal¨®n descubren un desconocido artificio. Se trata de un espejo. Los revolucionarios se paralizan ante su propio rostro. ?Qui¨¦nes son? ?Por qu¨¦ llegaron ah¨ª?
La Revoluci¨®n ha otorgado dimensi¨®n ¨¦pica a una costumbre mexicana: la impuntualidad. Con cien a?os de retraso es actual.
Los rostros se asoman al espejo. ?Qu¨¦ justicia piden a trav¨¦s del tiempo? Por lo pronto, ya est¨¢n aqu¨ª.
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